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[Front Royal, Virginia, Estados Unidos] [Para asegurar la supervivencia de algunas especies en peligro de extinción, los zoológicos en Estados Unidos están recurriendo a programas de reproducción asistida. Sólo algunos programas han tenido éxito].

[Leslie Kaufman] Después de olfatear cautelosamente la hierba, tres guepardos del centro de reproducción animal empezaron repentinamente a correr en frenéticos círculos. Era un signo de que la hembra guepardo que vive normalmente en el patio, estaba en celo.
Entonces, uno de los machos soltó un ladrido bajo, como el de una foca –que indica un estado de mayor excitación. Los otros machos se disculparon.
Para maximizar las posibilidades de una cría exitosa, los científicos han aprendido a separar por género a los guepardos, incluso impidiendo que se vean unos a otros antes de aparear. Pero resulta que la familiaridad también puede enfriar a los guepardos.
Finalmente, era hora de hacer entrar a la hembra. Parecía estar perpleja ante la ansiedad de los machos y no logró asumir una posición de apareamiento. El encuentro fracasó.
Con el aumento de las extinciones y de la destrucción de los entornos naturales, los zoológicos están tratando de reproducir a cerca de 160 especies en peligro de extinción que se encuentran en cautiverio. Pero mientras el apareamiento en el hábitat natural parece en general simple y fluido, en cautiverio puede ser cualquier cosa, menos eso.
El ochenta y tres por ciento de esas especies en zoológicos norteamericanos no logran alcanzar los objetivos fijados para mantener su diversidad genética, informa la Asociación de Zoológicos y Acuarios. En el caso de los guepardos, menos del veinte por ciento de los que se encuentran en zoológicos norteamericanos han sido capaces de reproducirse.
Los zoos deben encontrar la fórmula para que los guepardos cautivos y muchos otros animales puedan conformar poblaciones mínimas que garanticen su supervivencia antes de que la situación en sus entornos naturales se vuelva insostenible, dijo Jack Grisham, que ha coordinado el plan de reproducción de guepardos de la asociación durante veinte años. Pero la decepcionante tasa de reproducción ha llevado a algunos conservacionistas de terreno a cuestionar la participación de zoológicos en el tema de la reproducción. Muchos dicen que preferirían que el dinero fuera redestinado a la conservación de hábitats naturales y especies en estado salvaje.
“Me alegraría con la reproducción en cautiverio si pensara que estamos ayudando a los guepardos”, dijo Luke Hunter, presidente de Panthera, una organización sin fines de lucro que trabaja en proyectos globales de conservación de grandes felinos en estado salvaje, incluyendo guepardos. “Sin contrapesos, se reproducen como conejos. No necesitan una reproducción asistida súper cara: sólo necesitan un lugar donde hacerlo”.
El Zoológico Nacional de la Smithsonian en Washington gasta cada año cerca de 350 mil dólares en la reproducción de guepardos en su recinto de mil 300 hectáreas aquí en Front Royal, que alberga a dieciocho otras especies. Ese presupuesto financia el recabamiento de datos y la logística del apareamiento a larga distancia, entre otros gastos. Existen programas de reproducción de guepardos similares en otros cuatro centros domésticos gestionados por zoológicos.
Sin embargo, pese a dos décadas de esfuerzos sostenidos, la población cautiva de 281 guepardos en Norteamérica da nacimiento a sólo quince cachorros en promedio al año, exactamente la mitad de lo que sus celadores calculan que es necesario para mantener un nivel de remplazo sano.
Los guepardos son mucho más melindrosos que, digamos, sus primos los grandes felinos, leones y tigres, que se reproducen con facilidad. Pero no es tan difícil como criar pandas, que desde 2010 no han parido ni un solo cachorro en cautiverio en Estados Unidos.
