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[Andrew Rosenthal] [Los temores a nuevos atentados terroristas han justificado que Estados Unidos someta a los musulmanes del país a un régimen que invoca leyes y tribunales especiales para ellos.]

Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, temores genuinos sobre la seguridad nacional así como la politiquería y el miedo han provocado un cambio en el equilibrio entre las libertades civiles y el imperio de la ley. Es indisputable, y ha sido ampliamente debatido. Sin embargo, apenas si se reconoce que los atentados también condujeron a lo que hoy es esencialmente un sistema judicial diferente, separado para los musulmanes.
En este sistema, el principio del debido proceso es aplicado de manera torcida y selectivamente, si acaso se lo toma en cuenta en absoluto.
Abundan los ejemplos del sistema legal sólo para musulmanes, incluso aunque los políticos y la prensa evitan llamarlo por lo que es: centros de detención especiales para musulmanes (Bahía Guantánamo y la red de cárceles secretas de la CIA, que ahora se dice que fueron cerradas, donde los prisioneros eran torturados rutinariamente); procedimientos judiciales especiales para prisioneros musulmanes (tribunales militares); atribuciones especiales para agentes que tengan que vérselas con sospechosos musulmanes (entrega extraordinaria, i.e. el secuestro de extranjeros sancionados oficialmente).
El Departamento de Policía de Nueva York, como sabemos ahora, realizaba una vigilancia indiscriminada de talleres, templos o centros sociales musulmanes. El sentido de impunidad en el trato con musulmanes es tan fuerte que los agentes de Nueva York ni siquiera toleran una discusión real sobre el programa, y ciertamente tampoco la supervisión.
Supongo que uno puede argumentar que estos ejemplos no implican un sistema separado para musulmanes per se, sino para personas que cometen actos de terrorismo y que son casualmente musulmanes. Pero el caso del Departamento de Policía de Nueva York parece refutar ese argumento.
Aquí hay un ejemplo incluso más descarado de cómo la policía ha borroneado la diferencia entre un musulmán y un terrorista: a fines del año pasado, la revista Wired informó sobre materiales de adiestramiento del FBI conteniendo lo que el senador Richard Durbin, de Illinois, llamó “crudos estereotipos de musulmanes estadounidenses y árabes-americanos”. Esta es una descripción generosa.
Los agentes leían que “el islam es una religión radical muy violenta”, que “los musulmanes tradicionales de Estados Unidos probablemente simpatizan con los terroristas” y que los árabes tienen personalidades del tipo “Jekyll y Hyde”. También se enteraron de que “bajo ciertas circunstancias el FBI puede doblar o suspender la ley y limitar las libertades de otros”.
Durbin interrogó sin piedad al fiscal general Eric Holder sobre este impresionante relajo en las normas en noviembre pasado, y Holder reconoció que los materiales de adiestramiento contenían “informaciones erróneas”. Pero esto es mucho más que eso. Este es un indicio de un prejuicio profundamente enraizado en el contraterrorismo y en los departamentos de policía.
Como informó Charles Savage del Times el jueves, el FBI dijo a la Comisión Judicial del Senado que el material en cuestión había sido retirado. Pero Durbin ha expresado alarma de que se trataba de 876 páginas “que incluían material ofensivo” y que el FBI sólo había compartido un “puñado” con miembros de personal del Senado, a los que se les pidió que devolvieran los documentos.
El FBI, dijo Durbin, no tiene la intención de escribir ningún informe, ni pondrá el material de adiestramiento a disposición del Congreso ni de la opinión pública. Esto es típico. Cuando se les confronta con abusos y mala conducta en la llamada “guerra contra el terrorismo”, las agencias del gobierno empiezan negándolos para luego admitir a regañadientes que se han cometido algunos errores, pero rechazando la idea de exigir responsabilidades.
A los que les convence el argumento de que debemos renunciar a algunas de nuestras libertades para luchar contra el terrorismo, y creen que están a resguardo a abusos de autoridad porque no son musulmanes, harían bien en recordar que en el pasado el gobierno ha señalado a otros grupos minoritarios y puede señalar a otros más en el futuro. En el pasado, era suficiente ser de origen japonés para ganarse un lugar en un campo de concentración.
21 de abril de 2012
30 de marzo de 2012
©new york times
cc traducción c. lísperguer

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