[Bronwsville, Texas, Estados Unidos. ] [Muertes en Texas ofrecen un tenebroso aviso de que las armas de juguete pueden ser confundidas por armas de verdad.]
[Manny Fernández] En el vestíbulo de una escuela secundaria aquí el miércoles en la mañana los administra-dores trataban de calmar a un agitado estudiante que había atacado a otro al azar en un aula. Pero entonces los adultos lo vieron: el estudiante, un chico de quince llamado Jaime González Jr., de octavo, tenía una pistola metida en la cintura del pantalón.
Los administradores de la Escuela Secundaria Cummings preguntaron a Jaime si eso era un arma, y él dijo que sí era, dijeron los funcionarios escolares del distrito. No era toda la verdad: el adolescente estaba armado con un arma BB de alto poder que se parecía a un revólver semiautomático Glock negro y que se puede comprar en Internet por unos sesenta dólares. Pero la situación escaló y los funcionarios de la escuela anunciaron por el interfono un bloqueo y llamaron al 911, y los maestros cerraron sus aulas, apagaron la luz y dijeron a los estudiantes que se mantuvieran alejados de las puertas.
Agentes de policía que respondieron se enfrentaron a Jaime en el vestíbulo principal junto a la oficina del director. Funcionarios policiales dijeron que los agentes en repetidas ocasiones ordenaron al chico que dejara caer el arma, y se les oye gritar “¡Ponla en el suelo!” y “¡Déjala en el suelo!” varias veces en la grabación del 911 dada a conocer por la policía. Jaime se negó a obedecer y apuntó con el arma a los policías, dijeron funcionarios policiales. Dos agentes dispararon sus armas, impactando en el adolescente, que fue trasladado a un hospital con dos heridas de bala en el pecho y abdomen. Fue pronunciado muerto a las 9:15 dela mañana.
La muerte consternó a esta ciudad fronteriza del sur de Texas, pero fue solo la última de una serie de balaceras con carabinas de aire comprimido muy realistas y de perdigones. En los últimos años decenas de agentes de policía en Texas, California, Maryland, Florida y otros lugares han disparado contra niños y adultos armados con lo que pensaban que eran armas de fuego pero que se determinó posteriormente que se trataba de pistolas de aire comprimido u otro tipo de pistolas de aire. Además, las réplicas de armas han matado o herido a miles de niños en todo el país en casos en los que las víctimas fueron atacadas por familiares o amigos.
En 2007, un hombre de veintiún años que amenazaba a los clientes frente a un restaurante de comida rápida en Denton, al norte de Dallas, fue muerto a tiros por la policía después de que apuntara contra un agente con un arma que resultó ser un arma de aire comprimido.
En 2009, cuatro agentes de San Antonio mataron a tiros a un hombre de veintinueve años después de que apuntara con una pistola de aire comprimido y avanzara hacia ellos por una escalera. Antes ese año, un niño de trece cerca de Fort Worth disparó contra su primo de cinco con un arma de aire comprimido con la que habían estado jugando. En 2010 una niña de cinco murió después de ser herida mortalmente por un rifle de aire por un pariente de diez años en la ciudad de Freer, en el sur de Texas.
El arma de Jaime, una Umarex SA177, era un arma de .177 calibre, propulsada por dióxido de carbono que dispara proyectiles de acero y que tiene una corredera de metal con un marco de plástico. No tiene marcas que sugieran que se trata de una pistola de aire. Una ley federal exige que las armas de fuego de juguete y las llamadas pistolas de aire -armas de bajo impacto usadas por la policía en adiestramientos y por aficionados en juegos al aire libre- tengan una punta naranja al final del cañón. Pero la ley no se aplica a las armas de aire comprimido o de perdigones como la que tenía Jaime.
“Cuando miré el arma, no hay ninguna duda de que viéndola desde cierta distancia se ve absolutamente real”, dijo Carl A. Montoya, el director del Brownsville Independent School District y alguacil de policía reservista de la ciudad. “Creo que los agentes respondieron obviamente con la perspectiva de su adiestramiento, de que era un arma real”.
