[Sin las pequeñas empresas iniciadas por inmigrantes, la economía estadounidense estaría muy a mal traer. Los inmigrantes ocupan un lugar central en la economía y el Partido Republicano, que trata a los inmigrantes con una hostilidad que raya en el odio, debería empezar a mostrar que cree en su propia retórica sobre el valor del emprendimiento. Editorial NYT].
Los inmigrantes son conocidos como personas emprendedoras, por razones obvias: las que tienen la ambición y energía de desarraigarse a sí mismas y construir nuevas vidas en un país distante están bien equipadas para iniciar negocios y darle empuje a la economía. De cualquier manera, eso es lo que se cree habitualmente y un nuevo estudio del Instituto de Política Fiscal lo confirma ampliamente. El estudio, basado en datos censuales, examina a los dueños de pequeños negocios en todo el país y hace un retrato detallado del emprendimiento de los inmigrantes.
El estudio constató que entre los dueños de pequeñas empresas en Estados Unidos hay novecientos mil inmigrantes, cerca del dieciocho por ciento del total. Este porcentaje es más alto que el de inmigrantes en la población general, que es del trece por ciento, y el de inmigrantes en la fuerza de trabajo, que es del dieciséis por ciento. Las pequeñas empresas en las que la mitad o más de los dueños eran inmigrantes empleaban 4.7 millones de personas en 2007, el último año sobre el que se dispone de cifras, y generaron 776 mil millones para el fisco. De 1990 a 2010 representaron el treinta por ciento del crecimiento de las pequeñas empresas con menos de cien empleados.
Los empresarios inmigrantes se concentraron en servicios profesionales y comerciales, comercio detallista, construcción, servicios educacionales y sociales, y en el sector del ocio y la hostelería. Poseen restaurantes, consultas médicas, firmas inmobiliarias, tiendas de abarrotes y servicios de transporte. La mayoría provienen de México, seguidos por inmigrantes de India, Corea, Cuba, China y Vietnam. California tiene el porcentaje más alto de inmigrantes entre los dueños de pequeñas empresas con el 33 por ciento, seguida por Nueva York (veintinueve por ciento), Nueva Jersey (veintiocho por ciento), Florida (veintiséis por ciento) y Hawái (veintitrés por ciento).
El estudio no contempló la condición legal de los inmigrantes, pero debido a que sólo cubría empresas legales, y no operaciones no inscritas, presumiblemente incluyó pocos, si acaso, dueños sin documentos.
Confirmando calurosamente la centralidad de la inmigración en la economía estadounidense, el estudio expone los prejuicios que atraviesan al Partido Republicano, que ensalza a los dueños de pequeñas empresas mientras trata a los inmigrantes con una hostilidad que raya en el odio. No son pocos los dueños de empresas conservadores que celebran la contribución de los inmigrantes a Estados Unidos –el alcalde Michael Bloomberg y Rupert son dos de ellos-, pero los dirigentes republicanos, incluyendo al portaestandarte del partido, Mitt Romney, se han aliado con proyectos ultraderechistas para limitar la inmigración y acosar y hostigar a millones de inmigrantes indocumentados para ahuyentarlos del país.
En bastiones de la vieja guardia republicana como Arizona –y Alabama, hogar de pequeñas y somnolientas ciudades donde las tiendas de abarrotes y lavanderías latinas son algunos de los pocos signos de vida económica en el centro- las políticas anti-inmigrantes amenazan con ahogar el crecimiento económico. Si los republicanos empezaran a creer en su propia retórica sobre los dueños de pequeñas empresas, deberían ver la inmigración no como un mar de problemas sino como un profundo pozo de energía capitalista, esperando ser utilizada.
13 de julio de 2012
1 de julio de 2012
©new york times
cc traducción c. lísperguer