[Washington, Estados Unidos] [Estados Unidos persigue a los autores del atentado contra la misión diplomática en Libia].
[Eric Schmitt y David D. Kirkpatrick] Estados Unidos está preparando operaciones de muerte o captura de los militantes implicados en el mortífero ataque contra una misión diplomática en Libia, dijeron el martes altos funcionarios militares y de contraterrorismo, en momentos en que el débil gobierno libio parece incapaz de arrestar o incluso de interrogar a los paramilitares implicados en el asalto.
El secretísimo Comando Conjunto de Operaciones Especiales está reuniendo informaciones detalladas sobre los sospechosos, dijeron los funcionarios. En colaboración con el Pentágono y la CIA, el comando prepara los expedientes como el primer paso en anticipación de posibles órdenes del presidente Obama para iniciar acciones contra aquellos que hayan participado en el ataque contra la misión diplomática en Bengasi, una ciudad al este del país, en el que murió el embajador J. Christopher Stevens y otros tres colegas hace tres semanas.
Potenciales opciones militares podrían incluir ataques con aviones no tripulados, ataques de Operaciones Especiales como el que asesinó a Osama bin Laden y misiones conjuntas con las autoridades libias. Pero funcionarios de gobierno dicen que no se han tomado decisiones sobre los objetivos.
Portavoces del Departamento de Defensa y de la CIA se negaron a hacer comentarios.
Los preparativos subrayan el aprieto de la Casa Blanca en relación con el atentado de Bengasi. Obama ha jurado llevar a los criminales a justicia, y en las últimas semanas de la campaña presidencial, los republicanos han criticado al gobierno por las posibles fallas de inteligencia que precedieron el ataque, incluyendo una nueva acusación de que repetidas peticiones para reforzar la seguridad en Bengasi habían sido rechazadas.
Pero cualquier operación militar estadounidense en territorio libio podría implicar bajas y casi ciertamente desencadenaría una reacción popular contraria precisamente en momentos en que el apoyo a la revuelta contra el gobierno del coronel Moamar al-Gadafi había creado sentimientos positivos hacia Estados Unidos que son únicos en la región.
Como un reflejo del resurgimiento del nacionalismo, el gobierno libio se ha opuesto a cualquier acción militar estadounidense unilateral en Libia contra los atacantes. “No aceptaremos que nadie entre a Libia”, dijo al canal de televisión Al Yazira el nuevo primer ministro de Libia, Mustafa Abu Shagur. “Eso violaría nuestra soberanía y no lo aceptaremos”.
Al mismo tiempo, el gobierno libio todavía depende casi enteramente de las milicias paramilitares locales autónomas que hacen las veces de policías, complicando cualquier intento de detener a los sospechosos más evidentes. Funcionarios libios y estadounidenses reconocen la posibilidad de que algunos de los autores del ataque hayan huido del país, quizás cruzando la porosa frontera sur.
“Es algo hipócrita”, dijo Fathi Baja, liberal y ex miembro del Consejo Nacional de Transición de Bengasi. Pese a las promesas de una pronta represalia, dijo, el gobierno no ha hecho nada para confrontar o interrogar a los que se cree que tienen algún grado de responsabilidad.
Tanto funcionarios estadounidenses de contraterrorismo como vecinos de Bengasi se concentran en la organización militante local Ansar al-Shariah como la principal fuerza detrás del ataque. Funcionarios de contraterrorismo en Washington dicen que creen que Ansar al-Shariah tenían un rudimentario plan de ataque contra la misión diplomática estadounidense “en la gaveta” en caso de que lo consideraran necesario, dijo un funcionario. Entonces, dijeron los funcionarios, informes de filtraciones de la embajada de Estados Unidos en el Cairo sobre los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, proporcionaron el motivo.
Después del ataque en Bengasi, dijo el funcionario estadounidense, agencias de espionaje interceptaron comunicaciones electrónicas de combatientes de Ansar al-Shariah jactándose con un operativo de al Qaeda en el Magreb Islámico, un grupo subversivo argelino que usa el nombre de la red terrorista global fundada por bin Laden. Otra interceptación captó conversaciones por celular de militantes en el recinto en llamas de la misión estadounidense en Bengasi que sugiere vínculos, o simpatía por el grupo regional de al Qaeda.