Aunque no están en peligro inmediato, la población mundial de guepardos se ha reducido drásticamente. A principios del siglo veinte, gruesamente cien mil guepardos deambulaban en África, el Mediterráneo e India, de acuerdo a la Smithsonian. Hoy, funcionarios de Panthera y de la asociación de zoológicos calculan que sólo entre siete mil y diez mil permanecen en sus hábitats naturales, debido a la pérdida de territorio, a la caza furtiva y a conflictos con campesinos y ganaderos.
Phanthera promueve programas seguros que ayudan a sobrevivir a los guepardos, y a la gente. La organización asesora a pequeños empresarios ganaderos sobre cómo prevenir que los felinos merodeadores ataquen a sus animales, e incluso les proporciona gratuitamente perros guardianes adiestrados para el trabajo. Pero independientemente de lo agresivamente que las organizaciones de conservación se esfuercen por conservar las poblaciones de fauna salvaje, dijo Grisham, las presiones son tan grandes de que animales de zoológico podrían algún día tener que servir como un banco de seguro genético.

“Noé Estaba Equivocado”
Los programas de reproducción no giran sólo sobre la conservación de las especies; también aseguran que los zoológicos prosperen. Hasta los años setenta, los zoos podían capturar a los animales que querían exhibir. Pero la creciente conciencia de la vulnerabilidad de muchas especies condujo a la firma de tratados. Y la Ley de Especies en Peligro de Extinción de 1973 restringió la importación de animales de especies amenazadas, incluso a los zoológicos.
Así, los zoológicos empezaron programas de reproducción coordinados para las especies amenazadas. Luego, en 2000, la asociación inauguró su Centro de Control de Población administrado por el Parque Zoológico Lincoln de Chicago para llevar a cabo detallados análisis demográficos y genéticos de la reproducción en animales, amenazados o no, en 235 zoológicos. Miembros del personal elaboran recomendaciones sobre cómo reproducir mejor a cada una de las especies.
En una población cerrada, como en los zoológicos, la prioridad es alcanzar altos niveles de diversidad genética para mantener la adaptabilidad de las especies y prevenir los cruzamientos endogámicos. El resultado es una especie de selección natural a la inversa, en la que los animales con las tasas de reproducción más bajas son puestos en la parte de arriba de la lista de prioridades debido a la rareza de sus genes.
Sarah Long, directora del Programa de Control de Población de Chicago, dijo que los zoológicos empezaron con muy pocos animales de cada especie, y muchos no tienen suficiente variación genética como para asegurar su sobrevivencia en cautiverio a largo plazo. La media de población constatada para las especies en zoológicos estadounidenses fue de quince. Ahora los zoológicos calculan en veinte el número para los grandes mamíferos.
“Noé estaba equivocado”, dijo Long. “Con uno o dos o incluso una docena de animales por especie no es suficiente”.
La asociación dirige cerca de seiscientos programas cooperativos de reproducción, pero de momento ha elaborado planes de reproducción formal para sólo 357 especies. Cerca del 55 por ciento de esas especies con planes son consideradas en peligro en su entorno natural por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, entre ellas el gorila occidental de las tierras bajas y el antílope órice de cuernos de cimitarra.
Sin embargo, el cuarenta por ciento de esas 357 poblaciones controladas se están reduciendo –algunas por razones conocidas y, en otros casos, desconocidas.
El número de osos andinos se está reduciendo debido a que los zoológicos rebajaron su reproducción hace años y la población envejeció demasiado como para reproducirse. El lechwe del Nilo, un antílope, sufre en cautiverio porque los zoológicos están otorgando menos espacio a las raras especies unguladas.
Los animales comerciales como el ganado son criados en gran parte mediante inseminación artificial. Pero los investigadores carecen de conocimientos adecuados sobre la inseminación de muchos animales de zoológico exóticos.
Así que, de momento, la mayoría de los animales de zoológico aparean al modo tradicional, lo que supone sus propios enigmas logísticos.
Una institución puede mostrarse reluctante a privarse de los populares chimpancés o pingüinos. Los animales disponibles provenientes de ultramar pueden estar bloqueados por tratados agrícolas, problemas diplomáticos o cuarentenas.
