[San Antonio, Chile] [La Cárcel de San Antonio se agita entre el hacinamiento, la peligrosidad y la superación. El recinto penal está con un 120 por ciento de sobrepoblación y hoy tiene reclusos de alta peligrosidad.]
[Mónica Jorquera Escobar] Entrar a la cárcel provoca una sensación de adentrarse en un mundo de desesperanza, monotonía y violencia. Las rejas que impiden el paso a cualquier recoveco del recinto penal gritan que la libertad es el gran ausente para todos quienes residen ahí.
El penal de San Antonio se ubica, a diferencia de otras ciudades del país, en medio de la comuna, donde sólo un muro divide a 494 reos hacinados de la vida cotidiana de quienes estamos en libertad. Desde dentro de la cárcel se oyen conversaciones de la gente que pasa por fuera, las sirenas de ambulancias, las promociones del mall y hasta los aplausos del gimnasio San Luis. Para los reos todo está cerca, pero a la vez muy lejos.
Hacinamiento
La cárcel sanantonina se encuentra como varias del país: hacinada.
Esta realidad llega al recinto penitenciario de la comuna de manera dramática, ya que en el lugar conviven 494 reos en una cárcel donde no debería haber más de 224 internos.
Vivir todos apretados, donde pareciera que el espacio de cada uno no existe, se vuelve parte del castigo que los reos deben pagar.
En los colectivos de hombres se pierden las identidades de cada uno entre tantos internos, quienes conviven hacinados entre cables con ropa tendida, pequeños muebles y espacios para comer. El sol les llega a ratos, pero no es suficiente y se deben acostumbrar a vivir con la humedad.
En cada uno de los colectivos llegan a convivir hasta 75 internos y estos se distribuyen dependiendo del grado de peligrosidad.
Peligrosidad
Los internos de San Antonio son en su mayoría sanantoninos que cometieron un delito en la comuna y que por ello pagan su pena aquí.
Hasta hace unos años el grado de peligrosidad de los reos de acá era mediano, con penas de bajo compromiso delictual. Sin embargo, esta realidad ha mutado y el recinto se ha ido enfiereciendo con internos que pagan penas cada vez mayores.
Según explicó el director regional de Gendarmería, teniente coronel Juan Manríquez, el recinto de San Antonio es de «mediana complejidad», debido a que cuenta con requisitos de infraestructura necesarios para mantener todo bajo control.
Sin embargo, agrega Manríquez, la calidad de la población penal es harina de otro costal, pues los reos son de «media alto y alto compromiso delictual, por ello, junto al factor de infraestructura, se da que (el recinto penal) sea de mediano y alto compromiso».
Riñas
Que en el recinto penal ahora convivan internos que cometieron delitos de mayor connotación provoca que en el lugar se den mayores roces entre los reos.
Las riñas son cosa cotidiana entre hombres que más saben enfrentar sus problemas agrediendo y según indican estudios realizados por Gendarmería las peleas son el mayor problema del penal sanantonino.
«Son conflictos propios que se dan con la sobrepoblación, se generan conflictos de relaciones interpersonales que se resuelven con más violencia», explicó el teniente.
En menos de dos semanas las revueltas llegaron con fuerza al penal, con una riña que dejó a diez personas lesionadas, entre internos y gendarmes y otra pelea menor que terminó con un prisionero que se hirió el pecho con una cañería.
Esta explosión de conflictos tienen explicación: a diferencia de lo que pasa en libertad donde con la primavera llega el amor, dicen algunos, al interior de la cárcel comienza una efervescencia que provoca peleas cotidianamente.
Según cifras analizadas por Gendarmería en primavera comienzan los conflictos porque los internos sufren al estar encerrados cuando llegan Fiestas Patrias y se sienten aun más impotentes al no poder disfrutar de Navidad y Año Nuevo en libertad.
Por lo mismo, en esta temporada se acrecientan las medidas de seguridad para mantener a los internos a raya, por lo cual aumentan los allanamientos, donde se encuentran todo tipo de armas hechizas.
Un estoque con pedazos de una cama, armas fabricadas con cañerías y hasta con un cepillo de dientes tipo cuchillo son parte de las armas recuperadas.
Luz de Esperanza
Dentro de los sombríos pasillos de la cárcel de San Antonio no todo es desesperanza, puesto que varios internos luchan por salir adelante y lograr la reinserción, palabra cliché que aunque parezca un supuesto varios tratan de conseguirla.
Hoy del total de 494 reos privados de libertad, 440 hombres (98 imputados y 341 condenados) y 54 mujeres (18 imputadas y 36 condenadas), hay 31 internos que acceden a beneficios intrapenitenciarios, es decir un 10% de la población.
Estos beneficios consisten en poder acceder a clases, talleres de deporte, trabajo, iglesia y hasta a los «venusterios», donde pueden recibir íntimamente a sus parejas.
Vamos por parte. La cárcel de San Antonio actualmente cuanta con una escuela de enseñanza media científica humanista, «José Domingo Saavedra Díaz», E-508, donde en dos salas 61 alumnos van en básica y 81 cursan enseñanza media.
Además a los internos les hacen cursos de capacitación y enseñanza de oficios para 200 personas detenidas. Así los internos aprenden electricidad, carpintería, estructuras metálicas, mosaico y cerámica.
Siempre se dice que varios internos conocen a Dios al interior de la cárcel. Por eso otro de los beneficios es el acceso a culto.
En una pequeña pieza enrejada están acomodadas unas bacas que miran al frente, donde está el altar con figuras cristianas para alabanza de católicos y un podio para la lectura de la Biblia, más utilizado por evangélicos.
Al lugar cada semana llegan tanto ministros católicos como pastores evangélicos a entregar la «palabra de Dios», siendo en la iglesia improvisada donde menos se producen altercados.
En este sentido según estudios de Gendarmería entre la población masculina hay más evangélicos que católicos, lo cual se da totalmente al revés en la población femenina del penal.
Venusterios
Sin duda que uno de los beneficios que más llama la atención dentro de la cárcel son los «venusterios» o también conocidos como «camaros», que son nidos de amor a los cuales los internos acceden si se portan bien y cumplen con una serie de requisitos.
Utilizar la habitación acondicionada con una cama de una plaza para recibir a la pareja en una cita íntima no es llegar y usar, pues antes los internos deben pasar por programas de reinserción, con charlas sobre paternidad y relaciones de pareja.
Una vez que un interno con buen comportamiento está apto para enfrentar una relación de pareja puede «pedir hora» para utilizar uno de los dos venusterios que hay en San Antonio. Al «Programa de Visita Íntima» acceden 76 privados de libertad, 69 hombres y 7 mujeres. Se trata de 62 internos condenados, 57 hombres y 5 mujeres. Este año para que todos puedan acceder a una cita amorosa se incorporó a los imputados.
12 de octubre de 2012
©líder de san antonio