[Santiago, Chile] [En el festival de cine sobre derechos humanos. Documental argentino sobre robo de niños durante la dictadura será presentado en Chile por su propio director, en momentos en que las Abuelas de Plaza de Mayo anunciaron la recuperación del hijo robado número 106 y luego que varios represores fueran condenados por un “plan sistemático” de apropiación de hijos de desaparecidos.]
[María Eugenia Durán] Hay heridas que no cicatrizan bien y el drama del robo de bebés durante la última dictadura militar en Argentina es una de ellas. Este es el tema central del documental ‘Botín de guerra’ que es presentado este jueves en Santiago por su propio director, David Blaustein, en el marco del Festival de Cine Memoria Audiovisual.
Y aunque la obra de Blaustein data de 1999, nunca ha dejado de ser actual en este país, donde 30.000 personas desaparecieron tras la dictadura y unos 500 bebés fueron robados.
Otro Ejemplo
“Las Abuelas estamos cumpliendo 35 años de búsqueda. Muchas de nosotras se han ido de esta vida sin poder abrazar a su nieto o nieta. Nuestra lucha sigue siendo tan dolorosa y desesperada como al principio, aunque ahora con el agravante de que el tiempo se nos acaba”.
Así resumieron su larga lucha las Abuelas de Plaza de Mayo, que este mismo martes anunciaron la “recuperación” del nieto número 106.
El caso de este hombre de 34 años, Pablo Javier Gaona Miranda, es un claro ejemplo de una herida que aún desangra a Argentina: 500 niños y niñas fueron secuestrados por los mismos militares que hicieron desaparecer a sus padres o por sus cómplices civiles durante la última dictadura argentina (1976-1983).
Búsquedas de Identidad
Pablo sólo tenía un mes cuando fue arrebatado a sus padres, el paraguayo Ricardo Gaona Paiva y la argentina María Rosa Miranda, dos militantes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), el 14 de mayo de 1978.
Y sólo conoció su verdadera identidad 34 años después, mediante un análisis realizado en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG).
Había sido entregado a un matrimonio por un coronel retirado, primo del apropiador.
Según cifras oficiales, unos 3.300 jóvenes argentinos ya han acudido a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) para investigar su procedencia. Pero la búsqueda y la rectificación de identidad ha sido una tarea lenta, difícil e incluso dolorosa.
Condenas
Paralelamente a las búsquedas de las Madres y Abuelas, la justicia argentina también ha querido avanzar en el tema.
En julio, el ex dictador Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone, último Presidente de la dictadura, fueron condenados a 50 y 15 años de prisión, respectivamente, por el robo sistemático de bebés durante la última dictadura militar.
El dictamen se completó con las sentencias a los jefes navales Jorge ‘Tigre’ Acosta (30 años de cárcel), Antonio Vañek (40 años), Juan Azic (14) y el capitán médico Jorge Magnacco, que operaba de partero en las maternidades clandestinas instaladas en los mismos centros de detención.
Asimismo fueron condenados los jefes de ejército terrestre Santiago Riveros (20) y Víctor Gallo (15), y la maestra Susana Colombo (5), ex esposa de Gallo, ambos apropiadores de niños.
Pero más allá de las penas de cárcel, lo que los organismos de derechos humanos consideran crucial es que por primera vez una sentencia probó la existencia de este “plan sistemático” diseñado al más alto nivel por el Gobierno militar para secuestrar, esconder y cambiar la identidad de los hijos de las personas detenidas y desaparecidas durante aquellos años.
Sin Reconocimiento
Sin embargo, aunque las condenas dan una sensación de avance judicial, los condenados no han prestado la más mínima ayuda para la búsqueda de los niños robados.
Videla, por ejemplo, volvió a negar la existencia del plan de robo de bebés desde el Estado.
“Había órdenes escritas sobre el proceder según las circunstancias para restituir a sus familiares a un menor que había quedado desvalido ante la detención de sus padres”, dijo Jorge Rafael Videla, ex dictador de Argentina.
Pero lo cierto es que muchos militares y civiles no devolvían los bebés a las familias de los detenidos porque no las consideraban aptas para criarlos: “Eran comunistas”.
8 de agosto de 2012
©la nación