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>[Estados Unidos] [El abuso en el uso de antibióticos para acelerar el crecimiento de los animales criados para servir de alimento no se puede controlar sin la autoridad para verificarlo].

[Sabrina Tavernose] Las cifras dadas a conocer discretamente este año por el gobierno federal, fueron alarmantes. Un feroz germen resistente a muchos tipos de antibióticos, se había multiplicado por diez en pechugas de pollo, la pieza de carne más consumida en las mesas del país.
Pero en lugar de aprender mediante una investigación nacional amplia de una tendencia inquietante, los científicos dijeron que se veían paralizados por la ausencia del elemento más básico de toda investigación: datos sólidos.
El ochenta por ciento de los antibióticos vendidos en Estados Unidos se usa en los pollos, cerdos, vacas y otros animales que consumimos, y pese a ello los productores de carne y aves no están obligados a informar cómo usan los fármacos: cuáles, en qué animales, y en qué cantidades. Esta escasez de información hace difícil documentar la relación precisa entre el uso rutinario del antibiótico en animales y las infecciones resistentes a los antibióticos en los humanos, dicen los científicos.
Los activistas afirman que ya hay abrumadoras evidencias epidemiológicas vinculando a las dos, algo que incluso la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA, por sus siglas en inglés) ha reconocido, y que más estudios, aunque útil para la ciencia, no es esencial para la toma de decisiones sobre políticas”, dijo Gail Hansen, una epidemióloga que trabaja para Pew Charitable Trusts, que advierte sobre el abuso de los antibióticos.
Pero los científicos dicen que las lagunas en la recolección de datos son un obstáculo serio para encargarse de los productores avícolas y de carne que afirman que el vínculo no existe.
“Es como enfrentarse a una grave crisis de salud pública con una mano atada a la espalda”, dijo Keeve Nachman, cientista medioambiental en el Centro para un Futuro Vivible de Johns Hopkins, que investiga los sistemas alimentarios.
Los antibióticos son considerados las joyas de la corona de la medicina moderna. Han transformado la salud neutralizando las infecciones desde que se empezaron a usar masivamente después de la Segunda Guerra Mundial. Pero muchos científicos dicen que su efectividad está siendo erosionada por el uso indiscriminado, tanto para tratar infecciones en humanos como para acelerar el desarrollo de pollos, pavos, vacas y cerdos.
Cualquiera sea la causa, las bacterias resistentes representan un importante riesgo para la salud pública. Las infecciones rutinarias que eran antiguamente tratadas con penicilina, ahora terminan en hospitalizaciones y suero antibiótico intravenoso, dijo Cecilia Di Pentima, directora de servicios clínicos de la División de Enfermedades Infecciosas del Departamento de Pediatría de la Universidad Vanderbilt. Se cree que las infecciones de esas cepas de bacterias causan miles de muertes al año.
“El problema más grande que enfrentamos en las enfermedades infecciosas hoy es el rápido crecimiento de la resistencia de los antibióticos”, dijo Glenn Morris, director del Instituto de Patógenos Emergentes de la Universidad de Florida. “El uso humano contribuye a ello, pero el uso en animales también tiene su parte”.
La FDA ha tratado esporádicamente y empieza a regular el uso de antibióticos en animales vendidos como alimento. Últimamente, restringió el uso de cefalosporina en animales –el antibiótico más común prescrito para tratar neumonía, inflamación de garganta e infecciones del tracto urinario en humanos.
Pero los activistas dicen que la agencia tiene miedo a usar su autoridad. En 1977, la FDA anunció que empezaría a prohibir algunos usos agrícolas de los antibióticos. Las comisiones de asignaciones de la Cámara y Senado –dominados por intereses agrícolas- aprobaron resoluciones contra esas prohibiciones y la agencia se retractó.
El uso de antibióticos en humanos puede ser monitoreado meticulosamente mediante la enorme infraestructura del sistema nacional de salud, pero no existe su equivalente para animales, haciendo más difícil trazar su uso en granjas y ranchos, dijo William Flynn, subdirector de políticas científicas en el Centro de Medicina Veterinaria de la FDA.
Numerosos fármacos son vendidos libremente en locales de expendio de pienso animal, algo que la agencia está tratando de refrenar. En abril propuso eliminar el uso de algunos antibióticos que aceleran al crecimiento en animales y exigiendo que los productores cárnicos y avícolas obtengan una receta antes dar ciertos antibióticos a sus animales. La agencia acaba de revisar los comentarios públicos para actualizar la exigencia. La escala del problema quedó en claro en 2010 cuando la FDA empezó a publicar las ventas totales de las compañías farmacéuticas de los antibióticos usados en animales criados para el consumo humano. Se constató que una abrumadora mayoría de los antibióticos producidos eran destinados a los animales, no a los humanos. Pero todavía hay una apabullante escasez de información sobre cómo usar los fármacos, dicen los científicos.
Los datos que son circulados habitualmente –una medición de las bacterias resistentes a los antibióticos en carne y aves- contienen muestras tan pequeñas que la mayor parte de los científicos sólo recurren a ellas reluctantemente.
El dramático surgimiento de la presencia de salmonella en pechugas de pollo que era resistente a cinco o más tipos de antibióticos, por ejemplo, se derivó de sólo 171 pechugas de pollo, una cifra infinitesimal de los más de ocho mil millones de aves criadas al año para ser vendidas como alimento en Estados Unidos.
Otro problema es que la responsabilidad regulatoria está fragmentada. La FDA regula los fármacos, pero la agricultura pertenece al ámbito del Departamento de Agricultura federal. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades también juegan un papel.
“No hay nadie a cargo”, dijo Morris, que trabajó en el departamento de Agricultura durante el gobierno de Clinton. “Y cuando no hay nadie a cargo, no se hace nada”.
John Glisson, director del programa de investigación de la Asociación Avícola y del Huevo de Estados Unidos, una organización gremial, dijo en una respuesta por email a preguntas, que los molinos de pienso para aves “llevan registros detallados del uso de antibióticos en el pienso que fabrican”. La FDA “tiene la autoridad para inspeccionar y auditar esos archivos”, dijo, agregando que la agencia “puede tener acceso a esos archivos en todo momento”.
Pero los reguladores dicen que en realidad el acceso no es fácil. Aunque puedan tener la autoridad para examinar los archivos de cualquier fabricante de alimento, no pueden reunir ni publicar datos.
En realidad, en julio el Consejo Nacional de Productores de Cerdos alegó que a sus miembros no deberían exigírseles ningún informe sobre prescripciones de antibióticos para sus animales porque lo haría todo más complejo.
Los reguladores dicen que es difícil incluso corroborar el cumplimiento de las normas existentes. Tienen que estudiar los residuos de fármacos prohibidos o incorrectos en muestras de carne de mataderos y tiendas de abarrotes, antes que monitorear directamente el uso de antibióticos en las granjas. “Todos los productores nos dicen que están cumpliendo con la ley, pero no tenemos modo de verificarlo”, dijo Dr. Hansen, de Pew Charitable Trusts.
Flynn, el funcionario de la FDA dijo que la agencia avanzaba todo lo que podía para asegurarse de que los antibióticos fueran usados juiciosamente en los ranchos ganaderos. Definió el plan para exigir que los productores de animales entreguen recetas para algunos antibióticos, como “un cambio importante”.
12 de septiembre de 2012
4 de septiembre de 2012
©new york times
cc traducción c. lísperguer

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