[La Corte Suprema resolvió que la policía no puede utilizar a perros esnifadores para olisquear en los alrededores de una casa particular: es una violación de la garantía de la Cuarta Enmienda, que protege los hogares contra intrusiones irrazonables. Editorial NYT.]
El hogar de una persona es el lugar donde la Constitución protege resueltamente el derecho a la privacidad y contra invasiones irrazonables del estado. Eso debería incluir la protección garantizada en la Cuarta Enmienda contra el uso por la policía de perros detectores de drogas al otro lado de la puerta de una casa sin una orden judicial.
El miércoles en la Corte Suprema, los jueces oyeron los alegatos en dos casos de Florida que implicaban el uso de perros para detectar drogas ilegales. En el primero, la policía respondió a una denuncia de Crime Stoppers y llevó a un perro llamado Franky a una casa antes de obtener una orden judicial. El perro señaló que olía a contrabando. Después de eso, la policía consiguió la orden, allanó la casa y encontró marihuana en su interior.
En el segundo, un agente y su perro detector de drogas, Aldo, estaban de patrulla. El agente paró a un camión después de confirmar que tenía la matrícula vencida. Cuando el agente se acercó al camión, preguntó si podía revisarlo. El conductor dijo que no, de modo que el agente envió a Aldo a olisquear junto al camión, alertando entonces al agente de la presencia de drogas. En el vehículo el agente encontró químicos para producir anfetamina.
En un caso de 2011, la Corte Suprema resolvió que la policía no puede usar dispositivos térmicos para escanear el interior de una casa sin una orden de allanamiento. El juez Antonin Scalia explicó que esa “tecnología de alta sensibilidad” obtuvo información que “no se podía haber obtenido de otro modo sin la intrusión física en un área protegida constitucionalmente”, precisamente lo que hizo el perro detector en el caso de la marihuana.
La corte ha hecho una distinción entre un vehículo y una casa en casos anteriores de allanamientos y decomisos. Para la corte, la expectativa de privacidad es más baja para los vehículos, de modo que una olfateada de un perro junto a un camión no es considerado un allanamiento. Pero una revisión en el interior del vehículo, sin una causa probable, violaría la Cuarta Enmienda.
Para mostrar que tiene una base fiable para seguir adelante con un allanamiento semejante, la policía debe hacer más que mostrar a un perro certificado y adiestrado para detectar drogas. La policía también debe presentar suficiente información sobre el perro y su entrenador y su rendimiento antes de que la corte crea que el perro proporciona información precisa.
Los casos de Florida parecen menos serios con Franky y Aldo como protagonistas, pero para los principios constitucionales los resultados son importantes. En el primer caso, el allanamiento frente a vecinos fue intrusivo y humillante para el acusado. A menos que la Corte Suprema diga que la Constitución prohíbe este tipo de pesquisa, la prueba del perro detector en una casa particular, sin pruebas de la comisión de un delito, sienta un precedente para la invasión de cualquier hogar.
En el segundo caso, había fundamentos sólidos para dudar de la precisión de Aldo. Dos meses después del primer incidente, el agente paró al mismo conductor y su camión por una infracción de tráfico. El agente nuevamente envió a Aldo, que nuevamente señaló la presencia de drogas, pero esta vez el registro del agente no produjo ninguna substancia ilegal. Hay creciente evidencias, como advirtió el ex juez David Souter en una opinión disidente en un caso de 2005, que el “perro infalible” es “el engendro de una ficción legal”. Los jueces tienen el deber de proteger a los ciudadanos contra la violación de sus derechos constitucionales, incluyendo los cometidos por el mejor amigo del hombre.
13 de noviembre de 2012
1 de noviembre de 2012
©new york times
cc traducción c. lísperguer