[Bengasi, Libia] [Tras asesinato del embajador estadounidense en Bengasi, manifestantes arremeten contra paramilitares en Bengasi].
[Suliman Ali Zway y Kareem Fahim] Dos milicias paramilitares libias de Derna, una ciudad al este del país, anunciaron el sábado que se desbandarían, inclinándose ante una ola de indignación contra los paramilitares que se ha apoderado de partes de Libia después del mortífero ataque contra la delegación diplomática estadounidense en Bengasi el 11 de septiembre pasado.
Un activista político local dijo que una de las milicias, la Brigada Abu Salim, ha entregado varias de las bases que ocupaba en la ciudad. También se dijo que una segunda milicia había acordado disolverse, informó Reuters.
Los anuncios se producen un día después de que decenas de miles de manifestantes marcharan en Bengasi exigiendo la disolución de las milicias formadas durante las revueltas del año pasado contra el gobernante libio, el coronel Moamar al Gadafi. Los manifestantes atacaron cuatro bases en Bengasi, expulsando a una milicia islámica renegada cuyos miembros fueron vinculados con el ataque contra la delegación estadounidense, en la que murieron el embajador de Estados Unidos y otros tres funcionarios de ese país.
También atacaron a grupos armados comandados nominalmente por el gobierno, que no cuenta con un ejército bien organizado.
Los anuncios en Derna el sábado, bien recibidos por los residentes que habían organizado una sentada exigiendo el desmantelamiento de las milicias, subrayaron la delicada tarea a la que se enfrentan los nuevos dirigentes libios. A medida que avanzan contra los paramilitares –que han sido a la vez fuerzas desestabilizadoras como, a veces, la única fuente de seguridad-, el gobierno se enfrenta a la posibilidad de un vacío de poder.
Después de la revuelta, las milicias, bien pertrechadas con las armas saqueadas de las armerías o proporcionadas por los aliados extranjeros de la revuelta, llegaron a ser más poderosas que el nuevo gobierno.
Algunos de los grupos son dirigidos por extremistas islámicos, incluyendo a ex presos de las cárceles del gobierno libio y veteranos de la guerra en Afganistán. Algunos han expresado abiertamente su propósito de hacer de Libia un estado islámico.
El jefe del estado mayor del ejército, Yousef al-Mangoush, suplicó el sábado a los manifestantes no atacar a las milicias que trabajan para el Ministerio de Defensa. Al menos cuatro personas murieron el sábado durante un ataque en Bengasi contra una de esas milicias, la Brigada Rafallah al-Sehati.
El domingo en la mañana cabecillas de esa brigada se unieron a funcionarios de gobierno en una rueda de prensa en el aeropuerto de Bengasi. El presidente del Congreso nacional libio, Mohamed Magarief, declaró que habría mayor coordinación entre el gobierno y “las brigadas de seguridad que caen bajo su paraguas” y que las brigadas que no trabajen con el estado serán disueltas.
Sin embargo, otros funcionarios sugirieron que un enfrentamiento directo con cualquiera de las milicias sería muy arriesgado. Saleh Joudeh, miembro del Congreso, dijo que el problema no se podía resolver “en una semana”.
“No puedes decirle a los grupos que ya existen y operan en el terreno que deben disolverse, o que quieres integrarlos”, dijo. “Si hacemos eso, estaremos engañándonos a nosotros mismos y a la gente”.
Dijo que el gobierno trataría de negociar con las milicias extremistas.
“No queremos repetir los errores de Gadafi, que los exportó para que pelearan en otros países”, dijo. “Son nuestros hijos, son nuestra responsabilidad”.
Otros, no obstante, quieren un esfuerzo más rápido y enérgico para poner fin al reinado de las milicias, especialmente a las dirigidas por extremistas fundamentalistas.
“Dicen que se encargan de la seguridad, pero ¿qué seguridad tenemos?”, dijo Ashour Bentaher, activista político de Derna, cuyos residentes han luchado para terminar con la reputación de la ciudad como semillero de terroristas. “Hay asesinatos, hay atentados, secuestros. ¿De qué seguridad hablan?”
“No queremos transformarnos en otra Somalia”, dijo.
La ola de repudio que se ha levantado contra las milicias alcanzó su punto máximo con el ataque contra la misión estadounidense en Bengasi el 11 de septiembre. Funcionarios libios dijeron que los autores del ataque son miembros de la milicia Ansar al-Sharia.
La Casa Blanca elogió las manifestaciones en Bengasi como un rechazo del extremismo. Muestran que los libios “no se sienten cómodos con lo que hacen unos pocos extremistas ni con los que predican la violencia y cometen actos violentos, ahogando las voces y las aspiraciones del pueblo libio”, dijo Josh Earnest, un portavoz de la Casa Blanca.
Los miembros de Ansar al-Sharia abandonaron su cuartel el viernes cuando arreciaron las protestas. El sábado, los manifestantes saquearon la base de la brigada Rafallah al-Sehati, mientras eran observados por soldados con el uniforme del ejército nacional.
En otras partes en Bengasi el domingo, hubieron renovados recordatorios de la persistente violencia política que finalmente sacó a la gente a la calle. Seis cadáveres de miembros del ejército nacional que fueron ejecutados con tiros en la cabeza, fueron encontrados en un vecindario que se ha convertido en un tiradero para víctimas de los numerosos crímenes no resueltos que se cometen en Bengasi.
[Suliman Ali Zway inform desde Bengasi, y Kareem Fahim, desde Antakya, Turquía. Mark Landler contribuyó al reportaje desde Milwaukee.]
6 de octubre de 2012
©new york times
cc traducción c. lísperguer