[Claudio Lísperguer] [El proyecto de ley no obliga a los partidos a realizar elecciones primarias al interior de los partidos para elegir candidatos a presidente, representantes y alcaldes. Y los candidatos tampoco serán elegidos, sino nombrados por los consejos generales de los partidos. De democracia, pues, nada.]
La Cámara de Diputados acaba de aprobar el proyecto de ley que instituye y regula las elecciones primarias de los candidatos a presidente, parlamentarios y alcaldes. Ahora el proyecto debe pasar al Senado para su siguiente trámite constitucional.Muchos políticos, especialmente de gobierno, han celebrado la medida como un desarrollo positivo hacia la democratización. El diputado Salaberry, de la UDI (extrema derecha pinochetista), considera la nueva ley como un perfeccionamiento de la democracia.
Pero, de hecho, con el nuevo proyecto la verdad es que no se avanza en absoluto. Es simplemente una vuelta de burro más a la noria de la desfachatez de la clase política.
Un reclamo persistente de la ciudadanía ha sido que los candidatos a senadores y diputados no son elegidos en elecciones abiertas al interior de los partidos que los postulan. Esos candidatos son simplemente nombrados por las directivas de los partidos, permitiendo así que grupos de poder (clanes) se perpetúen en su mando, rotando a sus candidatos a cargos en alguna de las cámaras. Estos candidatos son luego ratificados por la ciudadanía en un paripé de proceso electoral que, la verdad sea dicha, no sirve absolutamente para nada, excepto crear la ilusión -en todo caso para muchos- de que son los ciudadanos quiénes realmente deciden. Nada más lejos de la verdad.
La solución propuesta por muchos para democratizar este maquiavélico sistema era obligar a los partidos a elegir a sus candidatos en un proceso democrático. Estas son pues las elecciones primarias.
Pero la nueva ley no es obligatoria y son los llamados Consejos Generales de los partidos los que deben decidir, sin proceso democrático alguno, si llaman a elecciones primarias o no. Así lo determina el artículo 8 del proyecto (boletín N°7911-06): “Corresponderá al Consejo General de cada partido político la decisión de participar en elecciones primarias para la nominación de candidatos” a presidente, parlamentarios y alcalde “[…] y la nominación de los candidatos para dicha elección”.
[El Consejo General está formado por la totalidad de los senadores y diputados de cada partido y sus consejeros regionales (uno por región). Cada Consejo Regional consta de tres miembros (presidente, secretario y tesorero) elegidos por los afiliados.]
En otras palabras, los candidatos a las elecciones primarias, en el caso de que el Consejo General de los partidos decida sostenerlas, serán nombrados básicamente por las mismas personas o los mismos grupos de poder que hoy. La Directiva de los partidos (que hoy nombran a los candidatos), es elegida por el mismo Consejo General.
El diputado Pepe Auth (PPD) lamentó que la derecha en el Parlamento impidiera una verdadera democratización del proceso mediante el cual los partidos designan sus candidatos a elecciones. “Los Consejos Generales de los partidos”, dijo, “deciden quién se inscribe en las Primarias, impidiendo que un candidato pueda inscribirse ni siquiera cuando ha recabado un porcentaje importante de adhesión de sus militantes”.
Esta reforma política, anunciada y celebrada por el gobierno y sus partidos, no sirve absolutamente para nada. Es simplemente un paripé, una elección de tómbola, un proceso electoral a la altura del patio de recreo de un asilo de lunáticos o de una guardería de subnormales.
[Ilustración viene de Radio Sabotaje.]
lísperguer