[Medellín, Colombia] Decenas de personas se concentraron en una parroquia cerca de La Escombrera, donde se cree que hay enterradas cientos de víctimas de las Auc. Así se conmemoró el Día Nacional de las Víctimas en la capital antioqueña.]
Cuando recuerda el día en que conoció la escombrera, hace poco más de dos años, a Nasly solo se le viene una palabra a la mente: escalofrío. No es para menos. Razones de peso tiene para creer que su tío y su abuela se encuentran sepultados bajo las toneladas de escombros que diariamente recibe este sitio, ubicado en las laderas de la comuna 13 de Medellín.
Curiosamente, Nasly no conoció personalmente a ninguno de los dos. Pocos meses de vida tenía para el 18 de agosto de 2000, cuando un comando armado ingresó a la vivienda de Ana Libia Rodríguez y Everaldo de Jesús Carvajal, ubicada en el barrio Cabañas del municipio de Bello, y se los llevó a la fuerza.
“A ella se la llevaron porque le dijo a uno de los secuestradores: ‘yo a usted como que lo conozco’. A mi tío no se sabe por qué”, narró la pequeña con el aplomo y la solvencia de quien ha tenido que forjar el carácter para afrontar semejante drama. No en vano es una de las integrantes más jóvenes de las Madres de la Candelaria Línea Fundadora, organización a la que llegó de manos de su madre hace ya ocho años.
En medio de ese grupo de mujeres con historias tan dramáticas como la de su familia, Nasly fue comprendiendo, conforme iba creciendo, lo que significaba el flagelo de la desaparición forzada en una ciudad como Medellín. A su corta edad, palabras de adultos como verdad, justicia y reparación comenzaron a ser parte de su léxico cotidiano y la lucha de su madre por acceder a estos derechos se convirtió también en la suya propia.
Fue así como comenzó el trajinar de ambas por las salas de audiencias de Justicia y Paz en Medellín, con la esperanza de oír de boca de algún ex miembro de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) cualquier indicio que permitiera saber qué pasó con Ana Libia y Everaldo.
Esa tenue esperanza se acrecentaría en 2009 luego que un desmovilizado del Bloque Cacique Nutibara de las Auc declarara, en una versión libre rendida ante un fiscal de Justicia y Paz, que la señora y su hijo habían sido llevados a la comuna 13 luego de ser sacados de su residencia. No obstante, ni el paramilitar ni la justicia han podido ofrecer datos concretos sobre qué pasó después. La conclusión a la que todos llegan es que, muy probablemente, se encuentren en la escombrera.
Motivadas por el anuncio, madre e hija decidieron visitar el mítico lugar, ubicado en un amplio corredor montañoso que va desde el barrio El Salado de la comuna 13 hasta los límites con el corregimiento San Cristóbal, “pero cuando llegamos sentimos un escalofrío, al ver todas esas volquetas arrojar tanto y tanto escombro, pensamos: así cuándo los van a encontrar”, recordó Dora*, madre de Nasly.
Un Cementerio
Años después, y pese a que decidieron no regresar al lugar por las sensaciones de dolor que les generaba, Dora y su hija Nasly volvieron a la escombrera. Esta vez para conmemorar allí uno de los eventos que tuvo lugar en Medellín con motivo del Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas, fecha instaurada por la Ley 1448 y que de ahora en adelante se llevará a cabo el 9 de abril de cada año.
A la convocatoria de este evento, realizada por la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Medellín, respondieron las organizaciones defensoras de derechos humanos, la Personería de Medellín, las máximas autoridades civiles, de justicia y de Policía de la ciudad. También decenas de familiares de personas desaparecidas forzadamente que, como Dora, presumen que sus seres queridos están enterrados en la escombrera.
Allí, el presidente de la de la Sala de Justicia y Paz, magistrado Rubén Darío Pinilla Cogollo, afirmó que “la comuna 13 ha sido el símbolo de las violaciones a las derechos humanos y de todas las formas de violencia. De la violencia ejercida por las milicias, las guerrillas, los grupos paramilitares y, también hay que decirlo porque la Sala es guardiana de la verdad, la violencia ejercida por las Fuerzas Militares. La comuna 13 también ha sido el símbolo de la unión entre la ilegalidad y la legalidad para maltratar a una comunidad”.
También recordó que la violencia convirtió a esta comuna, particularmente a la escombrera, en un cementerio clandestino. Gracias a las versiones entregadas por los postulados del bloque Cacique Nutibara de las Auc a la Ley de Justicia y Paz, la Sala de Justicia y Paz del Tribunal ha podido establecer que por lo menos 300 desaparecidos yacen bajo las cientos de toneladas de desechos de construcción, que aún siguen siendo arrojados en ese sitio diariamente.
