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[La conquista de la imagen.]

El ejército de Roca en la cámara de Pozzo: nada de guerreros indios y mucha pampa vacía.
-¡Mire Pozzo, su trabajo es importantísimo para el futuro de la nación! –dijo general Roca desde el escritorio francés que, junto con una cama, constituían el único mobiliario de la tienda de campaña que levantaba una y otra vez en la llanura para dirigir la guerra. Roca había partido de Carhué en abril de 1879, comandando la primera división y estaba llegando a Choele Choel un mes después, sin disparar un solo tiro. Otras cuatro divisiones le abrían paso. Eran esos hombres los que mataban.
–El solo hecho de registrar esta campaña transformará esta gesta en un hecho histórico –le explicó Rocca a Antonio Pozzo, el fotógrafo que había contratado para plasmar su pantomima de guerra–. Sus vistas disciplinarán el paisaje y civilizarán la barbarie tal como lo hacen ya el telégrafo y el Remington. Por eso le he pedido que venga con nosotros –le explicó a continuación, apasionado.
–¡Muchas gracias –respondió Pozzo–, es un honor, general! Pero no comprendo bien –inquirió.
–Le explico, Pozzo –dijo entonces el ministro de Guerra–. Es muy importante que en sus vistas la pampa se vea lejana, vacía: un inmenso territorio por ocupar. No incluya nunca en sus imágenes a la chusma de indios ni, por supuesto, a la muerte –aclaró–. ¡Realice sólo tomas que celebren la conquista!
–Pero… ¿y la lucha? ¿Y la masacre forzosa que conllevará? –preguntó el fotógrafo, inocente.
–Oigame bien, Pozzo, hoy ya nadie duda de que la fotografía es una prueba irrefutable de la realidad –dijo en ese momento Roca, visiblemente molesto–. Así que no importa demasiado cómo sean en verdad las cosas –continuó–. Gran parte de esta batalla la ganaremos en sus vistas. Tenga en cuenta que no llamaremos a esta gesta “La conquista de los pampas”, ni “La conquista de los ranqueles”. Una vez que despejemos de bárbaros la llanura, llamaremos a esta saga “La conquista del desierto” y sus vistas deberán corroborar lo vacante de la tierra. Y esto no es una sugerencia, le estoy dando una orden –terminó diciendo el general.
Antonio Pozzo cumplió a rajatabla las instrucciones de Roca. Ninguna de sus fotografías refieren lucha ni muerte alguna. Salvo en algunas fotografías del alto mando tomadas en primer plano, en el resto de sus “vistas” la tropa aparece como un batallón lejano de hormigas en una enorme planicie vacía. Los pocos indios que muestran sus fotografías pertenecen a tribus amigas del ejército y la pampa se muestra como un gran desierto olvidado. La retribución que recibió Antonio Pozzo por la exactitud con que plasmó los deseos de Roca en sus fotografías consistió en dos medallas y una parcela de tierra… Desocupada.
10 de mayo de 2012
9 de mayo de 2012
©página 12

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