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[España] [Prenden fuego a un toro y lo torturan por diversión como parte de una tradición. El toro es quemado vivo y aguijoneado por el público antes de ser sacrificado.]

[Tom Worden] Si usted pensaba que las lidias de toros eran malas, prepárese para algo todavía más espantoso. Esta terrible fotografía de un toro con su cabeza envuelta en llamas es del Toro de Júbilo, un festival anual en el pueblo de Medinaceli, en el centro de España.
Celebrado en noviembre, las retorcidas festividades giran en torno a la prolongada tortura de un toro, al que le amarran antorchas ardiendo a sus cuernos y luego lo aguijonean mientras el pobre animal huye aterrorizado y en desesperada agonía.
Todo en nombre de la tradición y el espectáculo. Sin embargo, los defensores de la tradición insisten ridículamente que no causa ningún tipo de estrés al toro.
La fiesta de este año empezó el sábado a las 11:30 de la noche y convocó a mil quinientas personas –casi el doble de la población del pueblo. Los niños aplaudían y vitoreaban junto a sus padres mientras treinta hombres jalaban al toro hacia la plaza del pueblo, con una cuerda amarrada a sus cuernos.
La plaza había sido cubierta de arena para convertirla en un coso improvisado. Los hombres encendieron entonces un círculo formado por fogatas para completar la transformación mientras una banda tocaba en el fondo.
En la provincia de Valencia solamente se celebran seis mil festivales que implican crueldad hacia los toros.
El toro de tres años –llamado Liebro- había llegado a Medinaceli una hora y media antes en un camión de carga desde el rancho Gallur, en la provincia de Aragón. Ahora luchaba con todos sus músculos en su cuerpo mientras los hombres lo bajaban, lo amarraban a un poste de madera y le ataban a sus cuernos un marco de madera y acero.
Amarradas a este grotesco tocado había dos antorchas empapadas en brea –una mezcla de aguarrás y azufre. Entonces, antes de encender las antorchas, los hombres embadurnaron con lodo la cara y cuello del toro para impedir que su pelaje prenda fuego.
Cuando ardieron, el toro fue soltado del poste y empezó a correr alrededor del coso, sacudiendo furiosamente su cabeza mientras las gotas candentes caían de las antorchas sobre su cara.
Los jóvenes jugaban a ser matadores, provocando al toro con abrigos como si fuesen capas. Cuando el animal cargaba, saltaban hacia la valla del callejón, mientras los espectadores los vitoreaban todo el rato.
Después de cuarenta minutos, el toro estaba tan exhausto como paralizado de miedo. Se detuvo con el aliento saliéndose de las narices, la saliva cayendo de su hocico y la piel de sus flancos chamuscada.
Cuando las antorchas finalmente se extinguieron, se lanzaron cientos de petardos, aterrorizando todavía más al toro antes de sacarlo del ruedo para ser sacrificado. La gente celebró hasta las seis de la mañana. La fiesta del Toro de Júbilo se remonta a cuatrocientos años, pero el dictador Franco la prohibió en 1962 después de que la prensa británica revelara su crueldad ante el mundo. Sin embargo, la prohibición fue derogada en 1977 y el festival renació en Medinaceli, a unos ciento cincuenta kilómetros al nordeste de Madrid.

El festival ha recibido un estatus cultural especial de parte de las autoridades de Castilla y León en España y el ayuntamiento de Medinaceli se ha presentado para que se le conceda la condición de Patrimonio Cultural Intangible de la Unesco.
“Esto es parte de nuestro legado cultural”, dijo Walter Jesús Moreno, 33, uno de los participantes. “El toro no sufre nada”.
Pero organizaciones de defensa de los animales tanto en España como en el Reino Unido están presionando para prohibir el festival. Mark Jones, veterinario y director ejecutivo en Gran Bretaña de la Sociedad Internacional para la Protección de los Animales, dijo al Daily Express: “Este bárbaro festival causa un terrible estrés y angustia al animal. Todo el proceso hace vivir al toro momentos de terror.
“En esta época, la gente no debería usar a los animales de este modo para su propia diversión y no deberían usar la cultura como una excusa para la crueldad”.
Organizaciones animalistas españolas dicen que en el país abundan la fiestas que incluyen alguna forma de maltrato animal.
En años anteriores han organizado manifestaciones en Medinaceli para protestar contra el festival, pero no han logrado disuadir a la población local, que lo ven como un derecho cultural.
Ahora se están concentrando en presionar a los políticos para que prohíban la fiesta. Silvia Barquero, portavoz de Partido Antitaurino contra el Maltrato Animal (PACMA), que defiende los derechos animales, dijo: “En España hay cientos de festivales con toros quemados vivos y miles más que incluyen alguna forma de crueldad.
“Sólo en la provincia de Valencia hay seis mil festivales que incluyen crueldad hacia los toros. Esta barbarie debe terminar”.
15 de noviembre de 2012
12 de noviembre de 2012
©express
cc traducción c. lísperguer

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