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[Washington, Estados Unidos / Libia] [Para combatir a los terroristas islámicos.]

[Eric Schmitt] El Pentágono y el Departamento de Estado están acelerando sus esfuerzos para ayudar a Libia a crear un comando de operaciones especiales para combatir a los extremistas islámicos como los que causaron la muerte del embajador estadounidense en Libia el mes pasado y para ayudar a contrarrestar las quisquillosas milicias del país, de acuerdo a documentos confidenciales del gobierno.
El mes pasado, el gobierno de Obama obtuvo discretamente la aprobación del Senado para destinar cerca de ocho millones de dólares de operaciones del Pentágono y de la ayuda destinada a Pakistán en el marco del programa de contraterrorismo para empezar a construir una unidad de elite libia este próximo año que debería incluir finalmente cerca de quinientas tropas. Las fuerzas estadounidenses de Operaciones Especiales podrían encargarse de gran parte del adiestramiento, como ya lo han hecho con el cuerpo de contraterrorismo de Pakistán y Yemen, informaron funcionarios estadounidenses.
El proyecto para fundar la nueva unidad ya se había iniciado cuando ocurrió el asalto que terminó con la muerte del embajador Christopher Stevens y otros tres estadounidenses en la delegación diplomática de Estados Unidos en Bengasi, Libia. Pero el plan ha adquirido renovada urgencia en momentos en que el nuevo gobierno en Trípoli trata de reafirmar el control sobre las organizaciones islámicas del país.
De acuerdo a un memo interno no clasificado del Departamento de Estado enviado al Congreso el 4 de septiembre, el objetivo del plan es reforzar “la capacidad de Libia para combatir y defenderse de amenazas de al Qaeda y sus asociados”. Otro documento del Pentágono prevé que el cuerpo de elite libio “se enfrentará y derrotará a las organizaciones extremistas violentas y terroristas”. De momento, Libia no posee esa capacidad, dijeron funcionarios estadounidenses.
La decisión final sobre el programa no se ha tomado todavía y muchos detalles, como el tamaño, la composición y la misión de la unidad todavía deben ser determinados. Pero funcionarios del gobierno de Estados Unidos dicen que han discutido los lineamientos generales del plan con altos funcionarios civiles y militares libios como parte de un paquete más amplio de la ayuda estadounidense en temas de seguridad.
“La propuesta refleja la situación de seguridad y la incertidumbre que atraviesa el gobierno de transición en Libia”, dijo un alto funcionario del Pentágono que habló a condición de conservar el anonimato debido a que el programa no ha sido anunciado oficialmente. “Las milicias paramilitares que se encargan de la seguridad en Libia deben ser integradas en un sistema de seguridad nacional”.
Un vocero del nuevo presidente de Libia, Mohamed Magariaf, no respondió nuestra petición por email de que proporcionara más detalles, y otros funcionarios militares libios no respondieron nuestras llamadas telefónicas. Su gobierno de transición continúa en un estado de cambio permanente mientras el primer ministro se prepara para nombrar a los ministros de Defensa e Interior.
Comentaristas libios han expresado su esperanza de que una potencia occidental ayude a formar el naciente ejército nacional del país, de modo que la propuesta sea bien recibida. Pero todavía debe superar muchos obstáculos, incluyendo cómo convencer a las poderosas milicias mientras se doblega su influencia, y cómo purgar al ejército de sus extremistas fundamentalistas.
“En general, es una estrategia razonable, pero creo que en la purga deben asegurarse de que esto no se convierta en un caballo de Troya al que se suban los paramilitares”, dijo Frederic Wehrey, un alto analista de política exterior del Carnegie Endowment for International Peace que visitó Libia hace poco y escribió un artículo el mes pasado sobre la seguridad en el país, titulado ‘The Struggle for Security in Eastern Libya’.
Wehrey advirtió que muchos oficiales y soldados libios también deben aprender inglés para entender los varios manuales en este idioma. Otros funcionarios advirtieron que todo programa debe ser transparente para el pueblo libio para evitar que circulen rumores sobre motivos estadounidenses ocultos detrás de la intención de formar los comandos. También, los entrenadores tendrán que profesionalizar el cuerpo de oficiales, profesionalismo que no existía en el gobierno del coronel Moamar al-Gadafi, dijo Wehrey.
