[Tenebroso auge de las cárceles privadas en Luisiana, el estado estadounidense que tiene una tasa de encarcelamiento siete veces mayor que China].
[Charles M. Blow] “Luisiana es la capital de las cárceles del mundo. Es el estado que más encarcela a sus propios habitantes, por cabeza, que cualquiera de sus contrapartes estadounidenses. Ser primero entre estadounidenses quiere decir primero en el mundo. La tasa de encarcelamiento de Luisiana es casi el triple de Irán, siete veces la de China y diez la de Alemania”.
Ese párrafo inicia una devastadora serie de ocho partes publicada este mes por The Times-Picayune, de Nueva Orleans, sobre cómo el sistema de las cárceles privadas –que son las más- del estado se benefician de las altas tasas de encarcelamiento y severas condenas, y sobre cómo muchos individuos con el poder de reducir el sistema en realidad tienen un aliciente económico para perpetuarlo. La imagen que emerge la conforman condenados que son tratados como esclavos y un sistema jurídico basado esencialmente en la mercantilización de los seres humanos.
Primeo, algunos hechos sobre la serie:
-Uno de cada 86 adultos de Luisiana está preso, el doble del promedio nacional.
-Más del 50 por ciento de los reos de Luisiana cumplen sus penas en cárceles locales, más que en cualquier otro estado. El otro estado con la segunda tasa de encarcelamiento más alta es Kentucky, con 33 por ciento.
-Luisiana es el estado con el porcentaje más alto de presos cumpliendo penas de reclusión perpetua a firme.
-Luisiana gasta menos dinero en reos que cualquier otro estado.
-Casi dos tercios de los reos de Luisiana son infractores no violentos. El promedio nacional es menos de la mitad.
A principio de los años ochenta, el estado debía -por resolución de una corte federal- reducir el hacinamiento, pero en lugar de liberar a reos o de aliviar las sentencias, el estado incentivó la construcción de cárceles privadas. Pero, en lo que el diario llamó “un giro típico para Luisiana”, la mayoría de los empresarios de las prisiones eran en realidad sheriffs de localidades rurales. Vieron una manera de hacer dinero, y la aprovecharon.
También fue una oportunidad para dar empleo a gente de la localidad, especialmente granjeros declarados en bancarrota por tribunales después de una aguda reducción de los precios de sus productos.
Pero para que las cárceles locales sigan siendo rentables, las camas, que uno de los empresarios penitenciarios describió como bombillas para polillas, deben permanecer ocupadas. Eso quiere decir que, casi diariamente, los funcionarios carcelarios locales se la pasan hablando por teléfono, negociando por presos de las hacinadas cárceles de las grandes ciudades.
También quiere decir que las sentencias a penas de cárcel deben seguir siendo severas, lo que apoya la asociación del sheriff. Esto quiere decir que Luisiana tiene algunas de las instrucciones de sentencia más duras del país. Escribir un cheque sin fondo en Luisiana puede significar hasta diez años de cárcel para el autor. En California, en contraste, no significaría más de un año.
Hay otro problema con este infernal sistema: los presos que terminan en estas cárceles con fines de lucro, donde muchos reos son condenados a penas de prisión breves, reciben menos programas de rehabilitación que los reos en penales del estado, donde muchos de los reos son condenados a reclusión perpetua. Esto es porque el per diem por reo en las cárceles locales es la mitad del de las cárceles del estado.
En breve, el sistema es completamente aberrante.
Los condenados a reclusión perpetua en cárceles del estado pueden aprender a ser soldadores, fontaneros y mecánicos de coches –oficios que no practicarán nunca como hombres libres- mientras que los reos en las cárceles locales, que serán liberados al cumplir sus penas, no aprenden ningún oficio y salen de la cárcel con nada más que “diez dólares y un billete de autobús”.
Estos ex convictos, casi sin rehabilitación y pocas perspectivas de poder sobrevivir por sí mismos, vuelven a comunidades que ya tienen dificultades a las que llegaron en parte debido a que tantos hombres son extraídos masivamente de ellas. Allá el ciclo de delincuencia a menudo empieza de nuevo, y personas inocentes quedan atrapadas en el medio mientras observan chicos impresionables.
De acuerdo al Times-Picayune: “En cinco años, casi la mitad de los ex convictos del estado están nuevamente tras las rejas”.
Eso justamente es lo que conviene a los operadores de prisiones. Necesitan que los reos vuelvan a la cárcel.
Además, mientras más dinero gasta el estado en las cárceles, menos puede gastar en medidas preventivas, como educación. (De acuerdo al Education Week’s State Report Cards, Luisiana fue uno de los tres estados y el Distrito de Columbia que recibieron una F por logros K-12 en 2012, y este año el estado tiene un déficit de 220 millones de dólares en su presupuesto de 25 mil millones de dólares).
Luisiana es el ejemplo más descarnado y flagrante del fracaso de nuestras políticas carcelarias. Muestra cómo las cárceles privadas no sirven el interés público, que el encarcelamiento masivo como forma de generación de empleos es una abominación de la justicia y la civilidad y que por tratar de encontrar una solución rápida, se está creando una crisis de largo plazo.
Como se leía en el diario: “Un sistema carcelario que presta a sus reos como si fueran esclavos de una plantación del siglo diecinueve cierra el círculo y se convierte nuevamente en un nexo para hacer dinero”.
4 de junio de 2012
26 de mayo de 2012
©new york times
cc traducción c. lísperguer
Estoy buscando aun hermano que se llama Onivilio Ambrocio Morales la ultima ves que me habló fue el 28 de marzo en la mañana,hasta hora no se nada de el .