[Para muchos latinos, la identidad racial es más cultura que color de piel.]
[Mireya Navarro] Cada década, la Oficina del Censo gasta miles de millones de dólares y despliega cientos de miles de encuestadores para obtener un retrato preciso de la población estadounidense. Entre las preguntas del censo hay una sobre la raza, con quince opciones, incluyendo “algunas otras razas”.Fiordaliza Rodríguez, abogado, dice que ella se identifica como blanca, pero que no hay duda de que es vista como diferente por la mayoría blanca de Estados Unidos.
Más de dieciocho millones de latinos marcaron la opción “otras razas” en el censo de 2010, un aumento con respecto a los 14.9 millones en 2000. Fue un indicador de la grave desconexión entre cómo se ven los latinos a sí mismos y cómo los quiere contar el gobierno. Muchos latinos dicen que las categorías de raza del país –en realidad, la concepción misma de identidad que maneja el gobierno- no se corresponden con ellos.
La principal razón de la división es que el censo clasifica a la gente por raza, que normalmente se refiere a un conjunto de rasgos físicos. Pero los latinos, como un grupo de este país, tienden a identificarse más por su etnicidad, lo que quiere decir un conjunto compartido de rasgos culturales, como el idioma y las costumbres.
Así que cuando responden al censo, ven una pregunta que se les hace sobre si se identifican a sí mismos como teniendo orígenes étnicos hispanos y muchos responden que es su principal identificación. Pero luego hay otra pregunta, sobre su raza, porque, como observa la guía del censo, “personas de origen hispano, latino o español pueden ser de cualquier raza” y más de un tercio de los latinos marcan “otras razas”.
Este argumento sobre la identidad ha ganado ímpetu con el crecimiento de la población latina, que en 2010 superaba los cincuenta millones. Funcionarios de la Oficina del Censo han reconocido que el cuestionario tiene un problema, y dicen que están buscando el modo de lograr que los latinos escojan una raza. En 2010, trataron varias formulaciones de las preguntas, y el año pasado se concentraron en grupos, con un informe sobre la investigación que será publicado este verano.
Algunos expertos dicen que los funcionarios tienen razón en volver a la mesa de dibujo.
“Toda vez que tienes personas que no se reconocen en la pregunta, es que es una mala pregunta”, dijo Mary C. Waters, profesora de sociología en Harvard, que se especializa en las dificultades para medir raza y etnicidad.
El problema es más que académico: los datos sobre la raza del censo sirven a muchos propósitos, incluyendo la determinación de la composición de los distritos electorales y el control de prácticas discriminatorias en la contratación y disparidades raciales en la educación y la salud. Cuando los entrevistados no eligen una raza, la Oficina del Censo les asigna una basándose en factores como la composición racial del vecindario, lo que conduce inevitablemente a un retrato menos preciso.
Los latinos, que conforman el veinte por ciento de la población estadounidense, generalmente mantienen una visión diferente sobre la raza. Muchos latinos dicen que ellos están demasiado mezclados racialmente como para corresponder con las normas raciales sancionadas por el estado: blancos, negros, indios norteamericanos, nativos de Alaska, nativos de Hawai, y una colección de orígenes asiáticos y de las Islas del Pacífico.
Algunos consideran a los blancos o negros como grupos demográficos diferentes a los latinos. Sin embargo, otros dicen que los latinos ya son el equivalente de otra raza en el país, definidos por un conjunto compartido de retos.
“Los problemas dentro de la comunidad latina –idioma, estatus de inmigración- no toman en cuenta la raza”, dijo Peter L. Cedeño, 43, abogado y nativo de Nueva York, hijo de inmigrantes dominicanos. “Compartimos los mismos obstáculos”.
En momentos en que muchos estadounidenses multirraciales están afirmando orgullosamente su identidad racial mixta, muchos latinos, una población abrumadoramente fusionada con raíces indias, europeas, africanas y otras, desdeñan o ignoran las preguntas sobre la raza.
Erica Lubliner, que tiene la piel clara y los ojos verdes –de su padre judío y su madre mexicana- dijo que ella tuvo tantos problemas con la pegunta de la raza en el censo que dejó la pregunta en blanco.
Lubliner, que se graduó recientemente de la facultad de medicina de la Universidad de California en Los Ángeles, en sus treinta, tenía nueve cuando su padre murió y creció en la cultura e idioma de su madre. Dijo que ella nunca se identificó con la “cultura blanca dominante”. Cree que su madre es una mestiza de blanco con india. “Créeme, yo no soy una persona confundida”, dijo. “Sé quién soy, pero esas categorías no se corresponden conmigo”.
Alejandro Farías, 23, de Brownsville, Texas, capataz de una empresa de transportes, se ve a sí mismo como latino. Sus ancestros provinieron de Estados Unidos, México y Portugal. Cuando se lo presiona, marca “otra raza”.
“La raza me confunde porque nuestro árbol genealógico está compuesto con gente de tantas razas”, dijo.