El documento interno sobre presupuesto del Departamento de Estado al Congreso afirma que el programa también “fomentará un mayor profesionalismo y respeto por los derechos humanos”. También propone usar algo del dinero para comprar equipos no especificados para los comandos.
El documento también menciona cuatro millones de dólares adicionales para ayudar a que Libia mejore el control de sus fronteras. Después de la revuelta se saquearon enormes arsenales del ejército libio y funcionarios occidentales están especialmente preocupados de que miles de misiles portátiles antiaéreos hayan sido sacados del país y estén posiblemente en manos de organizaciones extremistas.
La propuesta unidad de operaciones especiales surge de una inusual colaboración entre el Departamento de Estado y el Pentágono. El año pasado, la secretaria de Estado, Hillary Rodham Clinton, y el secretario de Defensa de la época, Robert M. Gates, accedió a reunir los recursos de sus ministerios en un fondo aprobado por el Congreso para responder más rápidamente a las nuevas amenazas de al Qaeda y otras organizaciones terroristas en países como Libia, Níger y Bangladesh.
El programa, el Fondo Global de Contingencias de Seguridad, con un presupuesto de 250 millones de dólares al año (la mayor parte del Pentágono), es pequeño según los estándares del gobierno, pero será asignado a los numerosos retos de contraterrorismo del gobierno y los más amplios de seguridad en el curso de varios años.
Funcionarios estadounidenses han estado ayudando a Libia desde que la operación dirigida por la OTAN derrocara al gobierno del coronel Gadafi el año pasado, y nuevos líderes civiles empezaron a tratar de poner orden en el país.
En su primera visita a Libia, el secretario de Defensa estadounidense, Leon E. Panetta, prometió en diciembre pasado que Estados Unidos “está dispuesto a ofrecer ayuda para la seguridad una vez que el gobierno identifique sus necesidades”. Panetta no hizo comentarios sobre la unidad de operaciones especiales durante la visita, dijo un vocero del Pentágono.
Durante el gobierno del coronel Gadafi, el ejército libio tenía unidades de fuerzas especiales, pero no estaban exactamente bien adiestradas ni confiaba el gobierno en ellas, dijeron funcionarios estadounidenses. Miembros de operaciones especiales en el este fueron los primeros en desertar, y ahora funcionarios estadounidenses proponen una nueva unidad especial adiestrada propiamente como el núcleo en torno al cual deben reconstruirse las fuerzas armadas libias.
Para empezar a formar y equipar a la nueva unidad se destinarán ocho millones de dólares que son considerados como capital semilla. Un funcionario estadounidense que trabajó antes en Libia dijo que la investigación de antecedentes inicial sería probablemente realizada por funcionarios estadounidenses y libios, e incluiría un control de sus capacidades físicas, aptitud mental y lazos con grupos extremistas que eran hostiles al gobierno libio.
Entrenadores estadounidenses probablemente se concentrarían en habilidades básicas, como puntería y uso de armas pequeñas, y luego seguir hacia habilidades más avanzadas en contraterrorismo, reconocimiento y rescate de rehenes.
“Básicamente es una unidad de reacción rápida”, dijo el funcionario, que no estaba autorizado para comentar públicamente sobre la planificación.
Funcionarios en Washington dijeron que estaban esperando una decisión final sobre el plan para fines de año; los entrenadores deberían presentar las unidades iniciales dentro de doce meses.
La fluida y cambiante situación de seguridad está empujando a funcionarios estadounidenses y libios a acelerar la planificación.
“Los tipos malos están haciendo planes y organizándose”, dijo el funcionario estadounidense que trabajó antes en Libia. “Es una carrera entre los grupos extremistas y el gobierno libio que está tratando de organizarse”.
[Suliman Ali Zway contribuyó al reportaje desde Trípoli, Libia.]
7 de noviembre de 2012
20 de octubre de 2012
©new york times
cc traducción c. lísperguer

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