En la secuela de episodios relacionados con armas de aire comprimido en los que estuvieron implicados niños, algunas localidades y ciudades de Texas aprobaron leyes que prohíben la exhibición pública del armas de aire comprimido y de perdigones o que convierten en ilegal que las tengan. La Asociación de Rifles del Estado de Texas se opuso a las ordenanzas argumentando que las leyes limitaban los derechos de los dueños de armas legítimos y leyes estaduales que prohíben que las municipalidades se impongan por sobre las leyes sobre armas de fuego del estado.
En octubre de 2002, en el suburbio Coppell, de Dallas, un agente de patrulla divisó a un delincuente juvenil con lo que parecía ser un revólver. El chico huyó y el agente lo persiguió, y cuando el agente salió de su vehículo el sospechoso todavía estaba con el arma en la mano, dijo el portavoz de la policía de Coppell. El agente sacó su arma, y el joven arrojó su arma al suelo. Resultó ser una pistola de aire que era una réplica de un revólver Sig Sauer P228. Al año siguiente, la cercana ciudad de Plano aprobó una ley que penaliza blandir en el aire una pistola de aire o cualquier otra arma de fuego de imitación en un lugar público.
En 2007, 2008 y 2009, un total de 124 personas, incluyendo 23 niños y adolescentes de entre dieciocho años y más jóvenes, murieron en Texas en accidentes con armas de aire comprimido, de perdigones y otros tipos de armas de fuego que no usan pólvora, de acuerdo a datos proporcionados por el Departamento de Servicios de la Salud de Texas. Esas cifras no incluyen muertes en enfrentamientos con la policía de personas armadas con pistolas de aire. Ninguna agencia estudia la frecuencia de esos enfrentamientos.
Nacionalmente, cerca de cuatro niños mueren cada año en episodios que implican el uso de armas de aire comprimido o de perdigones, pero esa cifra no incluye muertes en balaceras policiales, de acuerdo a la Comisión de Seguridad de Artículos de Consumo federal.
En Brownsville, los agentes que dispararon sus armas han sido suspendidos con permiso administrativo mientras dure la investigación de la policía de Brownsville, la policía del distrito escolar y los Rangers de Texas.
Funcionarios policiales se negaron a hacer comentarios sobre cómo adquirió Jaime la pistola de aire, diciendo que era parte de la investigación.
“Es un juego peligroso, si vas a llevar un arma que parece auténtica”, dijo el detective José J. Trevino, portavoz de la policía de Brownsville. “¿Para qué? Te colocas a ti mismo en una situación que podría terminar mal”.
Los motivos de Jaime no están claros. En la llamada al 911, se oye a un hombre en el fondo, posiblemente un administrador o un empleado de la escuela, diciendo a los agentes, poco antes de la balacera: “Dice que está dispuesto a morir, cuidado”.
El viernes noche, decenas de adolescentes con camisetas blancas con el texto “I ♥ Jaime” llenaban los bancos y cubrían las paredes de la Iglesia de la Sagrada Familia para su velatorio. Entre las oraciones del rosario, músicos mariachis cantaban en español mientras el padre de Jaime, la madrastra y la madre eran consoladas por sus familiares. Jaime vivía cerca de una iglesia y asistía regularmente a misa, los domingos. En sus viajes a México a visitar a su abuela, ahorraba pesos, y un día antes de Navidad se los entregaba al párroco de la iglesia para que comprara caramelos a los niños del vecindario.
“En este momento, es difícil entender una tragedia como esta”, dijo el párroco, el Reverendo Jorge A. Gómez. “Creo que lo que más conmociona es que no era un arma de verdad”.
[No es un fenómeno muy extendido, aunque se conoce en Europa que algunas personas, temerosas de suicidarse, buscan enfrentarse con la policía con armas de juguete o hechizas para morir a tiros.]
13 de enero de 2012
9 de enero de 2012
©new york times
cc traducción c. lísperguer