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[Estados Unidos] [Las máquinas expendedoras no tienen nada que hacer en la escuela].

[Kristina Chew] Desde los años ochenta, las tasas de obesidad han aumentado dramáticamente en Estados Unidos: más de un tercio de los adultos, y casi un quinto de los niños, son obesos o tienen sobrepeso. Expertos en salud pública han pedido la aprobación de leyes tanto a nivel federal como estadual que prohíban los “alimentos competitivos”, los que no forman parte del programa normal de almuerzos escolares pero que se venden en máquinas expendedoras, cafeterías y otros sitios.
Un nuevo estudio publicado en la revista Pediatrics ha constatado una “fuerte asociación” entre adolescentes con pesos más sanos y estados con leyes más duras que regulan la venta de ese tipo de alimentos. Seis mil trescientos estudiantes en cuarenta estados fueron estudiados entre 2004 y 2007, desde el momento en que entraban al quinto y hasta el octavo grado; los investigadores compararon los cambios de peso de estudiantes de estados sin leyes que regulen la venta de refrigerios y de estados con leyes fuertes y débiles.
Las leyes duras fueron identificadas como las que proporcionaban detalladas informaciones nutricionales, mientras que las leyes débiles eran aquellas que sólo ofrecían recomendaciones –que los alimentos debían ser sanos, por ejemplo- pero sin directrices específicas.
Los investigadores encontraron una correlación (una asociación antes que un vínculo directo) entre estados con leyes duras y estudiantes con pesos más saludables durante tres años. Esos estudiantes tenían aproximadamente un kilo menos (para un niño de 1.52m de estatura) que los estudiantes de estados sin políticas específicas. Además, los estudiantes era más probable que los estudiantes que eran obesos en el quinto grado tuvieran pesos saludables en los estados con leyes duras.
En contraste, en los estados con leyes débiles, los estudiantes tenían pesos que no diferían de los de los estudiantes de estados sin políticas específicas.

Leyes Deben Regular las Cafeterías Escolares
La Fundación Robert Wood ayudó a financiar el estudio y dice que este entrega evidencias para que los gobiernos locales endurezcan sus políticas sobre la oferta de alimentos en ambientes escolares.
Enemigos de las leyes del estado protector –que prohíben los refrescos y regulan los niveles de grasa, azúcar y sodio en los alimentos- reclaman que los estudiantes no están tanto tiempo en la escuela como para que esas leyes surtan algún efecto, especialmente si el ambiente familiar de un niño está lleno de opciones poco sanas.

Niños Pueden Elegir Opciones Más Sanas
Dadas las altas tasas de obesidad en Estados Unidos y otros países –en Canadá, casi el veintiséis por ciento de los niños entre seis y diecinueve años son obesos o tienen sobrepeso- no sorprende que expertos en salud pública enfaticen la necesidad de tomar medidas como poner límites al alimento competitivo. Un reciente estudio de la Universidad de Waterloo, que abarcó a 337 niños en un campamento de YMCA en Cambridge, Ontario, señaló que los niños pueden elegir alimentos más sanos, pero necesitan un empujoncito.
De acuerdo al Toronto Star, sólo el diecinueve por ciento de los niños entre seis y doce años eligieron la opción más saludable cuando debieron elegir entre un McDonalds´s Happy Meal con rodajas de manzana o fritas y una lata de Coca Cola, ambas con juguete. Pero cuando la opción era un juguete con la comida más sana contra una ración de fritas con Coca Cola pero sin juguete, el cuarenta por ciento eligió la opción más saludable.

Aprendiendo a Hacer Opciones Más Sanas
Ofrecer a un niño un juguete para que coma más sano puede ser criticado como, bueno, soborno. Como madre, he aprendido que un niño necesita un “empujón” –una motivación- para preferir las manzanas a las patatitas fritas, o el agua a las gaseosas. Mi propia motivación para enseñar a mis hijos a comer más sano ha sido reforzada por los informes de que grandes cantidades de niños con discapacidades sufren de sobrepeso; también, mi hijo, que es moderadamente severamente autístico, toma medicamentos que pueden conducir al sobrepeso. No le gustan las verduras, pero sí la fruta fresca, así que siempre tenemos abundantes frutas.
Yo enseño a estudiantes universitarios y la oferta de alimentos no es muy sana en mi campus, o, mejor dicho, las opciones más saludables como las ensaladas son superadas de lejos por un amplio rango de comida rápida y productos similares. Un buen porcentaje de estudiantes de mi Universidad son latinos y han mencionado su preocupación sobre problemas de salud asociados con sobrepeso (diabetes) en sus familias. Rara vez he visto a estudiantes comiendo frutas o verduras o, más bien, cualquier cosa aparte artículos envasados, salados o azucarados.
Por supuesto, a los estudiantes universitarios no se les puede decir qué comer, pero me pregunto: ¿Ha habido intentos concertados de enseñarles hábitos alimentarios más sanos, y no preferir automáticamente las patatitas fritas, las galletas y los carbohidratos?
Las leyes duras que regulan la venta de refrigerios en las escuelas pueden oler a control social, pero el problema de la obesidad en Estados Unidos y otros países es real. ¿Por qué quedarse de brazos cruzados cuando se puede hacer algo?
30 de agosto de 2012
13 de agosto de 2012
©care2
cc traducción c. lísperguer

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