[París, Francia] [Medicamentos usados en caballos de carrera de Estados Unidos impide su aceptación como carne en mercados europeos por los riesgos que puede implicar para la salud humana. Tras una vida de servicio, los dueños envían a sus caballos a un horrendo fin en mataderos mexicanos y canadienses.]
[Joe Drape] Durante décadas, los caballos estadounidenses, muchos de ellos retirados o lesionados en el hipódromo, han sido enviados a Canadá y México, países donde es legal el sacrificio de caballos, para ser luego procesados y vendidos para su consumo como carne en Europa y otros continentes.
Sin embargo, últimamente funcionarios de la seguridad alimentaria europeos han comunicado a mataderos mexicanos y canadienses su creciente preocupación de que la carne de los caballos de carrera de Estados Unidos puede ser demasiado tóxica como para ser consumida con seguridad debido a que los caballos han sido inyectados repetidas veces con medicamentos.
Pese al hecho de que los caballos de carrera constituyen sólo una fracción del negocio de la carne de caballo, los funcionarios europeos han indicado que ellos sin embargo podrían exigir los archivos de medicación de los caballos destinados al sacrificio desde Canadá y México, y quizá obligar a mantenerlos en un cebadero o alguna otra zona durante seis meses antes de su faenamiento.
En octubre, Stephan Giguere, gerente general del principal matadero de Quebec, dijo que rechazó camiones con caballos provenientes de Estados Unidos debido a que sus clientes estaban preocupados sobre potenciales problemas relacionados con los medicamentos. Giguere dijo que advirtió a sus compradores evitar los caballos provenientes de hipódromos estadounidenses.
“No los queremos”, dijo. “Es demasiado riesgo”.
La acción es sólo la última indicación de la difícil situación de las carreras de caballo en Estados Unidos y sus problemas con el dopaje de los caballos. “Algunos importantes preparadores han sido castigados por usar medicamentos legales e ilegales, y caballos cargados de analgésicos han estado colapsando en impresionantes cantidades. El Congreso ha pedido una reforma, e inspectores del estado han empezado a imponer reglas más estrictas.
Pero la alarma dada en el mercado internacional de la carne de caballo es un distintivo golpe para la industria.
Solo en 2010, cerca de 138 mil caballos fueron enviados a Canadá o México para ser procesados como carne para mercados europeos y de otras partes del mundo, de acuerdo a un informe de la Oficina de la Contraloría General de Estados Unidos. Organizaciones que se ocupan del bienestar de los caballos de carrera retirados han calculado que entre el diez y el quince por ciento de la población enviada al matadero puede haber corrido en hipódromos de Estados Unidos.
“Los caballos de carrera son farmacias ambulantes”, dijo el doctor Nicholas Dodman, veterinario de la facultad de la Universidad Tufts y co-autor de un artículo de 2010 que buscaba llamar la atención sobre los riesgos sanitarios que representaban los caballos de carrera de Estados Unidos. Dijo que era imprudente querer cualquiera de los medicamentos administrados a los caballos “en tu cadena alimentaria”.
Los caballos que son enviados a México y Canadá deben, por ley, contar con una certificación de que no han ingerido algunos medicamentos durante seis meses previos a su faenamiento, y los implicados en su transporte deben poseer una declaración jurada para ese efecto. Pero funcionarios de la Comisión Europea dicen que las declaraciones juradas son fáciles de falsificar. Como consecuencia, los caballos de carrera estadounidenses aparecen en Canadá apenas semanas después –a veces días- de haber dejado los hipódromos y su firme dieta de medicamentos.
En octubre, la Dirección General de Salud y Consumidores de la Comisión Europea constató serios problemas cuando fiscalizaba las operaciones de los mataderos de equinos en México, en los que el ochenta por ciento de los caballos proviene de Estados Unidos. El informe de la comisión dijo que los funcionarios mexicanos no podían cuestionar la “autenticidad o fiabilidad de las declaraciones juradas” sobre caballos presuntamente sin medicamentos, y por tanto no tenían modo de verificar si los caballos estaban contaminados con fármacos.
“Los sistemas instalados para la identificación, la información sobre la cadena alimentaria y en particular las declaraciones juradas sobre tratamientos con ciertas substancias durante los seis meses previos, tanto para los caballos importados de Estados Unidos como para los caballos mexicanos, son insuficientes para garantizar que se apliquen normas equivalentes a las proporcionadas por la legislación de la Unión Europea”, dice el informe.
