[Cinco razones de por qué comer carne no puede ser considerado una opción personal.]
[Robert Grillo] De todas las enrevesadas racionalizaciones para comer carne en una época en que comer carne no es en absoluto necesario para nuestra supervivencia o salud, hoy muchas personas toman prestado un popular lema que me gustaría llamar “el autoengaño de la opción personal”. El argumento es el siguiente: “Mi decisión para comer carne es una opción personal”. Y es usualmente seguido por una declaración de simpatía por sus amigos veganos y vegetarianos, reconociendo que ellos también hacen opciones personales que son las correctas para ellos. A primera vista suena grandioso, pero es lo que acecha por debajo de la superficie lo que encuentro profundamente inquietante por cinco motivos principales.
1 Comer es una actividad comunal y multicultural hasta que un vegano se sienta a la mesa
Primero, examinemos más de cerca qué quiere decir “personal” en el contexto de una actividad humana altamente social que es comer. Las opciones alimentarias personales no se habían discutido nunca antes durante la cena hasta que un creciente número de veganos y vegetarianos –por su mera presencia como comensales – empezaron a cuestionar la legitimidad de comer animales. Una persona que te dice que la razón por la que come carne es personal en realidad te está diciendo “no te metas en lo que no te concierne”. No quieren que cuestiones sus apetitosas creencias morales o quizás objetan exponer en público sus dilemas morales no cuestionados sobre cómo puede uno justificar el uso y el sacrificio de animales para ser comidos en una época en que es completamente innecesario. En otras palabras, “han convertido el tema en algo personal precisamente como respuesta a que lo hayas hecho público”.
2 No existe la libre elección sin conciencia
La ironía es que mientras los carnívoros defienden su opción de comer carne como algo personal, llegan incluso a extremos para defenderla públicamente cuando son confrontados por un vegano o un vegetariano. Como algunos apologéticos liberales blancos que se defienden a sí mismos exclamando desafiantemente cuando conocen a personas negras: “¡Yo también tengo amigos negros!”, algunos carnívoros harán lo imposible para explicar lo bien que entienden el veganismo, ya que tienen amigos veganos y ya han oído y evaluado sus razones para hacerse veganos y las respetan mucho.
Te asegurarán que han considerado cuidadosamente la posibilidad de hacerse veganos, pero han concluido que no es algo para ellos. Pero en lugar de llegar a una comprensión novedosa de por qué comen los humanos carne, simplemente recurren a los argumentos tradicionales que se centran casi todos en lo que la psicóloga social Melanie Joy llama las tres enes de la justificación: comer carne es normal, natural y necesario.1 Pero su razonamiento revela el hecho de que han ignorado la principal idea que hay detrás del veganismo, que la autora Jenny Brown define tan elocuentemente en su libro ‘The Lucky Ones’: “Podemos ser prisioneros de nuestros adoctrinamientos más precoces o podemos optar por un examen crítico de nuestras suposiciones y reordenar nuestras vidas en conformidad con nuestros valores. Elegir ser vegano es la mejor manera de hacerlo”.2
3 La opción tiene una víctima y esta víctima es ignorada completamente
Examinemos el tema desde la perspectiva de la víctima animal, a la que se le ha negado completamente la presuposición no fundamentada de que los animales no tienen ni interés ni comprensión del valor de sus vidas individuales. ¿Le importa al animal que está siendo criado para ser sacrificado para que sirva de comida a un humano que la persona que la va a comer haya considerado seriamente la moral vegana? Por supuesto que no.
La idea de que estos concienzudos carnívoros piensen que han actuado con debida diligencia examinando los pros y contras de comer animales no significa nada para aquellos que valoran sus vidas tal como nosotros. El hecho es que los animales que criamos como comida tienen al menos el mismo interés que nosotros en seguir vivos, evitar el dolor y el sufrimiento y buscar el placer como las mascotas de los carnívoros. La activista Twyla Francois3 lo dice acertadamente: “Todos los animales tienen la misma capacidad de sufrir, pero es cómo los vemos lo que difiere y determina si toleramos o no lo que les va a ocurrir. En el mundo occidental, creemos que está mal torturar y comer perros y gatos, pero es perfectamente aceptable hacerlo con animales que tienen la misma capacidad de sentir y sufrir. Ningún ser que se orgullezca de su racionalidad puede continuar apoyando ese tipo de conductas”.
4 Muchas opciones personales que hacemos tienen terribles consecuencias para nosotros y otros
Examinemos más de cerca la significación de la elección misma. El acto de optar implica que el actor goza de libre albedrío y tiene conciencia de las opciones y sus consecuencias. A decir verdad, vivimos en una sociedad en la que nuestras acciones y elecciones son regidas por lo que la sociedad considera aceptable. Podemos optar por mutilar, violar o matar a alguien, pero estas acciones tendrán consecuencias que actuarán como disuasivos. En una sociedad democrática se acepta generalmente que podemos hacer lo que queremos provisto que no le causemos daño a nadie ni que infrinjamos los mismos derechos y libertades de los demás.
Sin embargo, para el carnívoro, la opción de comer animales está completamente desconectada de este concepto de justicia, debido a que esta justicia no es para ellos ni se aplica a otras especies sino que solamente, y muy convenientemente, a los humanos. En otras palabras, no hay consecuencias negativas visibles del hecho de comer carne. Las víctimas siguen siendo invisibles y silenciosas ante los que las comen, y esa es quizás la mayor decepción.
5 Las atrocidades no son nunca personales
En realidad, la decisión de comer carne niega la significación misma de la elección porque el animal que tuvo que ser sacrificado para obtener la carne no tuvo ninguna opción en absoluto en el asunto. Y la creencia de que definir semejante decisión como personal es incluso más problemática, debido a que la opción exige tomar otra vida, y no es un sacrificio personal. Nada podría ser más público que segar la vida de un ser sintiente que tiene interés en su propia vida, especialmente cuando el acto no es necesario y, por ello, no es moralmente defendible.
Cuando sesenta mil millones de animales terrestres y cerca de sesenta mil millones de animales marinos son sacrificados cada año en todo el planeta para satisfacer las opciones alimentarias “personales” de una sola especie que se basan exclusivamente en el paladar, comer carne deja de ser un asunto de opciones personales;4 la lucha para proteger los derechos animales debe convertirse igualmente en un movimiento de justicia social. Negar a los animales el derecho a vivir sus vidas de acuerdo a sus propios intereses está mal e intentar defender nuestra decisión de comerlos como una opción personal es un engaño.
Notas
1 Melanie Joy, ‘Why We Love Dogs, Eat Pigs and Wear Cows: An Introduction to Carnism’, (San Francisco: Conari Press, 2010) pp. 96–98, pp. 105–122.
2 Jenny Brown, ‘The Lucky Ones: My Passionate Fight for Farm Animals’ (London: The Penguin Group, 2012) p. 204.
3 Twyla Francois is the Director of investigations, Mercy For Animals Canadá.
4 Este artículo no tiene la intención de cubrir los impactos medioambientales y sobre la salud humana que están asociados con el consumo de carne, aunque estos impactos son claramente enormes.
[El autor es fundador de Free From Harm].
26 de agosto de 2012
16 de agosto de 2012
©care2
cc traducción c. lísperguer