[Son demasiado sanos.] En las afueras de Pittsburgh están llamando a una huelga, difundiendo el llamado vía Twitter y Facebook. En un pueblo cerca de Milwaukee, cientos de ellos anunciaron un boicot. En una pequeña comunidad agrícola-ganadera al oeste de Kansas, han producido una parodia, en video. Y en Parsippany, Nueva Jersey, llevan seis días de protesta.]
[Vivian Yee] Son estudiantes secundarios, y sus quejas giran sobre el almuerzo, que es más sano, más pequeño y más caro que nunca.
La Ley de Niños Sanos y Sin Hambre de 2010, que exige que las escuelas públicas acaten las nuevas directrices nutricionales de este año académico para recibir la ayuda federal adicional para el almuerzo, ha creado una versión nacional del viejo reto de los padres: convencer a los hijos de que coman lo que es bueno para ellos.
Debido a que los almuerzos incluyen ahora frutas y verduras, aquellos que claman por más nachos recubiertos de queso podrían encontrarse judías verdes y una copa de melocotones en lugar de sus platos favoritos. Debido a los límites sobre la cantidad de grasas y sodio, aquellos que ansían patatas fritas recibirán batatas asadas. Debido a las restricciones sobre las calorías, la carne y los carbohidratos, ahora las porciones son más chicas. Se acabó el dos por ciento de leche chocolatada, que fue remplazada por leche desnatada.
“Antes, nada tenía sabor”, dijo Malik Barrows, alumno de la Escuela Secundaria Automotriz en Brooklyn, a quien le agrada la fruta, que contó que sus compañeros de clase arrojaron al suelo de la cantina sus raciones obligatorias. “Ahora tampoco tienen sabor, y es sano, y esto lo hace saber aun peor”.
Los estudiantes organizaron huelgas de almuerzo en un suburbio de Pittsburgh, donde a fines de agosto el hashtag “brownbagginit” fue tendencia en Twitter, y en las afueras de Milwaukee, donde el director de la Escuela Secundaria Mukwonago, Shawn McNulty, dijo que la participación en el programa había bajado en un setenta por ciento.
“Hay una reducción de los nacho chips, hay una reducción del pan de ajo, pero hay un aumento en frutas y verduras”, dijo McNulty. “Es difícil convencer a los chicos, y yo también estaría rezongando si tuviera diecisiete”.
En Nueva Jersey, más de mil doscientas personas se han unido al grupo en Facebook que llama a los estudiantes de la Escuela Secundaria de Parsippany Hills a boicotear los almuerzos escolares. Pese al señuelo de un almuerzo temático de comida china el viernes pasado, el primer día de la huelga, sólo algunos estudiantes compraron algo en la cantina, de acuerdo a los organizadores de la huelga.
El almuerzo que costaba dos dólares cincuenta el año pasado, cuesta ahora diez centavos más. La cafetería todavía ofrece pizzas, patatas fritas y torrejas de pollo, pero las raciones se han reducido. Y las zanahorias enanas y manzanas en bolsa que los estudiantes deben recoger al salir de la cola del almuerzo, normalmente terminan en el tacho de basura, dijo Brandon Faris, un organizador del boicot.
“Todo el mundo en la escuela están comentando los precios del almuerzo. ¡Es ridículo!”, dijo Brandon, que ridiculizó la comida china como “soborno”. “Las raciones son más chicas; los precios deberían bajar también”.
De acuerdo a las nuevas restricciones, los almuerzos en la secundaria no deben sobrepasar las 850 calorías, los almuerzos en las escuelas medias las 700 calorías, y en las escuelas básicas no más de 650. Antes, no había máximos.
Al mismo tiempo, los precios han subido en cerca de diez centavos en muchos distritos para estudiantes que no reciben almuerzos gratis, tanto para pagar las frutas y verduras frescas como para acatar las exigencias federales de que el precio del almuerzo aumente poco a poco para cubrir los costes.
En Sharon Springs, Kansas, los estudiantes descontentos con el almuerzo de la Escuela Secundaria del Condado de Wallace subieron un video a YouTube, ‘We Are Hungry’; en este, los estudiantes se desmayan en los pasillos y durante las clases de educación física, actuando como si su debilidad fuera el resultado de raciones diminutas de guiso de patatas y torrejas de pollo. Al ritmo de la canción ‘We Are Young’, de Fun, un estudiante en el video, canta: “Mis amigos están en la tienda de la esquina, comiendo comida chatarra para no desaparecer”.
