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[Eldridge, Iowa, Estados Unidos] [Criadores de cerdos defienden tamaño de los chiqueros. Pero la introducción de cambios para darle un cariz más humano a la explotación animal cuesta dinero que los consumidores no están dispuestos a pagar. La defensa de la esclavitud y consumo de animales son parte de un modelo de sociedad y modo de vida que nos parece cada más repugnante, éticamente hablando. Y la solución del sufrimiento animal es tan simple: dejemos de comerlos.]

[Stephanie Strom] La cerda 44733 le había roto el lomo a uno de sus compañeros de corral, empujado a otro que estaba acurrucado en un rincón y estaba mordiéndole la oreja a un tercero. Otras cerdas en el corral lucían abrasiones, orejas desgarradas y los muñones del rabo ensangrentados –recuerdos todos de sus atenciones.
Era el tipo de comportamiento que llevó a criadores de cerdos como Tom Dittmer a aislar a las cerdas en compartimentos individuales -llamados jaulas de gestación- que son apenas un poco más grandes que los animales mismos.
“El motivo por el que la industria se pasó a las jaulas no fue porque quisiéramos perjudicar a nuestros animales”, dijo Dittmer. “Lo hicimos porque pensamos que era lo mejor para los animales”. La medida también mantuvo razonablemente bajo el precio de la carne de cerdo para los consumidores, dijo.
Sin embargo, este año Dittmer y otros criadores de cerdos han estado bajo creciente presión de las empresas compradoras de cerdo y organizaciones proteccionistas para que vuelvan al modo tradicional de hacer las cosas: poner a las cerdas en estabulaciones en grupo. En la última semana de septiembre solamente, tres empresas – Dunkin’ Donuts, ConAgra Foods y Brinker International, que gestiona Chili’s –anunciaron que en la próxima década no comprarán carne de cerdo derivada de cerdas criadas en jaulas de gestación.
Esta semana, la cadena de roscas Bruegger se unió a ellas. Eso llevó el número de empresas de comida rápida y minoristas de alimentos que han prometido cambiar su política de compras este año a 32: una asombrosa victoria para la Sociedad Protectora de Animales de Estados Unidos, que ha trabajado durante años para convencer a los productores de cerdos de que introduzcan cambios. El Consejo Nacional de Productores de Cerdos declaró no saber cuántos cerdos compraban estas empresas, pero estimó que podría ser un quinto de la producción de cerdos.
Productores como Dittmer resienten estas medidas, diciendo que temen que la medida sea demasiado onerosa para ellos, lo que podría elevar el precio del cerdo para los consumidores.
“Lo que no me gusta es que algunas de las grandes cadenas de restaurantes de Chicago que no saben nada sobre la crianza de animales, nos digan cómo criar cerdos”, dijo Glen Keppy, un criador retirado cuyos hijos terminan de criar los cerdos de Dittmer para llevarlos al mercado, refiriéndose a McDonald’s, que prometió en febrero dejar de comprar cerdos nacidos de cerdas criadas en jaulas de gestación. “¿Le diríamos a Microsoft cómo hacer ordenadores?”
Las investigaciones sobre qué tipo de albergue es mejor desde el punto de vista del bienestar de los animales no son unánimes, de acuerdo a un estudio realizado por un grupo de trabajo convocado por la Asociación Americana de Médicos Veterinarios. Pero la Sociedad Protectora de Animales y otras organizaciones proteccionistas sostienen que el encierro de las cerdas en jaulas de gestación es cruel.
Intentos previos de convertir a la industria del cerdo no han tenido gran éxito. Cargill, el tercer procesador de carne de cerdo del país, posee cerca de un cuarto de todas las cerdas que producen cerdos para la empresa y empezó a albergarlas en corrales colectivos más grandes hace cerca de diez años. Smithfield Foods reafirmó el año pasado su intención de cambiar las jaulas, después de prometer que lo haría en 2007 y luego cambiara de opinión. Tyson Foods y JS, los otros dos grandes procesadores, se han negado a ceder.
