[Hong Kong / China, Vietnam] [Guardabosques descubrieron un elefante mutilado, desprovisto de sus colmillos de marfil, en un parque nacional en la República Democrática del Congo. Los cazadores furtivos también cazan elefantes en Vietnam, donde sólo escasas decenas de animales sobreviven en su estado natural.]
[Mark Mcdonald] Las penurias de los elefantes en África están siendo explicadas, con gráficos y tristes detalles, en una nueva serie de reportajes de mi colega Jeffrey Gettleman, del The New York Times. Como “una matanza de dimensiones épicas” describe el proceso mediante el cual cazadores furtivos están exterminando a miles de elefantes al año para hacerse con sus colmillos de marfil.
La matanza ha alcanzado ahora una suerte de frenesí, e incluso unidades militares de África central están implicadas, matando a los elefantes desde helicópteros. Los colmillos de marfil, la mayoría de ellos con destino a China, se han convertido en los nuevos diamantes de sangre.
Los cazadores ya han hecho lo peor en Vietnam. Junto con urbanistas, leñadores, campesinos y burócratas negligentes, han conspirado para reducir la población de elefantes salvajes a apenas unas decenas.
Los elefantes están bajo una grave amenaza en toda Asia, especialmente en India y Tailandia, pero la situación es tan extremadamente crítica en Vietnam que incluso organizaciones conservacionistas de la vida silvestre han arrojado la toalla.
El minúsculo y pobremente financiado Centro de Conservación del Elefante está ubicado en un parque nacional en la provincia de Dak Lak, en el centro-sur de Vietnam, y ha estado protegiendo a una manada de veintinueve elefantes. Pero hace dos semanas, un par de elefantes de esa manada fueron encontrados mutilados en un bosque, incluyendo al único, cuya cabeza, trompa y colmillos habían sido cercenados.
Sin un macho adulto, dijeron funcionarios forestales de Vietnam, la manada no es “sustentable”. El director interino del parque dijo que la caza ilegal del elefante es ahora “desenfrenada”; este año, seis machos de la manada han sido asesinados.
Los expertos también creen que una manada de quince elefantes en el sur de Vietnam será pronto exterminada. En febrero, tras salir de un “bosque protegido” en la provincia de Dong Nai, unos hambreados elefantes destruyeron maizales, plantaciones de patatas y de caña de azúcar a su paso. Los campesinos huyeron aterrorizados.
Los elefantes merodeadores destruyen no solamente las granjas, sino también aplastan a humanos y atacan casas en el campo, en general en su búsqueda de sal y ceniza de bambú en las cocinas. A su vez, los campesinos cavan profundas trincheras para atrapar y matar a los elefantes, y emplean escopetas hechizas y lanzallamas para ahuyentarlos.
Los intentos de protegerlos en Vietnam han sido desastrosos. En 1993, una manada de trece elefantes en el sur de Vietnam estaba siendo reubicada lejos de su hábitat natural, en una zona que estaba destinada a albergar granjas industriales. Murieron doce de los trece elefantes y el único sobreviviente fue enviado al Zoológico de Saigón.
Frank Momberg, encargado del programa en Vietnam de la organización conservacionista británica Fauna y Flora Internacional, me dijo en 1999 que “las autoridades locales están tomando decisiones sobre el desarrollo sin tomar en cuenta el medio ambiente”.
“Los elefantes corren el riego de ser exterminados en Vietnam”, dijo, aunque en la época todavía esperaba que el gobierno interviniera. “Es una cuestión de orgullo nacional. Los vietnamitas no quieren ser denunciados por permitir la extinción de los elefantes”.
En 2006, el gobierno adoptó un llamado “plan de acción urgente” para la protección de los elefantes, pero todavía no tiene financiamiento ni se ha destinado un terreno para ello.
Hace apenas una generación había miles de elefantes merodeando en los bosques y selvas norteñas. Hablé con un ex guerrillero del Viet Cong que una vez, en una noche oscura como boca de lobo, mientras evadía una patrulla estadounidense, sin darse cuenta se arrastró entre las patas de un enorme elefante que bloqueaba el sendero en la selva.
A medida que el Vietnam de posguerra empezó a abrir su economía, la tierra fue cada vez más destinada a granjas arroceras y plantaciones de café y caucho. Surgieron nuevas fábricas. Se construyeron nuevos caminos y diques, y las ciudades crecieron. También los leñadores ilegales trabajaron duro, talando antiguos terrenos con caoba, teca y madera de palo fierro. La población se disparó, y con una población de 92 millones, Vietnam es hoy más grande que Alemania. Es casi dos veces más grande que España.
En el proceso, los elefantes murieron.
Tampoco están seguros los elefantes domesticados. En abril de 2011, las autoridades locales acusaron al dueño de un elefante llamado Beckham de conspirar para matar al animal por sus colmillos, cuyo valor se calculaba en veinticuatro mil dólares. El dueño usaba a Beckham para pasear a turistas en un parque ecológico en la provincia de Binh Duong.
“El elefante fue encontrado muerto en un bosque en Da Lat el 24 de abril con sus colmillos y cola intactos”, informó el diario Tuoi Tre. “Estaba amarrado a un árbol y le habían cortado los ligamentos de sus patas traseras”.
Las autoridades dijeron que el dueño, su hermano y otro hombre, antes de incinerar a Beckham, le habían aserruchado los colmillos.
El terrible informe de Jeffrey dice que la mayor parte del marfil robado en África –hasta el setenta por ciento- termina en China, donde el boom económico del país ha creado toda una nueva clase de consumidores tiene capacidad suficiente como para adquirir chucherías, palillos y peines de marfil. En las calles de Pekín, una libra de marfil cuesta mil dólares.
“China es el epicentro de la demanda”, dijo Robert Hormats, un alto funcionario el Departamento de Estado de Estados Unido. “Sin la demanda china, todo esto se acabaría”.
21 de septiembre de 2012
6 de septiembre de 2012
©new york times
cc traducción @lísperguer