Desde que fuera subido hace tres semanas, ‘We Are Hungry’ ha sido pinchado casi novecientas mil veces.
Callahan Grund, una de las estrellas del video, dijo: “En mi opinión como joven agricultor y ganadero es que nosotros producimos proteínas que no son usadas completamente”. Se levanta todas las mañanas para iniciar su jornada diaria, después de clases se queda dos horas más practicando fútbol y vuelve a casa para otra tanda de deberes. Si no fuera por los almuerzos que le prepara su madre, dijo, tendría hambre apenas dos horas después de almuerzo.
En Ciudad de Nueva York, donde funcionarios escolares introdujeron pan integral, leche desgrasada y otros cambios hace varios años, el cambio más notable de este año es la exigencia de servir más frutas y verduras, lo que ha resultado en algo de desperdicio, dijo Eric Goldstein, el funcionario del Departamento de Educación que supervisa los servicios de alimentación. No es difícil ver por qué. En la Escuela Media 104 en Gramercy Park el viernes, varios estudiantes de séptimo definieron las verduras como “asquerosas”.
“Simplemente las eché a la basura”, dijo Danielson Gutiérrez, 12, que llevaba una punta de pizza, que había regado generosamente con aliños, y una pera. Ofreció su opinión sobre la fruta: “También las echo a la basura. Sólo me gusta la manzana”.
Courtney Rowe, portavoz del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, que determina las regulaciones del alimento escolar, dijo que pese a las quejas sobre los almuerzos más livianos, las auditorías federales han mostrado que el almuerzo escolar promedio de las escuelas secundaria antes de este año contenía sólo 730 calorías, menos que la cantidad mínima de calorías que debe contener ahora, 750.
Por supuesto, los estudiantes pueden no estar ingiriendo todas las calorías que se les sirven, aunque Rowe observó que en la mayoría de las escuelas los estudiantes tienen la opción de comprar platos à la carte adicionales.
Sandra Ford, presidente de la Asociación de Nutrición Escolar, dijo que los directores de los servicios alimentarios estaban usando una variedad de estrategias para convencer a los estudiantes de que acepten los nuevos menús, pidiendo a los maestros que hablen sobre los alimentos sanos en las clases, realizando controles de sabor, repartiendo muestras gratuitas y educando a los estudiantes sobre temas como cómo se cultiva y hace lo que están comiendo.
Pero la estrategia más efectiva, dijeron varios directores de servicios de alimentación, puede ser simplemente esperar. La investigación demuestra que los niños deben ser primero expuestos a las verduras entre diez a doce veces antes de que las coman de propia voluntad, dijo William J. McCarthy, profesor de salud pública y psicología en la Universidad de California en Los Angeles.
“Si tú deber es hacer que los niños coman más frutas y verduras, tenemos que estar dispuestos a soportar el desperdicio”, dijo.
Pocos distritos escolares han sido tan extremos en sus esfuerzos como Los Angeles, que introdujeron un menú de ensalada de quínoa, milanesa de lenteja, verduras al curri, verduras salteadas a la tailandesa y otros platos vegetarianos en el otoño pasado. Cuando los estudiantes empezaron a rechazar en masa los almuerzos, el distrito remplazó algunos de los platos más exóticos con platos, más atractivos para niños, como pizza con corteza integral, queso bajo en grasas y salsas con menos sodio.
Pero este año, incluso la pizza integral ha desaparecido, remplazada por pizza calzone, fajitas y otros platos más pequeños con acompañamiento de frutas y verduras.
Nicole Anthony, gerente de la cafetería de una escuela de Los Angeles, la Escuela Media Nimitz en Huntington Park, calculó que de los mil ochocientos alumnos, que califican casi todos para un almuerzo gratis o de precio subsidiado, sólo mil doscientos piden, “en un día bueno”, las ofertas de la cantina.
Anthony no cree que los estudiantes se entusiasmen pronto por los nuevos almuerzos –no mientras puedan comprar Flamin’ Hot Cheetos de las máquinas expendedoras o bizcochos de chocolate en la tienda de estudiantes antes del almuerzo.
“¿Para qué voy a venir aquí a comer pollo y manzana cuando puedo comprar una galleta y Gatorade y unas gomitas?”, dijo. “¿Qué elegirías tú?”
[Juliet Linderman contribuyó al reportaje.]
12 de noviembre de 2012
6 de octubre de 2012
©new york times
cc traducción c. lísperguer