Así que la Sociedad Protectora de Animales –armada con gráficos videos de trabajadores profanando cerditos muertos y de cerdas en jaulas de gestación tan pequeñas que no pueden darse vuelta, con lesiones en la espalda y trastornos nerviosos- llevó el caso a las grandes marcas de consumidores. Logró en meses lo que había sido imposible de alcanzar en años de presión sobre los principales procesadores.
Pero ahora algunos de los criadores independientes que proveen a esos procesadores están defendiéndose.
Pat Hord y su familia han puesto ventanas en algunos de sus establos en el centro-norte de Ohio para que los visitantes vean por sí mismos cómo tratan a sus dieciocho mil cerdas.
“Hay muchos malentendidos y desinformación sobre lo que hacemos y sobre la crianza de cerdos en jaulas”, dijo Hord. “No es la culpa de nadie. Simplemente ya no hay nadie que trabaje en las granjas”.
Hace poco Dittmer invitó a un periodista para un tour de la Grandview Farm, que fue fundada por su bisabuelo en 1917 y tiene ahora seis mil cerdas que él a menudo llama “mis chicas”.
“Esto me pone nervioso, tengo que admitirlo”, dijo Dittmer al empezar el recorrido. “Tengo miedo de convertirme en blanco de la gente que defiende los derechos animales. Pero si voy a legar esto a una próxima generación, que es lo que quiero hacer, creo que la gente tiene que entender por qué hacemos las cosas de este modo”.
Cuando Dittmer empezó a trabajar con su padre en los años setenta, contó, sus 150 cerdas vivían en potreros como la mayoría de los cerdos de la época, soportando en refugios individuales el agobiante sol y pasando el invierno en establos.
Recuerda que recogía los refugios cuando se los llevaba el viento, interviniendo en peleas de cerdas de quinientos kilos que reclamaban los mismos refugios y tratando de sacarlas de los profundos revolcaderos de lodo. Entonces, las cerdas de Dittmer parían un promedio de ocho cerdos por vez.
En la década siguiente, los Dittmer trasladaron a sus cerdas adentro, y el promedio de crías aumentó. La piara había crecido a cerca de cuatrocientas cerdas, y los cerdos eran criados con menos grasas a medida que los estadounidenses se pasaban a los aceites vegetales y dejaban de lado la manteca de cerdo. Los cerdos más flacos soportaban a duras penas los duros inviernos de Iowa, y los granjeros tenían que supervisar más de cerca el alimento de sus animales.
A mediados de los años noventa, productores como los Dittmer y los Hord pasaron las cerdas a jaulas de gestación, donde el pienso podía ser controlado individualmente. Con la restricción de movimiento se controlaba también dónde defecaban y así se podía mantener separado su excremento del alimento y el agua. El uso de suelo de listones mejoraba la sanitación y hacía más fácil el retiro del estiércol. La atención médica se podía administrar con más facilidad y seguridad. La agresividad se redujo a un mínimo. Se mejoró la seguridad de los trabajadores.
Se redujeron los costes y se aumentó el rendimiento: las cerdas de Dittmer empezaron a tener doce cerdos en promedio por cada gestación. “A nadie le gusta oírlo, pero esto es un negocio”, dijo Ben Dittmer, hijo de Dittmer.
Basándose en investigaciones sobre el albergue de cerdas de la Universidad de Iowa, calculó que los costes de la Grandview Farm aumentarían en 1.3 millones de dólares al año si los Dittmer criaran a sus cerdas en corrales. La misma investigación indica que las cerdas producirían uno a dos cerdos menos al año, lo que es similar a la experiencia en Europa, que está mucho más avanzada que Estados Unidos en cuanto al traslado de las cerdas a corrales.
