[Estados Unidos] [Pese a ofrecer un análisis de frágil pertinencia, los comentarios del autor sorprenden por sus datos. La diferencia entre clases (que el autor define sólo en términos de ingresos) ha provocado una división que acerca a Estados Unidos a una sociedad de castas: los ricos viven en barrios exclusivos rodeados de otros ricos, se casan entre ellos, heredan sus capitales de sus padres ricos y cultivan una ideología que les hace creer que son culturalmente diferentes. Curiosamente, el autor, que empieza su opinión denunciando el fenómeno, finalmente adopta el nuevo modelo social.]
[David Brooks] Me sorprendería que saliese este año otro libro tan importante como ‘Coming Apart’, de Charles Murray. Me sorprendería que hubiese un libro que describa de manera tan convincente las tendencias más importantes de la sociedad estadounidense.El argumento básico de Murray, que Estados Unidos es una sociedad dividida en dos castas, no es nuevo. Lo impresionante son los increíbles datos que maneja para ilustrar esa tendencia y profundizar nuestro conocimientos sobre ella.
Su argumento empieza en 1963. Entonces había una brecha entre ricos y pobres, pero no era grande. Una casa en un suburbio de clase alta sólo costaba dos veces más que el promedio de una casa estadounidense nueva. Un coche de lujo de primera clase, el Cadillac Eldorado Biarritz, costaba cerca de 47 mil dólares de 2010. Es caro, pero no se compara en absoluto con los coches de lujo de hoy.
Lo que es más importante, la diferencia de ingresos no se traducía en grandes diferencias de conducta. Casi el 98 por ciento de los hombres entre 30 y 49 años de edad estaban empleados, clase alta y clase baja por igual. Sólo cerca del tres por ciento de los chicos blancos nacía fuera del matrimonio. Las tasas eran similares para ricos y pobres.
Desde entonces, Estados Unidos se ha polarizado. La palabra “clase” ni siquiera capta la división que describe Murray. Se podría decir que el país se ha bifurcado en tribus o castas (sociales) diferentes, con sólo una tenue cultura común.
La casta superior está ahora segregada de la inferior. En 1963, la gente rica que vivía en el Upper East Side de Manhattan vivía cerca de la clase media. La mayoría de los neoyorquinos adultos de Manhattan que vivían al sur de la Calle 96 entonces, ni siquiera habían terminado la secundaria. Hoy, casi todo Manhattan al sur de la Calle 96 es un enclave de la casta superior.
Hoy, demuestra Murray, hay un archipiélago de enclaves ricos apiñados en torno a ciudades costeras, como Chicago, Dallas y otras. Si usted nació en uno de esos enclaves, probablemente estudiará en alguna universidad con gente de uno de los enclaves; se casará con alguien de uno de esos enclaves; y se establecerá en alguno de esos enclaves.
Lo que es peor, existen enormes diferencias de conducta entre la educada casta superior (veinte por ciento del país) y la casta inferior (treinta por ciento del país). Es aquí donde reluce Murray, usando por lo general datos sobre los estadounidenses blancos, de modo tal que los efectos de la raza y otros factores no enturbian el análisis.
Casi el siete por ciento de los chicos blancos de la casta superior nacen fuera del matrimonio, en comparación con casi el 45 por ciento de los chicos de la casta inferior. En la casta superior, hombres en años más productivos de su vida laboral han estado persistentemente abandonando la fuerza laboral, en buenos y malos tiempos.
Es mucho menos probable que personas de la casta inferior se casen, es menos probable que vayan a la iglesia, es menos probable que sean activos en sus comunidades, es más probable que miren demasiada televisión y es más probable que sean obesos.
El análisis de Murray contradice las ideologías de los dos partidos. Los republicanos reclaman que Estados Unidos está amenazado por una elite cultural decadente que corrompe a los estadounidenses corrientes, que aman a Dios, el país y sus valores tradicionales. Esa visión es falsa. Las elites culturales llevan vidas más conservadoras y tradicionales que las masas culturales.
Los demócratas alegan que Estados Unidos está amenazado por la elite económica, que monopoliza los recursos de la sociedad. Pero eso es una ilusión. La verdadera brecha social está entre el veinte por ciento de la casta superior y el treinta por ciento de la casta inferior. Los miembros liberales de la casta superior se aferran a la historia del uno por ciento porque justifica el rol central que juegan en la desigualdad y la injusticia.
Es erróneo describir un Estados Unidos en el que la gente que es la sal de la tierra es explotada por esta u otra nefasta elite. Es erróneo quedarse con la familiar moraleja del oprimido de que los problemas de las masas son causadas por las elites.
La verdad es que los miembros de la casta superior son extraordinariamente productivos. Pueden imitar las maneras bohemias, pero han vuelto a los valores y prácticas tradicionalistas de los años cincuenta. Tienen bajas tasas de divorcio, una ardua ética del trabajo y códigos estrictos para controlar a sus hijos.
Los miembros del clan inferior trabajan duro y sueñan en grande, pero están más alejados de las normas burguesas tradicionales. Viven en vecindarios posmodernos y desorganizados en los que es mucho más difícil tener autodisciplina y ser productivo.
Dudo que Murray lo apruebe, pero necesitamos un Programa de Servicio Nacional. Necesitamos un programa que obligue a los miembros de la casta superior a vivir juntos con la casta inferior, aunque sea por sólo algunos años. Necesitamos un programa en el que la gente de las dos castas trabajen juntas para difundir los valores, prácticas e instituciones que llevan al logro.
Si logramos que las castas trabajen juntas, tendremos una mejor elite y mejores masas.
23 de febrero de 2012
31 de enero de 2012
©new york times
cc traducción c. lísperguer