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[Las torturas y malos tratos con que fue tratado Padilla y los intentos de impedir en su caso el funcionamiento normal de la justicia, demuestran que el gobierno de Bush violó gravemente las garantías constitucionales que protegen a los ciudadanos estadounidenses y el derecho internacional. Editorial de NYT.]

A José Padilla, el ciudadano estadounidense detenido como enemigo combatiente después de ser arrestado por el gobierno de Bush en mayo de 2002, le negaron contacto con su abogado, su familia o cualquier otra persona fuera de la prisión militar durante casi dos años y lo retuvieron durante casi cuatro. Sus carceleros lo amenazaban de muerte, lo mantenían encadenado durante horas, lo obligaban a asumir posturas corporales dolorosas, lo sometían a gases tóxicos que afectaban sus ojos y su nariz y a ruidos ensordecedores a todas horas, le negaron atención médica para el tratamiento de enfermedades graves y otras cosas.
Este tratamiento fue sin ninguna duda cruel, inhumano y aberrante, en contravención con las normas mínimas que deben aplicarse a cualquiera que esté bajo custodia estadounidense, especialmente un ciudadano. Parte de esos tratamientos constituyen tortura, aunque Padilla no debería haber tenido que probar que el modo en que fue tratado era inconstitucional.
Con la idea de ser indemnizado con un dólar –para probar su argumento sobre la responsabilidad-, Padilla demandó a John Yoo, el autor de las argucias jurídicas que sustentaron la guerra de Bush contra el terrorismo. Padilla dijo que Yoo violó la Constitución al contribuir a la definición de políticas que condujeron a su detención e interrogatorio ilegales y luego a redactar documentos jurídicos para justificar su tratamiento.
En 2009, una corte federal de distrito en California falló que Yoo no era inmune a la demanda: las violaciones de los derechos de Padilla argumentados fueron “claramente establecidas en la época de los acontecimientos” y cualquier funcionario federal “razonable” lo habría entendido.
Pero esta semana, en un fallo erróneo y peligroso, un tribunal de tres jueces de la Corte de Apelaciones del Noveno Circuito de Estados Unidos decidió que la demanda de Padilla no podía continuar porque Yoo es inmune. La opinión unánime contiende que no estaba “más allá de discusión” que Padilla, un ciudadano estadounidense declarado enemigo combatiente, tuviera derecho a las mismas garantías que cualquier delincuente acusado o reo convicto, o que el tratamiento a que había sido sometido constituía claramente tortura durante los años que estuvo retenido.
Hasta hace un año, la ley daba a los funcionarios la llamada inmunidad calificada para protegerlos cuando actuaban responsablemente. Para llamarlos a rendir cuentas por ejercer el poder de manera irresponsable, se necesitaba simplemente que una persona razonable supiera que estaba violando un derecho. Sin embargo, en mayo pasado la Corte Suprema falló que “precedentes existentes” convertían toda duda sobre ese derecho en algo que estaba fuera de discusión.
Esta es una norma impracticable y la decisión del Noveno Circuito muestra por qué. El gobierno de Bush fabricó ambos “debates” –sobre la tortura y los enemigos combatientes. Cualquier gobierno futuro puede apoyarse en este precedente para utilizar el mismo truco y encubrir otros atropellos.
Al usar la categoría “enemigo combatiente”, el gobierno de Bush ocasionó un debate que no existía sobre si los derechos de un ciudadano estadounidense detenido dependen de cómo se lo haya clasificado. Ofreciendo escandalosas racionalizaciones para torturar a los detenidos, fomentó deshonestamente un debate sobre la definición de tortura cuando lo que hacía era claramente tortura.
El Noveno Circuito se equivocó cuando aceptó estas supercherías y en insistir en dudar si los malos tratos con que fue tratado Padilla son tortura o no. Incluso si de algún modo no pudieran esas conductas ser clasificadas de ese modo, su naturaleza cruel, inhumana y aberrante violó severamente sus derechos como ciudadano y el derecho internacional sobre el tratamiento de los prisioneros. Incluso en la época, el tema estaba más allá de toda discusión, y Yoo debería haberlo sabido.
7 de mayo de 2012
4 de mayo de 2012
©new york times
cc traducción c. lísperguer

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