[Psiquiatra que atacó su profesión. Szasz argumentaba que la enfermedad mental no era una enfermedad sino un problema de vida y luchó contra el uso de fármacos y el internamiento forzoso de personas en instituciones psiquiátricas.]
[Thomas H. Maugh II] Murió el doctor Thomas Szasz, el psiquiatra de Nueva York cuyos quijotescos ataques contra la profesión psiquiátrica en los años sesenta y setenta le crearon una posición de prominencia e influencia antes de que sus radicales ideas cayeran en descrédito y él desapareciera en la obscuridad. Tenía 92 años.
Szasz falleció el 8 de septiembre en su casa en Manlius, Nueva York, según comunicó su familia. Tenía una fractura de compresión espinal como consecuencia de una caída.
Se hizo conocido por su libro de 1961, ‘El mito de la enfermedad mental’ [The Myth of Mental Illness], en el que argumentaba que la enfermedad mental no era una enfermedad sino simplemente “problemas de vida”. En ese libro, y en otros volúmenes subsecuentes, objetó el uso de fármacos para tratar los trastornos mentales, el recurso a la demencia como alegato de defensa en juicios penales y la internación forzada de personas en instituciones psiquiátricas. Esto último lo calificó como “crimen contra la humanidad”.
En 1992, Szasz dijo al Syracuse Post-Standard: “Soy probablemente el único psiquiatra del mundo que tiene las manos limpias. Nunca he internado a nadie. Nunca le he aplicado descargas eléctricas a ningún paciente. Nunca he recomendado fármacos”.
Quizá su acto más polémico fue su asociación con la Iglesia de la Cienciología para fundar la Comisión Ciudadana sobre Derechos Humanos, un grupo que se oponía fuertemente a la psiquiatría y sus tratamientos. Aunque Szasz no pertenecía a la iglesia, su cooperación le otorgó un barniz de credibilidad a una organización inspirada no en la ciencia, sino en un escritor de ciencia ficción, según dicen sus críticos.
Más tarde se distanció de la iglesia, pero su asociación con la comisión y sus otras opiniones llevaron a las autoridades de salud mental de Nueva York a prohibirle que enseñara en un hospital estatal donde hacían su práctica los estudiantes de la Universidad de Nueva York.
El cruzado emergió en una época en que muchos críticos estaban cuestionando algunos de los principios básicos de la psiquiatría, particularmente prácticas como diagnosticar a mujeres como “histéricas” cuando se negaban a reconocer la dominancia masculina o la definición de la homosexualidad como una enfermedad mental. Algunos críticos estaban de acuerdo en que muchos “enfermos mentales” estaban siendo encerrados sin fundamentos legítimos.
Pero Szasz, en efecto, arrojó al bebé con el agua del inodoro cuando argumentó que la inmensa mayoría de los diagnósticos psiquiátricos estaban mal definidos y eran científicamente inconsistentes.
Sin embargo, sus argumentos introdujeron algunas ideas nuevas, concedió al Syracuse Post-Standard el doctor Robert W. Daly, psiquiatra del Centro Médico de la Universidad de Nueva York (SUNY): “El debate sobre el uso de la coerción y tratamiento forzoso y todo eso, creo que en eso él tuvo un impacto real en la discusión de esas materias dentro de la profesión y dentro de la legislación misma. Ayudó a sensibilizar a todo el mundo sobre lo que estaban haciendo”.
En un perfil de 2006 en The New Atlantis, Szasz prácticamente concedió que había estado luchando contra molinos de viento. “No creo estar mintiendo si digo que nunca tuve grandes esperanzas de influir en la psiquiatría. Siempre vi a la psiquiatría como a la iglesia católica. ¿Qué influencia tuvo Voltaire sobre ella? Si piensas en lo que ha pasado desde entonces, la respuesta es nada. No, nunca pensé que haría alguna diferencia”.
Thomas Stephen Szasz nació el 15 de abril de 1920 en Budapest, Hungría. Después de que su familia emigrara a Estados Unidos en 1938, se licenció en física en la Universidad de Cincinnati en 1941. Cuando en 1944 recibió el diploma médico en la universidad, era el mejor alumno de su clase.
Estudió psicoanálisis en la Universidad de Chicago y, excepto por un periodo de dos años en la Reserva de la Marina, trabajó en la universidad antes de incorporarse, en 1955, a lo que es hoy la Universidad de Nueva York. Trabajó en la facultad hasta su jubilación en 1990, pero siguió investigando y escribiendo hasta su muerte.
Dos años después de su retiro, demandado por negligencia por la viuda de un hombre que se suicidó seis meses después de que Szasz le dijera que dejara de tomar litio contra la depresión. El caso se resolvió en tribunales, y Szasz finalmente dejó de ejercer.
En algo más de cincuenta años, Szasz publicó 35 libros y cientos de artículos.
Su esposa, Rosine, murió en 1971. Le sobreviven dos hijas: la doctora Margot Szasz Peters, y Suzy Szasz Palmer; un hermano, George; y su nieto.
26 de septiembre de 2012
16 de septiembre de 2012
©los angeles times
cc traducción c. lísperguer