Las autoridades mexicanas y estadounidenses reconocen que la supervisión de los mataderos es floja. El 9 de julio, la Administración de Fármacos y Alimentos de Estados Unidos envió un oficio de advertencia a un operador de cebaderos en Ohio que vende caballos para ser procesados como carne. El operador, Ronald Andio, fue reprendido por vender a un matadero canadiense un caballo purasangre contaminado con medicamentos.
La Agencia de Inspección Alimentaria canadiense había examinado el cadáver del caballo en agosto y constatado la presencia del fármaco antinflamatorio fenilbutazona en los tejidos musculares y en los riñones. También halló clenbuterol, un fármaco ampliamente utilizado para problemas respiratorios que puede hacer músculo imitando los esteroides anabólicos.
Debido a que los caballos no son una fuente de alimento tradicional en Estados Unidos, la Administración de Fármacos y Alimentos no exige información sobre la seguridad de los alimentos considerados aptos para el consumo humano cuando estudia qué medicamentos pueden ser usados legalmente en los caballos. Patricia El-Hinnawy, portavoz de la agencia, dijo que los medicamentos aprobados por la agencia para su uso en caballos llevaban el aviso “No usar en caballos destinados al consumo humano”.
También dijo que la acusación contra Andio seguía abierta.
“En el oficio de advertencia, el caso sigue abierto, pero no podemos proporcionar más informaciones en estos momentos”, dijo El-Hinnawy said.
Un examen realizado por el New York Times del caballo de carrera americano mostró una industria todavía inmersa en la cultura de fármacos y reglamentos inadecuados y una fatal tasa de colapsos que sigue siendo mucho peor que en la mayoría de los países del mundo. El examen constató que en los hipódromos estadounidenses mueren a la semana veinticuatro caballos, y que en un reciente periodo de tres años, más de 3.800 caballos habían dado positivo en pruebas de medicamentos, la mayor parte altos e ilegales niveles de fármacos de prescripción médica.
Muchos hipódromos estadounidenses prohíben que dueños y preparadores trabajen con sus caballos en sus instalaciones si son capturados enviando caballos a los mataderos, pero las acusaciones son difíciles de probar. Sin embargo, en mayo pasado un matadero de Quebec operado por Viande Richelieu devolvió a Mark Wedig los caballos de carrera retirados Canuki y Cactus Café después de que activistas contra el sacrificio y funcionarios hípicos de Ohio y Virginia del Oeste demostraran que los caballos habían recibido medicamentos.
La carne de caballo sigue siendo solicitada en París y otros países por una generación mayor de europeos. Henri-Previen Chaussier, un carnicero que sólo vende carne de caballos en el Distrito 13 de París, dijo que la demanda de clientes individuales era todavía muy alta, pero que en su lista de clientes sólo había un restaurante, el Taxi Jaune en el Distrito 1.
“Excelente”, dijo sobre el sabor de su producto.
Jerome Paviet, mayorista de carne de caballo, dijo que en Francia se consumían anualmente cerca de treinta mil toneladas de carne de caballo. Dijo que la mayoría de los consumidores tenían más de 45 años, debido a que durante la Segunda Guerra Mundial, y después, los doctores fomentaban el consumo de carne de caballo como una alternativa sana a otras carnes que entonces eran escasas. Sin embargo, Paviet ha empezado a vender carne online debido a la falta de locales de expendio.
Paviet dijo que había iniciado su página web Ma Boucherie Chevaline hace tres meses y que las ventas marchaban bien. Como distribuidor, dijo, espera que la carne de compra cumpla con las reglas de medicación y sea segura.
“Realmente no sabemos cómo se ha tratado a los caballos”, dijo. “Esperamos que nuestro matadero canadiense haga su trabajo y controle la calidad de la carne”.
Giguere, que gestiona el matadero al oeste de Quebec, dijo que en las instalaciones se procesaban entre doscientos y 450 caballos a la semana. Dijo que además de las autoridades canadienses que hacen inspecciones in situ, su empresa también realizaba pruebas aleatorias y ocasionalmente controlaba las declaraciones juradas y otros historiales médico-veterinarios de los caballos que compraba.
Dijo que esperaba que se impusieran más reglas, y más estrictas, para el tratamiento de caballos destinados al consumo humano en la Unión Europea.
“No es un sistema perfecto”, dijo Giguere. “Pero tengo confianza en que nuestra carne es segura porque trabajamos duro en mantenerla así en una industria fuertemente regulada. Hace tres años no había nada”.
18 de diciembre de 2012
8 de diciembre de 2012
©new york times
cc traducción c. lísperguer