La magnitud de la cifra, hasta ahora aclarada, motivó una profunda reflexión del magistrado sobre el papel de la justicia en estas últimas décadas. “En mis 21 años como magistrado de la Sala Penal del Tribunal Superior de Medellín no recuerdo haber conocido un solo caso de desaparición forzada. ¿Cómo es posible que ante lo más, hayamos hecho lo menos? La justicia también debería pedir perdón, por haber sido una justicia cómoda para el poder. Pero no podemos ni queremos seguir siendo una justicia cómoda”, manifestó Pinilla Cogollo.
Para corroborar su aseveración, el magistrado recordó que desde noviembre del año anterior la Sala de Justicia y Paz del Tribunal le pidió a la Fiscalía General de la Nación agilizar las investigaciones contra el general (r) del Ejército, Mario Montoya Uribe; y el general (r) de la Policía, Leonardo Gallego Castrillón.
Ambos exoficiales han sido señalados en reiteradas ocasiones por el jefe paramilitar Diego Fernando Murillo Bejarano, alias ‘Don Berna’, de haber diseñado y ejecutado conjuntamente con grupos paramilitares la Operación Orión, operativo militar con el que hace 10 años fuerzas combinadas de Policía, Ejército, CTI, DAS y Fuerza Aérea, expulsaron a las milicias de las Farc, Eln y Comandos Armados Populares (Cap) de la comuna 13.
Igualmente, el Presidente de la Sala de Justicia y Paz se unió a las voces de las víctimas que claman por el cierre inmediato de la escombrera y la conformación de una comisión interdisciplinaria encabezada por la Fiscalía General de la Nación que, con la participación de las víctimas, defina el método más idóneo para iniciar cuánto antes los procesos de exhumación.
¿Se Podrá Cerrar?
Y es que pese a que en noviembre de 2008, la Alcaldía de Medellín y la Fiscalía General de la Nación firmaron un convenio de cooperación para la búsqueda de fosas comunes en el occidente y oriente de Medellín, el cual comprometía recursos cercanos a los mil millones de pesos y recomendaba el cierre definitivo de las escombreras, no ha sido posible detener el flujo diario de volquetas cargadas con los desechos de las obras civiles que se ejecutan en la ciudad.
Si bien el actual Secretario de Gobierno de Medellín, Mauricio Faciolince Prada, manifestó que la Administración Municipal tiene toda la disposición de acompañar a las víctimas de la comuna 13 en este proceso, sus palabras dejaron entrever la complejidad que encierra la decisión del cierre, temporal o definitivo, de este lugar. “Este es un tema muy complejo, no hay las herramientas jurídicas para hacerlo, pero el alcalde Aníbal Gaviria está dispuesto a acompañar a las víctimas”, acotó el funcionario.
Con esta noticia, las esperanzas de Nasly y Dora de saber si efectivamente sus familiares se encuentran enterrados allí se extinguen mucho más con cada volquetada de escombros que cae sobre las laderas amarillentas de la escombrera. También se apagan las ilusiones de María Eugenia*, quien aún espera saber de su esposo, Raúl Antonio Zuluaga, un comerciante del que no sabe nada desde el 19 de mayo de 1998.
“Él trabajaba vendiendo mercancía para el Chocó. La última vez que hablé con él me dijo que venía en taxi para la casa. Nosotros vivíamos en Belencito Corazón. Para esa época eso estaba muy caliente. Desde ese día no sabemos nada de él. Hace dos años, gracias a unos informes de unas organizaciones, nos dijeron que de pronto mi marido estaba enterrado en la escombrera. Pero lástima que el Municipio no colabore con la cerrada de la de escombrera, porque entre más escombros, menos fácil vamos a encontrar los cuerpos”, narró María.
Desafortunadamente, el funcionamiento de la escombrera no es la única preocupación que embarga a los familiares de los desaparecidos de la comuna 13. La violencia, que parece haberse enquistado en este sector de la cuidad, continúa cobrando vidas y sembrando terror entre la comunidad.
De acuerdo con las organizaciones defensoras de derechos humanos Corpades y Corporación Jurídica Libertad, la zona que comprende la escombrera se encuentra bajo el dominio de ‘Los Urabeños’, también conocidos como ‘Autodefensas Gaitanistas de Colombia’. Sus hombres imponen límites territoriales, control a los habitantes y cobro de vacunas, aun a las volquetas que ingresan a botar escombros.
“Aquí continúan arrojando cadáveres. El miedo es tal que varias víctimas de la Comuna no quisieron asistir a la conmemoración del Día Nacional de la Memoria. El miedo no las dejó”, declaró Adriana Arboleda, abogada de la Corporación Jurídica Libertad.
El día en que el país rindió homenaje a sus víctimas terminó con una petición vehemente de verdad y justicia, y un clamor para que haya pronta reparación, un reclamo que hacen constantemente unas víctimas, valientes todas ellas, de una violencia que no cesa.
13 de abril de 2012
12 de abril de 2012
cc verdad abierta