[Permiten que datos sobre ciudadanos estadounidenses puedan ser almacenados durante más tiempo.]
[Sari Horwitz y Ellen Nakashima] El gobierno de Obama ha aprobado directrices que permiten que funcionarios de contraterrorismo prolonguen el periodo de tiempo durante el cual pueden almacenar información sobre ciudadanos estadounidenses, incluso si no tienen relación alguna con el terrorismo.
Los cambios permiten que el Centro Nacional de Contraterrorismo (NCTC), el centro de control de datos sobre terrorismo de la comunidad de inteligencia, conserve información hasta durante cinco años. Anteriormente, el centro debía destruir –generalmente dentro de ciento ochenta días- toda información sobre ciudadanos estadounidenses o residentes en el país a menos que tuviesen una evidente relación con el terrorismo.
Las nuevas directrices, que fuero aprobadas el jueves por el fiscal general Eric H. Holder Jr., han estado en elaboración durante más de un año, dijeron funcionarios.
Las directrices han despertado la preocupación de defensores de las libertades civiles.
Esos activistas han chocado repetidas veces con el gobierno sobre una miríada de temas de la seguridad nacional, incluyendo la detención militar sin juicio de individuos en Afganistán y en Bahía Guantánamo, la autorización del asesinato del clérigo estadounidense Anwar al-Awlaki con un avión no tripulado, y la persecución de un número sin precedentes de sospechosos de filtrar información secreta.
Funcionarios dijeron que las directrices buscan cerciorarse de que información relevante sobre terrorismo esté disponible para los analistas, mientras se la protege contra intrusiones de la privacidad. Entre otras disposiciones, las agencias que comparten datos con el NCTC pueden negociar por datos de periodos más cortos. Esa información puede pertenecer tanto a no ciudadanos como a “personas estadounidenses”: ciudadanos estadounidenses y residentes legales.
El director de la inteligencia nacional, James R. Clapper Jr., aprobó los cambios.
“Varias agencias diferentes los examinaron para cerciorarse de que todo el mundo se sintiera convencido de que habíamos alcanzado el equilibrio correcto entre compartir la información que era necesaria para proteger al país y la privacidad de la gente y las libertades civiles”, dijo Robert S. Litt, abogado general de la Oficina del Director Nacional de Inteligencia, que supervisa al NCTC.
Aunque las directrices abarcan una variedad de temas, la retención de datos fue el principal punto de las negociaciones con las agencias federales. Esas agencias proporcionan al centro con informaciones como visados e historiales de viaje y datos del FBI.
Las antiguas directrices eran “muy limitantes”, dijo Litt. “El primer día puedes ver algo y no creer que tenga algo que ver con el terrorismo. Pero seis meses después, de repente, se convierte en relevante”.
Desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, el gobierno ha tomado medidas para romper las barreras que entorpecían el intercambio de información entre agencias policiales y la comunidad de inteligencia, pero los obstáculos permanecen.
El NCTC, creado por la Ley de Reforma del Servicio de Inteligencia y Prevención del Terrorismo de 2004, recaba información de numerosas agencias y mantiene su acceso a cerca de treinta bases de datos de todo el gobierno. Pero las salvaguardas de seguridad difieren de agencia en agencia, en algunos casos entorpeciendo análisis oportunos y efectivos, dijeron altos funcionarios de inteligencia.
“Hemos estado presionando [por la ley] porque el éxito del NCTC depende de tener acceso total a todos los datos que ha recabado Estados Unidos legalmente”, dijo el representante Mike Rogers (republicano de Michigan), presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara. “No dejar ninguna posibilidad a otro atentado catastrófico que no fue impedido debido a que una importante información estaba oculta en un archivador”.
El incidente en Fort Hood, Texas, y el intento de derribar un avión de pasajeros con destino a Detroit en la Navidad de 2009 dio nuevo ímpetus a los intentos de agregar y analizar datos relacionados con el terrorismo de manera más efectiva.
En el caso de Fort Hood, el mayor Nidal M. Hasan había tenido contacto con Awlaki, pero esa información no había sido compartida con el gobierno. El nombre de Umar Farouk Abdulmutallab, el sospechoso de la conspiración para derribar un avión de pasajeros en 2009, había sido colocado en una lista maestra albergada en el NCTC, pero en la lista de vigilancia que le habría impedido abordar el avión.
Funcionarios dijeron que las salvaguardas de la privacidad en las nuevas directrices limitan la capacidad del NCTC de redistribuir información entre otras agencias.
“Dentro de la comunidad de inteligencia, hay un conjunto de controles para fines terroristas, un conjunto más estricto de controles para fines no terroristas, e incluso un conjunto de controles todavía más estrictos para la difusión fuera de la comunidad de inteligencia”, dijo el funcionario, que habló a condición de conservar el anonimato. No se puede compartir toda una base de datos, sino sólo información específica dentro de cada conjunto, y debe ocurrir con la autorización de la agencia que proporcionó los datos, dijo el funcionario.
Los defensores de la privacidad dijeron que les preocupaban las nuevas directrices, pese a las salvaguardas.
El propósito de las salvaguardas es asegurarse de que “las sólidas herramientas que damos a las comunidades militar y de inteligencia para proteger a los estadounidenses contra amenazas extranjeras no sean dirigidas contra estadounidenses”, dijo el asesor de políticas de seguridad nacional de la Unión Americana de Libertades Civiles, Michael German. “Aguar esas reglas implica significativos temores de que personas estadounidenses sean señaladas o arrastradas en estos programas de recabamiento y puedan verse perjudicadas por continuadas investigaciones mientras las agencias almacenen los datos”.
Otros expertos en seguridad nacional dijeron que las directrices dan más flexibilidad a los funcionarios sin comprometer la privacidad individual.
“Cinco años es un marco de tiempo razonable”, dijo Paul Rosenzweig, ex alto funcionario de programas del Departamento de Seguridad Interior. “Ciertamente creo que ciento ochenta días era muy poco. No es una evaluación realista” del tiempo que toma un analista en investigar grandes conjuntos de datos a la búsqueda de información relevante, dijo.
[Foto viene del blog de Tony Molony.]
23 de abril de 2012
22 de marzo de 2012
©washington post
cc traducción c. lísperguer