Así que, de momento, la familia ha decidido mantener a la mayoría de las cerdas en jaulas de gestación, pese a la presión de organizaciones proteccionistas. Los Dittmer dicen que ninguno de los quinientos cochinillos que nacen al día en la Grandview Farm es encerrado en jaulas: pueden entrar y salir libremente en los corrales y en las jaulas de gestación donde están sus madres. De hecho, de acuerdo a Cargill, la mayor parte de la carne de cerdo que comen los estadounidenses no proviene de cerdos criados en jaulas.
Hord, cuya familia ha invertido en estabulaciones en grupo para cerca del cuarenta por ciento de sus cerdas, dijo que a veces se preguntaba si eso tendría alguna recompensa. Los nuevos establos con corrales son más caros de construir, y los costes de operación son más altos porque se necesita más mano de obra para manejar las relaciones entre las cerdas. La atención médica de los animales es más cara, y ningún sistema de alimentación es ideal.
De momento, los Hord están absorbiendo los costes extras. “En algún momento, tendremos que cobrar un recargo”, dijo Hord. “De otro modo, nosotros y otros como nosotros tendremos que retirarnos del negocio”.
Los productores estadounidenses dicen que lo que ocurrió con la producción de cerdos en Europa podría servir como moraleja para los consumidores en Estados Unidos. En 1991, el gobierno británico decretó que para 1999 los productores de cerdos debían haber trasladado a corrales a sus cerdas. Los consumidores, reticentes a pagar los precios más altos que implicaba el cambio, compraron las importaciones danesas y holandesas más baratas, provocando la quiebra de los productores locales.
Ahora Dinamarca, Holanda y otros países productores de cerdo en la Unión Europea deben criar sus cerdas en corrales a partir del próximo año. Los criadores de cerdos en América Latina, China y Rusia, que no deben cumplir con las mismas exigencias, están preparados para vender sus cerdos más baratos en el mercado europeo.
No todos los productores estadounidenses comparten la misma opinión que Dittmer y Hord. Paul Willis supervisa una red de cerca de quinientos productores en todo el país que crían los cerdos que finalmente se convierten en los cerdos Niman Ranch. Las cerdas que paren esos cochinillos viven en potreros, tal como lo hacían los cerdos de la familia Dittmer hace algunas décadas.
Willis dice que las jaulas de gestación son inhumanas. “Esas cerdas ni siquiera se pueden dar vuelta y no tienen cama ni nada para hurgar”, dijo. “No creo que eso sea aceptable”.
Si el consumidor estadounidense promedio está dispuesto a pagar más por la carne de cerdos que han vivido con menos restricciones está por verse. Las ventas de la línea de cerdos que no han sido criados en jaulas de Good Nature de Cargill aumentaron el año pasado en un veinte por ciento –pero la empresa fomenta fundamentalmente la carne sin antibióticos, hormonas de crecimiento o conservantes.
Medio kilo de chuletas de cerdo deshuesadas de Good Nature costaba 4.19 dólares en la página web de ShopRite en Hoboken, Nueva Jersey, en comparación con los 3.29 dólares el medio kilo del mismo corte de las chuletas de Sterling Silver.
Glynn Tonsor, profesor de economía agrícola en la Universidad de Kansas, dijo que la economía doméstica a menudo triunfaba sobre la ética.
Los votantes han apoyado abrumadoramente las votaciones para prohibir la crianza de pollos en jaulas, por ejemplo, pero las ventas de huevos de granja, que cuestan cerca del cincuenta por ciento más que los huevos de criadero, constituyen menos del cinco por ciento del mercado total, dijo el profesor Tonsor.
“No hay una razón económica obvia para que los productores pasen voluntariamente de las jaulas de gestación a los corrales”, dijo. “Ahora, sin embargo, parece que las cosas empiezan a cambiar”.
2 de noviembre de 2012
6 de octubre de 2012
©new york times
cc traducción c. lísperguer

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