[Hay muchos críticos de las campañas de asesinatos selectivos iniciadas por Estados Unidos para eliminar a los que sospecha que traman atentados terroristas contra intereses y ciudadanos estadounidenses. Pero también hay quienes aseguran que esos ataques con aviones no tripulados causan menos bajas civiles involuntarias que otras formas de guerra].
[Scott Shane] Para tratarse de modelos no tripulados, en estos días los drones llevan un montón de equipaje, además de sus misiles Hellfire. Algunas personas consideran profundamente inquietante la noción misma de robots homicidas. Sus letales operaciones en países soberanos que no están en guerra con Estados Unidos plantean polémicas interrogantes jurídicas. Se han convertido en una fuerza de radicalización en algunos países musulmanes. Y su proliferación los pondrá inevitablemente en manos de regímenes odiosos.
Pero la mayoría de los que critican el uso agresivo de los drones que hace el gobierno de Obama para llevar a cabo asesinatos selectivos se han concentrado en las evidencias de que están matando involuntariamente a civiles inocentes. Desde las desoladas regiones tribales de Pakistán nos llegan conmovedoras historias de familias exterminadas por error y de niños considerados como daños colaterales en la campaña contra al Qaeda. Y hay serios indicios de que los funcionarios estadounidenses han minimizado las muertes de civiles.
Así, puede resultar sorprendente encontrar que algunos filósofos morales, politólogos y especialistas en armas creen que los aviones armados no tripulados ofrecen marcadas ventajas morales sobre casi todas las otras herramientas de guerra.
“Cuando lo empecé a estudiar tenía dudas y aprehensiones éticas sobre este tema”, dijo Bradley J. Strawser, ex oficial de la Fuerza Aérea y profesor de filosofía en la Escuela Naval de Posgrado. Pero dijo que después de un detenido estudio de los vehículos aéreos dirigidos por control remoto, concluyó que su empleo contra terroristas era no sólo éticamente permisible sino que también podría ser un imperativo ético, debido a las ventajas que ofrece en cuanto a la identificación de los objetivos y a la precisión de sus ataques.
“Tienes que empezar a preguntarte, como en el caso de cualquier acción militar, si la causa es justa”, dijo Strawser. Pero para los extremistas que están fehacientemente conspirando para cometer actos violentos contra inocentes, dijo, “las evidencias que hemos podido recopilar sugieren que los drones son mejores a la hora de identificar a los terroristas y de evitar daños colaterales”.
Debido a que los operadores de drones pueden visualizar un blanco horas o días antes del ataque, pueden identificar a los terroristas con más precisión que las tropas en el terreno o los pilotos convencionales. También pueden coordinar el ataque cuando no se encuentren civiles en la cercanía y pueden incluso desviar la trayectoria de un misil después de haberlo disparado si, digamos, aparece un chico en la escena.
Claramente, esas ventajas no han sido siempre utilizadas de manera competente ni humana; como cualquier otro arma, los drones armados pueden ser empleados de modo despiadado o sobre la base de informaciones erróneas. Si un operador ataca la casa equivocada, ciertamente morirán inocentes.
Además, todo análisis de los resultados reales de los ataques de la Central de Inteligencia Americana en Pakistán, que se ha convertido en el terreno de prueba involuntario del mundo para la nueva arma, se encuentra entorpecido por el secreto y una increíble variedad de informes sobre bajas. Pero una comparación general concluye que incluso si los cálculos más altos de muertes colaterales son precisos, los drones matan a menos civiles que otras formas de guerra.
Avery Plaw, politólogo de la Universidad de Massachusetts, compara los resultados de los drones en Pakistán con la tasa de bajas de combatientes y muertes civiles en otros escenarios. Plaw analizó cuatro estudios de muertes civiles en Pakistán que calculan la proporción de víctimas civiles en cuatro, seis, diecisiete y veinte por ciento, respectivamente.
Pero incluso el cálculo más alto del veinte por ciento es considerablemente más bajo que la tasa en otros escenarios. Cuando el ejército paquistaní empezó a perseguir a los militantes en el área tribal en el terreno, el 46 por ciento de las bajas causadas fueron civiles. Los asesinatos selectivos cometidos por Israel contra militantes de Hamas y otras organizaciones, utilizando una amplia gama de armas que van desde las bombas hasta los ataques con misiles, tuvieron una tasa de muertes colaterales del 41 por ciento, de acuerdo a una organización de derechos humanos israelí.
En conflictos bélicos convencionales de las últimas dos décadas, Plaw constató que los cálculos de muertes civiles iban de cerca del 33 por ciento a más del ochenta por ciento de todas las muertes.
Plaw reconoció las limitaciones de esas comparaciones, que combinan diferentes tipos de guerra. Pero concluyó que “una evaluación justa de los mejores datos disponibles, sugiere que la campaña de asesinatos selectivos se compara favorablemente con operaciones similares y en general con conflictos armados contemporáneos”.
Según los conteos del Buró de Periodismo de Investigación en Londres, que ha hecho quizás el estudio más detallado y escéptico de los ataques, los operadores de la CIA están mejorando sus resultados. El buró ha documentado una notable caída en la proporción de civiles en las bajas causadas por ataques de drones, al dieciséis por ciento de los asesinados en 2011 del veintiocho por ciento en 2008. Este año, según los conteos del buró, de las 152 personas asesinadas en ataques de drones hasta el 7 de julio, sólo tres eran civiles.
De hecho, la promesa de los drones de cometer asesinatos precisos y garantizar una perfecta seguridad para los operadores es tan seductora que algunos estudiosos han planteado otro dilema moral: ¿Amenazan los drones con bajar el umbral para el ejercicio de la violencia letal?
“En la tradición bélica, existe la creencia de que sólo libras guerra como último recurso”, dijo Daniel R. Brunstetter, politólogo de la Universidad de California en Irvine que teme que los drones se estén convirtiendo en “una estrategia por omisión que puede ser empleada casi en cualquier parte”.
Con cientos de sospechosos de terrorismo asesinados durante el gobierno del presidente Obama y sólo uno detenido en el extranjero, algunos creen que los drones no se han convertido en una alternativa más precisa al bombardeo sino que en un substituto conveniente de la captura. De ser así, los drones en realidad pueden estimular los asesinatos innecesarios.
Pocos imaginaban un debate semejante en 2000, cuando los funcionarios de la seguridad estadounidense empezaron por primera vez a pensar en dotar de armas a los aviones de espionaje no tripulados Predator, con los que habían localizado la base de Osama bin Laden en Afganistán, dijo Henry A. Crumpton, entonces subdirector del centro de contraterrorismo de la CIA, que cuenta la historia en su reciente libro de memorias, ‘The Art of Intelligence’.
“Nunca dijimos que íbamos a construir un arma más humana”, dijo Crumpton. “Dijimos que íbamos a ser tan precisos como fuera posible, porque esa es nuestra misión: matar a bin Laden y a la gente que lo rodea”.
Desde entonces, dijo Crumpton, la guerra de drones han provocado una intensa concentración en las bajas civiles, que en el mundo de YouTube es más difícil de ocultar. Argumenta que el cambio tecnológico está produciendo una creciente intolerancia de las rutinarias carnicerías de las guerras previas.
“Analiza el bombardeo de Dresden, y compáralo con lo que estamos haciendo hoy”, dijo Crumpton. “Las expectativas del público han aumentado dramáticamente en todo el mundo, y esas son buenas noticias”.
15 de agosto de 2012
15 de julio de 2012
©new york times
cc traducción c. lísperguer