[Mission, Texas, Estados Unidos] [En la guerra contra las drogas en la frontera tejana, algunos agentes no son lo que parecen. Los narcotraficantes han prosperado durante un largo tiempo aquí y en otras ciudades fronterizas de Texas, pero su éxito ha dependido a veces de inusuales alianzas.]
[Manny Fernández] Algunos de los mismos agentes de policía que juraron combatir el tráfico de drogas han estado ganado dinero de manera ilícita ayudando a los vehículos que transportan marihuana y cocaína a evitar que sean detectados por otros agentes durante los envíos, comunicaron las autoridades.
El mes pasado, cuatro agentes –dos alguaciles del sheriff del condado de Hidalgo y dos agentes de Mission- fueron detenidos y acusados de escoltar cargamentos de drogas a cambio de dinero después de una investigación realizada por la Agencia de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), el FBI y otras agencias. En documentos judiciales presentados por investigadores federales, los cuatro fueron acusados de escoltar vehículos que transportaban entre dos mil a seis mil dólares de cocaína por envío.
No eran agentes del montón. Los funcionarios dijeron que formaban parte de un destacamento especial llamado la Unidad Panamá que fue formada para combatir el narcotráfico en el condado de Hidalgo, parte de la región fronteriza al sur de Texas conocida como el Valle de Río Grande. Todos habían sido agentes del orden durante cinco a siete años y habían recibido adiestramiento especial en técnicas de investigación y armas de fuego. Los dos agentes de Mission -Alexis R. Espinoza, 29, y Jonathan C. Trevino, 28- tenían profundos lazos con agentes locales. Espinoza es hijo del jefe de policía de Hidalgo y Trevino es hijo del sheriff del condado de Hidalgo.
“Somos una familia respetuosa de la ley, y estamos anonadados”, dijo el sheriff, Guadalupe Trevino. “Si se comprueba que es culpable, deberá pagar su deuda con la sociedad. Pero al mismo tiempo es mi hijo, y lo apoyaré. Como padre, tengo que apoyarlo. Pero puedo prometerle y prometer a todo el mundo que vamos a hacer lo correcto”.
Los cuatro acusados son los últimos en una larga línea de agentes acusados de escoltar, robar o distribuir cargamentos de drogas cerca de la frontera de dos mil kilómetros que Texas comparte con México. Desde 2007, más de cuarenta agentes de policía, alguaciles del sheriff, agentes de la Patrulla Fronteriza y otros funcionarios policiales han sido detenidos y acusados por usar sus posiciones para beneficiarse del tráfico de drogas a lo largo o cerca de la frontera, desde El Paso hasta el Valle de Río Grande.
En 2010, un agente de policía de la ciudad de Pharr, Jaime Beas, fue arrestado después de que usara un vehículo policial, uniforme y radio mientras estaba de servicio para escoltar vehículos cargados con cocaína. También fue acusado de exportar una granada y otras armas a México. En abril de 2011, el ex agente de Laredo, Orlando Jesús Hale, fue sentenciado a casi veinticinco años en una prisión federal. Hale y otro agente de Laredo fueron condenados de conspirar para evitar que los vehículos con drogas fueran detectados, usando su coches policiales y radios para interceptar comunicaciones oficiales durante las escoltas.
Dos alguaciles del sheriff del condado de Duval, Rubén Silva y Víctor Carrillo, fueron arrestados por su participación en el montaje de un control de tráfico en mayo para robar diez kilos de cocaína y hacer creer al dueño de los estupefacientes que la droga había sido incautada por agentes de policía.
En 2011, el ex jefe de policía de Sullivan City, Hernán Guerra, fue sentenciado a diez años de cárcel por tráfico de drogas. Confesó a las autoridades que mientras se desempeñaba como el más alto funcionario policial de la ciudad, había ayudado a traficantes mexicanos a ingresar marihuana a Estados Unidos a cambio de dinero, en parte enviando a sus agentes a otros lugares para que no interfirieran con los envíos, dijeron las autoridades.
Will Glaspy, funcionario de la DEA en Houston que está a cargo de las operaciones de la agencia en el Valle de Río Grande, dijo que creía que la corrupción policial se estaba expandiendo en la región a la misma velocidad que en otras partes del país. Cuando surge información de que un agente podría estar trabajando con el otro lado de la ley, dijo, esas pistas son investigadas rigurosamente.
“La abrumadora mayoría de los agentes de policía, sean federales, estaduales o locales, hacen un buen trabajo y sirven a la comunidad”, dijo Glaspy. “Desgraciadamente, tenemos algunas manzanas podridas, como en todas partes, donde los tipos malos se convierten en agentes de policía y manchan la insignia”.
En un caso, un agente en un coche de policía tuvo que interrumpir la escolta de un vehículo con drogas para responder a un llamado policial, porque el agente estaba de servicio en ese momento. Algunos agentes han puesto en peligro largas carreras y violado sus juramentos por algunos miles de dólares. Hale recibió mil dólares y el otro ex agente de Laredo, Pedro Martínez III, dos mil. Beas, el ex agente de Pharr, recibió doce mil dólares por escoltar a vehículos con drogas en tres ocasiones, y fue sentenciado en 2011 a doce años de cárcel, dijeron las autoridades.
A menudo, la gente de la que los agentes creían que eran narcotraficantes eran en realidad agentes federales encubiertos o informantes que trabajaban con los detectives. Los vehículos que los agentes creían que transportaban narcóticos a menudo no contenían drogas en absoluto, o los detectives habían colocado las drogas en otros vehículos.
Al Álvarez, un abogado que representa a Espinoza, el agente de Mission arrestado el mes pasado, criticó las investigaciones por corrupción diciendo que los agentes a menudo eran víctimas de montaje y “tentados” por informantes secretos que tenían ellos mismos problemas con la ley.
“Aquí en el Valle tenemos delincuencia y hay cargamentos de cocaína que van hacia el norte”, dijo Álvarez, que también representó a Beas, el ex agente de Pharr. “Siempre me confunde por qué hacemos montajes con cocaína confiscada para atrapar policías cuando en realidad tenemos delincuentes de verdad haciendo sus negocios. ¿Por qué creamos incentivos para corromper a los policías?”
Álvarez dijo que Espinoza no había participado en actividades criminales y que no sabía que había drogas en los vehículos. Piensa impugnar en la corte las acusaciones, dijo Álvarez.
La Unidad Panamá, compuesta por agentes de policía de Mission y de alguaciles del sheriff del condado de Hidalgo, sigue siendo investigada por detectives federales. Fue creada por el viejo Trevino, el sheriff, pero había operado fuera del departamento de policía de Mission, dijeron funcionarios.
El sheriff Trevino dijo que cinco alguaciles que eran miembros de la unidad habían renunciado, incluyendo a los dos que fueron arrestados, Fabián Rodríguez, 28, y Gerardo Mendoza-Durán, 30. Su hijo y Espinoza fueron despedidos por el jefe de policía de Mission, Martín Garza Jr.
El sheriff dijo que a la luz de la investigación, su departamento estaba revisando sus procedimientos, estudiando las detenciones realizadas por la unidad y evaluando el desempeño de los superiores de los alguaciles. Las autoridades dijeron que no había pruebas de que los cuatro arrestados tuvieran vínculos con carteles mexicanos de la droga, aunque algunos agentes acusados en otros casos, incluyendo a Guerra, el ex jefe de policía de Sullivan, sí tenían lazos con mafias mexicanas.
12 de enero de 2013
3 de enero de 2013
©new york times
cc traducción @lisperguer