Sin embargo, la raza importa. Cómo se identifican a sí mismos los latinos –y cómo los cuenta el censo- afecta la influencia política de los latinos y otros grupos minoritarios. Algunos estudios han concluido que los latinos-africanos tienden a apoyar significativamente el seguro médico público y menos la pena de muerte que los latinos que se identifican como blancos, una fisura que también se encuentra en las poblaciones blanca y negra más amplias.
Este efecto racial “debilita la efectividad política de los latinos como grupo”, dijo Gary M. Segura, profesor de ciencias políticas en Stanford que ha realizado parte de la investigación.
La mayoría de los latinos se identifican a sí mismos como blancos. Entre ellos Fiordaliza A. Rodríguez, 40, abogado de Nueva York que dice que considera ella misma como blanca porque “tengo la piel clara” y así es como la ven en su país de origen, la República Dominicana.
Pero dice que no tiene ninguna duda de que es vista como diferente por la mayoría blanca de este país. Rodríguez recuerda una ocasión en una sala de tribunal cuando un abogado blanco asumió que era la intérprete del tribunal. Piensa que la confusión tiene que ver con los estereotipos étnicos, “sin importar lo bien que te vistas”.
Sin embargo, algunas de las investigaciones más recientes, muestran que muchos latinos –como los inmigrantes irlandeses e italianos antes de ellos- dejan caer la etiqueta latino para llamarse a sí mismos solamente como blancos. Un estudio publicado el año pasado en el Journal of Labor Economics concluyó que los padres de más de un cuarto de los niños de tercera generación con ancestros mexicanos no identifican a sus hijos como latinos en las encuestas del censo.
La mayor parte de este desgaste ocurre entre los hijos de padres o abuelos casados con no-mexicanos, normalmente blancos no hispanos. Estos latinos tienden a tener una educación más alta, mayores salarios y altos niveles de fluidez en el inglés. Eso quiere decir que muchos latinos exitosos ya no están presentes en las estadísticas que siguen el proceso económico y social de los latinos a través de las generaciones, de ahí que muchos estudios muestran nada o muy poco progreso para los inmigrantes mexicanos de tercera generación, dijo Stephen J. Trejo, economista en la Universidad de Texas en Austin y co-autor del estudio.
Y un estudio más reciente de investigadores de la Universidad de California del Sur concluyeron que más de dos millones de personas, o el seis por ciento de los que reconocieron algún tipo de legado latinoamericano en las encuestas del censo, finalmente no se identifica como latino o hispano. Una tendencia fue más prevalente entre los de origen mixto, que sólo hablan inglés y se identifican como blancos, negros o asiáticos cuando se les pregunta por la raza.
James Paine, cuyo padre es mitad mexicano, mitad estadounidense, dijo que nunca se le ocurrió reclamar una identidad latina. Paine, 25, es dueño de una firma de administración de inversiones inmobiliarias en La Jolla, California, pasaba los veranos con su tía estadounidense-mexicana y asiste todos los años a la gran reunión de la familia (su madre es blanca, de origen francés e irlandés). Pero dice que no habla español ni vive en un barrio latino.
“Si la preguntas es ‘¿Cuál es su origen?’, yo diría que soy irlandés-mexicano”, dijo. “Pero la pregunta es: ‘¿Qué es usted?’, y la respuesta es blanco”.
Al otro lado del espectro están los latinos negros, que dicen que sienten el escozor del racismo del mismo modo que otros negros. Un sentimiento de orgullo racial ha emergido entre muchos latinos negros que ahora se reúnen en congresos y organizaciones.
Miriam Jiménez Román, 60, académica especializada en raza y etnicidad en Nueva York, dice que problemas como el perfilamiento racial de latinos con aspecto de indígena o de piel más oscura la llevaron a aparecer en un anuncio de treinta segundos del servicio público antes del censo de 2010, alentando a los latinos de origen africano a marcar “latino y negro”.
“Cuando vas en el metro, sigues viendo a una persona negra, y eso es lo que determina en realidad cómo vas a ser tratado”, dijo. El censo de 2010 mostró que 1.2 millones de latinos se identificaban como negros, o el 2.5 por ciento de la población hispana.
Con el paso de las décadas, la Oficina del Censo ha alterado repetidas veces cómo formula preguntas sobre la raza, y en el formulario de 2010 agregó una frase explicando que los “orígenes hispanos no son razas”. El cambio ayudó a recuperar un cinco por ciento de latinos que estaban inscritos en “otras razas”, la gran mayoría como blancos.
Sin embargo, los críticos del cuestionario del censo dicen que el gobierno debe apartarse de distinciones raciales basadas en el pensamiento binario del siglo dieciocho y adaptarse al sentimiento de identidad de los estadounidenses.
Pero líderes políticos latinos dicen que el riesgo de cambiar la pregunta podría crear confusión y llevar a algunos latinos a no marcar su etnicidad, reduciendo las cifras generales de los hispanos.
Finalmente, dijo Angelo Falcon, presidente del National Institute for Latino Policy y presidente del Comité Asesor del Censo sobre la Población Hispana, no es solo una pelea sobre la identidad, sino también una guerra política.
“De lo que se trata es de qué rinde las mayores cifras para qué grupos”, dijo.
15 de enero de 2012
13 de enero de 2012
©new york times
cc traducción c. lísperguer