[Las potencias occidentales deben ejercer presión sobre China para evitar el exterminio de los elefantes. Editorial NYT.]
No hace mucho tiempo parecía que la caza ilegal de elefantes en África se estaba reduciendo, en parte debido a una implementación más rigurosa de la prohibición global sobre el comercio en marfil de elefante adoptada en 1989. Ese momento pasó. Ahora mueren miles de elefantes al año. Estas asombrosas criaturas, que parecen más inteligentes y emocionalmente conscientes a medida que sabemos más sobre ellas, están siendo eliminadas a gran velocidad y a tiros por cazadores para hacerse de sus colmillos de marfil: es la peor masacre desde los años ochenta.
La caza ilegal era normalmente un horror de baja tecnología, pero ha entrado al siglo 21 con una venganza. Manadas enteras, viejos y cachorros, están siendo asesinados desde helicópteros militares y en tierra para cortarles sus colmillos, abandonando sus cadáveres. Como ha informado Jeffrey Gettleman en el Times, la caza ilegal de elefantes por su marfil se ha militarizado, superando a los guardabosques. Está tomando lugar una horrorosa convergencia: soldados de todo tipo están matando a los animales, el crimen organizado traslada el marfil y China despliega su incesante apetito por el contrabando.
El marfil es una fuente de ingresos fácil para campesinos pobres y ejércitos por igual. Los cazadores militares parecen venir de todas partes. Entre estos se incluyen asaltantes janjaweed de Sudán, soldados congoleños, miembros del Ejército Popular de Liberación de Sudán, soldados ugandeses disparando desde helicópteros, militantes del Ejército de Resistencia del Señor e incluso la Shabab, una organización islámica. Las rutas comerciales cruzan Somalia, Sudán y Kenia en el este, y el Golfo de Guinea en el occidente. Nada cambiará si China no asume su papel en el exterminio de los elefantes y otras especies. China es el mayor inversionista en gran parte de África, y podría ejercer una enorme presión sobre las organizaciones de cazadores ilegales, si quisiera.
El tema delicado, como siempre, es cómo ejercer presión sobre China. La secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton está tratando de hacerlo. Pero el Departamento de Estado ha sido lento en reconocer las posibles implicaciones de la ayuda militar estadounidense en África, especialmente en Uganda, el Congo y Sudán del Sur. Pagando el combustible para que las tropas ugandesas continúen la cacería de Joseph Kony, el jefe del Ejército de Resistencia del Señor, Estados Unidos puede estar pagando el combustible a los cazadores ilegales.
Los elefantes de África central no pueden sobrevivir este fuego cruzado. Lo que hace posible la caza ilegal en este nivel no es simplemente la emergencia de militares que cazan clandestinamente, o el hecho de que los guardabosques se encuentren superados. Es también el persistente fracaso de los estados de África central, especialmente el Congo. Pero detrás de todo esto está el mercado que hace tan valioso el marfil, un mercado que prospera en un estado exitoso como China.
Estados Unidos y otros países deben hacer todo lo posible para controlar las consecuencias de su ayuda en África, al mismo tiempo que ejercen presión sobre China. Lo que de otro modo le espera a África central es convertirse en un peladero y la aniquilación de este noble animal.
21 de septiembre de 2012
8 de septiembre de 2012
©new york times
cc traducción @lisperguer