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[Libia] [Funcionarios libios incapaces de impedir destrucción de santuarios sufíes].

[David D. Kirkpatrick] El ministro del Interior de Libia se retractó el martes de su renuncia de hace dos días en medio de una creciente indignación por la destrucción de santuarios y otros sitios sacros sufíes, subrayada por la súplica de Naciones Unidas de poner fin a esos “brutales ataques”.
Una oleada de actos de profanación después del derrocamiento del coronel Muamar al-Gadafi ha dejado al descubierto las profundas divisiones entre los musulmanes libios. La inmensa mayoría de los libios observan una tendencia tradicional del islam suní, y el país también cuenta con contingentes significativos de adherentes a las tradiciones sufíes más sofisticadas, las que incluyen la oración y el culto en torno a los santuarios y sepulturas. El antiguo rey Idris, derrocado por el coronel Gadafi, provenía de una orden religiosa musulmana, la de los senussi, considerada a menudo como una variante del sufismo. Pero otros muchos musulmanes libios ponen los ojos en blanco cuando se menciona a los sufíes y muchos los consideran herejes.
Además, hay un número desconocido de militantes islamitas que tomaron las armas contra el coronel Gadafi, algunos de los cuales habían luchado en Iraq o en Afganistán y pueden estar a favor de vigilar las desviaciones sufíes de la ortodoxia musulmana. También están los salafis, que difunden una interpretación más estricta y puritana del islam y ridiculizan las prácticas sufíes. En Libia, los salafis tradicionalmente se han mantenido alejados de la política e incluso de la revuelta contra el coronel Gadafi –ganándose por ello de paso la hostilidad de algunos militantes.
No está claro quién es responsable de la destrucción de sepulturas y santuarios sufíes, pero el ministro del Interior Fawzi Abdel Aal, sonó más o menos incapaz de detener los ataques cuando anunció su decisión el martes de retirar su renuncia.
“Si tratamos esto como un tema de seguridad, nos veremos obligados a usar las armas, y estos grupos tienen grandes cantidades de ellas”, dijo Abdel Aal, refiriéndose aparentemente a los militantes, de acuerdo a un informe de prensa de su anuncio en Trípoli. “No podemos cerrar los ojos. Estos grupos son grandes y tienen poder en Libia. No podemos emprender una guerra perdida, matar personas por unas tumbas”.
“Si se destruyeran todos los santuarios de Libia de modo que pudiéramos así evitar la muerte de una sola persona, entonces ese es el precio que estamos dispuestos a pagar”, agregó.
Abdel Aal hizo el anuncio cuando la UNESCO, la agencia cultural de Naciones Unidas, emitió una declaración denunciando el creciente vandalismo. La organización mencionó específicamente al Centro Islámico del jeque Abdus Salam al-Asmar en Zlitan, la mezquita de Sidi Sha’ab en Trípoli y el santuario de Sidi Ahmed Zaroug en Misurata. “Me preocupan profundamente estos brutales ataques contra sitios de significado cultural y religioso”, dijo en una declaración la directora general de la UNESCO, Irina Bokova. “Esos actos deben ser detenidos, si la sociedad libia quiere completar su transición a la democracia”.
Reuters informó que en al menos un episodio, la policía observó sin hacer nada mientras los militantes derribaban un santuario, y la incapacidad del ministro del Interior para impedir los ataques contra los sitios, junto con otros ejemplos recientes de violencia, provocaron furiosas críticas de miembros de la recién elegida Asamblea Nacional.
El domingo, Abdel Aal had dijo que renunciaría debido a esas críticas, pero el martes explicó que su renuncia sólo “complicaría más la situación de seguridad”, informó la prensa desde Libia.
8 de septiembre de 2012
29 de agosto de 2012
©new york times
cc traducción c. lísperguer

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