Y los animales, como los humanos, tienen sus propias ideas sobre sus parejas.
Los pingüinos africanos son generalmente monógamos. En el Acuario de Nueva Inglaterra, los pájaros son apareados por los celadores con parejas genéticamente apropiadas.
Y cuando maduran sexualmente, los pájaros aparejados son retirados a un área separada para que creen vínculos. Pero cerca del veinticinco por ciento de las veces los pingüinos rechazan a la pareja designada.

Más Como en la Naturaleza
Pocos felinos grandes han vivido tan cerca de los humanos como los guepardos, que se piensa que ya eran mascotas de la realeza hace cinco mil años. Sin embargo, los investigadores están todavía tratando de conocer la dinámica de su apareamiento, dijo Adrienne Crosier, directora del programa de reproducción de guepardos para el Zoológico Nacional de la Smithsonian.
Durante décadas, los zoológicos hacinaban a los grandes felinos en recintos temáticos y los trataban similarmente. Pero sus hábitos de apareamiento pueden ser radicalmente diferentes. Por ejemplo, el leopardo de Borneo, una especie en crítico peligro de extinción con manchas menos definidas, se empareja muy temprano en su vida. Si se lo introduce para aparear como adulto maduro en cautiverio, puede sufrir un estrés severo y el macho podrá ocasionalmente matar a la hembra. Esos ataques ocurrieron repetidas veces antes de que los investigadores descubrieran la raíz del problema.
Los guepardos, en contraste, no forman parejas. Sin embargo, no fue sino hasta los años noventa que los zoológicos lo entendieron.
Hace poco, los investigadores se enteraron de que las guepardos fértiles que no están relacionadas o que no se han criado juntas no deberían ser mantenidas juntas porque la hembra dominante puede sufrir tanto estrés que dejará de entrar en celo.
Para resolver estos problemas de los guepardos y otros animales, los zoológicos están poniendo énfasis en los centros de conservación que se parecen menos a zoológicos y más a ranchos o parques zoológicos. El centro de conservación animal aquí tiene suficiente espacio como para permitir las idiosincrasias animales e imitar las condiciones en su entorno natural.
Los cinco centros que crían guepardos acumulan un número desproporcionado de logros, incluyendo un caso inusual en 2010.
Una guepardo de cinco años había permanecido infértil durante los numerosos intentos de reproducción en dos años. Sólo le quedaban pocos de sus mejores años, así que se trasladó a un guepardo joven desde Florida, a 1.448 kilómetros.
Funcionó. Nacido como un cachorro único, el guepardo bautizado como Nick fue sustraído del cuidado de su madre debido a otro descubrimiento de la investigación: como único entre los grandes felinos, la madre guepardo no producirá suficiente leche para su bebé si sólo tiene que amamantar a uno. Anticipando esa posibilidad, Crosier había programado que la preñez de otra guepardo coincidiera con la de la madre de Nick.
Como el centro esperaba el otro nacimiento, Nick fue alimentado con un biberón cubierto con piel de guepardo de modo que no se acostumbrara mucho a los humanos. Cuando nació el siguiente cachorro -otro nacimiento simple-, los funcionarios esperaron hasta que la nueva madre se alejara a comer y depositaron a Nick junto al recién nacido, frotándolo con su cama para que absorbiera bien el olor.
Cuando la madre volvió, los funcionarios contuvieron el aliento: podía matarlo fácilmente. En lugar de eso, lo adoptó y alimentó a los dos cachorros. Fue el sexto trasplante semejante en la historia del zoológico estadounidense.
Hace unos meses, a los dieciocho meses, Nick fue separado de su familia adoptiva. Crosier espera que se aparee pronto.
“Tiene grandes genes”, dijo, orgullosamente.
12 de agosto de 2012
5 de julio de 2012
©new york times
cc traducción c. lísperguer

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