En Bengasi, el papel de Ansar al-Shariah en el ataque ha sido un secreto a voces desde que empezara la operación. Los dirigentes del grupo se han fanfarroneado de su capacidad de arrasar con el recinto de la delegación diplomática de Estados Unidos. Testigos vieron camiones con el logo de la brigada en el sitio del suceso, combatientes que asaltaron el recinto reconocen su pertenencia a la organización y testigos vieron sus caras. Algunos guardias libios del recinto los vieron de cerca, y algunos atacantes heridos fueron atendidos en hospitales locales.
Aunque inmediatamente después del ataque funcionarios libios emitieron informes contradictorios e inverificable sobre detenciones, el gobierno libio no ha identificado a ningún detenido, y en los últimos días los funcionarios se han negado a proporcionar detalles.
Miembros del nuevo Congreso nacional, hablando a condición de conservar el anonimato debido a que la investigación está en curso, reconocieron el martes con frustración que ningún miembro de Ansar al-Shariah había sido interrogado y permanecían libres.
Mustafa el-Sagizli, alto funcionario del gobierno de transición y oficial de una de las principales milicias de Bengasi, la Brigada del 17 de Febrero, dijo que el gobierno había detenido a algunos saqueadores. Pero agregó que no creía que se hubiese detenido a alguien en relación con el atentado mismo.
“Era un caos”, dijo. “Y era difícil saber quién lo hizo”.
Dirigentes de las milicias más grandes que son las únicas con funciones policiales en Bengasi dicen que están esperando más evidencias u órdenes formales antes de detener a miembros de Ansar al-Shariah. En privado, los líderes paramilitares se quejan de que detener a líderes o combatientes de Ansar al-Shariah podría implicar un sangriento enfrentamiento dentro de su propia y unida comunidad.
En una entrevista el martes, Ibrahim el-Sharkasi, alto funcionario del Ministerio del Interior, dijo que no tenía conocimiento de detenciones o interrogatorios. Insistió en que se había designado un juez especial para dirigir la investigación. Pero dijo que no podía nombrar al juez. Y no ha habido informes sobre ese nombramiento.
Entretanto, investigadores del FBI permanecen en Trípoli trabajando en conjunto con otras agencias estadounidenses del fuertemente custodiado recinto residencial que hace ahora las veces de embajada de Estados Unidos. Preocupaciones sobre la seguridad han desalentado los viajes a Bengasi.
Trabajando para definir blancos potenciales, los estrategas militares en Washington empezaron a sortear las listas de sospechosos prexistentes que son actualizadas regularmente por el Comando Conjunto de Operaciones Especiales y la CIA.
Funcionarios estadounidenses dicen que desde el ataque de Bengasi, estrategas de Operaciones Especiales han incrementado fuertemente sus intentos de trazar la ubicación y reunir información sobre varios miembros de Ansar al-Sharia y otros militantes con vínculos con al Qaeda en el Magreb Islámico.
No está claro cómo exactamente se están preparando las listas de objetivos -quizás una docena o más. Pero funcionarios militares y de contraterrorismo dijeron que las autoridades libias habían contribuido al menos a identificar a los atacantes sobre la base de versiones de testigos, videos y otras fotografías del sitio del suceso.
“Están reuniendo información sobre el domicilio de estos individuos, quiénes son sus familiares y asociados, y toda su vida”, dijo un funcionario estadounidense al tanto de los planes.
Funcionarios de inteligencia se concentran en militantes en Bengasi y el este de Libia, pero también deben investigar en otros lugares debido a la posibilidad de que algunos hayan escapado. Y para ayudar a decidir qué militantes vigilar, el Pentágono ha aumentado su uso de aviones de espionaje no tripulados para volar sobre el este de Libia, recogiendo interceptaciones electrónicas, imágenes satelitales y otros tipos de información que podrían ayudar a los estrategas a compilar su listado de blancos.
“Tienes que estar actualizando y refinando constantemente la información sobre los principales objetivos de modo que cuando te llegue el visto bueno, estés absolutamente seguro de que puedes emprender las acciones que sean necesarias”, dijo Rick Nelson, ex planificador de Operaciones Especiales que dirige el programa de seguridad interior y contraterrorismo en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington.
[Eric Schmitt informó desde Washington, y David D. Kirkpatrick desde Trípoli, Libia. Suliman Ali Zway contribuyó al reportaje desde Bengasi.]
26 de octubre de 2012
3 de octubre de 2012
©new york times
cc traducción c. lísperguer