[Estados Unidos] [El gobierno ha puesto en la lista de organizaciones terroristas al Frente Nusra, una de las principales fuerzas paramilitares en la rebelión contra el presidente Assad en Siria, debido a sus vínculos con al Qaeda. Una decisión inevitable, pero que debilita la capacidad de Estados Unidos de influir en los acontecimientos. Editorial NYT].
La presencia de combatientes rebeldes en Siria que fueron entrenados y son apoyados por al Qaeda representa un serio problema para Estados Unidos y sus aliados occidentales. El Frente Nusra, una filial de al Qaeda en Iraq, se ha convertido en una de las fuerzas más efectivas en la rebelión contra el presidente Bashar al-Assad.
El peligro es que la organización pueda secuestrar la rebelión y emerger como la fuerza dominante después de que Assad sea derrocado. Funcionarios del gobierno de Obama son cada vez más francos sobre esta amenaza, junto con la posibilidad de que los conflictos sectarios entre los grupos suní, alauí, cristiano y otros puedan recrudecer después de la caída de Assad.
No hay respuestas fáciles, y nadie en Washington, ni en ningún gobierno extranjero, cree que se pueda determinar el resultado. Pero el presidente Obama debe ofrecer una perspectiva clara de cómo piensa utilizar la influencia de Estados Unidos frente a la amenaza fundamentalista y para cuando termine el conflicto en Siria.
Obama ha puesto al Frente Nusra en la lista negra de organizaciones terroristas, lo que hace ilegal que los estadounidenses tengan relaciones económicas con el frente. Tiene sentido aislar a la organización y tratar de privarla de recursos, pero la mera designación no es suficiente. Los funcionarios estadounidenses tienen que defender su posición directamente ante los países o actores que se cree que son los tienen más responsabilidad, sea directa o indirectamente, en el abastecimiento de armas y otro tipo de ayuda al Frente Nusra: Qatar, Arabia Saudí, Turquía y el Kurdistán iraquí. Por más que quieren derrocar a Assad, estarán jugando un juego mortal si respaldan a un aliado de al Qaeda, organización que aunque debilitada, sigue comprometida con la guerra santa global y con el derrocamiento violento de las monarquías suníes.
El problema es que muchas organizaciones rebeldes sirias trabajan estrechamente con el Frente Nusra precisamente debido a que sus experimentados combatientes son extremadamente efectivos a la hora de atacar las posiciones sirias fortificadas y de conducir a otros grupos armados en la captura de bases militares y campos petrolíferos.
Algunos dicen que la designación como terrorista podría salir mal ya que pone a Estados Unidos contra las fuerzas rebeldes. Otros han argumentado que un modo de marginar a los grupos fundamentalistas es que Estados Unidos arme a las organizaciones rebeldes laicas y moderadas o incluso establezca una zona de exclusión aérea que neutralizaría a la fuerza área siria.
Pero la situación en Siria es extremadamente compleja, y la prudencia del presidente Obama al resistir la intervención militar es la aproximación correcta. Como vimos en Iraq y Afganistán, incluso después de enviar decenas de miles de soldados, la capacidad de Estados Unidos para influir en el curso y resultado del conflicto armado es decididamente limitada.
Contra el telón de fondo de la guerra, Naciones Unidas, Estados Unidos y algunos funcionarios europeos todavía promueven un acuerdo negociado para limitar el derramamiento de sangre. Incluso si las partes en conflicto estuvieran dispuestas a poner fin al conflicto, cualquier acuerdo requerirá el apoyo ruso. Sólo que las conversaciones entre funcionarios rusos y estadounidenses durante el fin de semana no mostraron signos de que Moscú esté preparado para dejar caer a Assad.
12 de diciembre de 2012
11 de diciembre de 2012
©new york times
cc traducción c. lísperguer