[Estados Unidos] [¿Deberían caballos salvajes y lobos ser sacrificados a beneficio de los ganaderos que operan en tierras públicas? En Chile se vive una situación similar en el sur, donde los ganaderos que explotan tierras públicas buscan exterminar a perros y guanacos, entre otras especies.]
El dilema se reduce a esto: ¿deberían ganaderos dejar pastar su ganado en tierras públicas y luego exigir tanto la ayuda del gobierno como el apoyo de la opinión pública para matar a animales silvestres nativos que compiten con su ganado no-nativo?
Punto 1: cuando los rancheros plantan sus manadas de ganado doméstico en los bosques o en hábitats de lobos, habrá conflicto con los depredadores.
¿Cómo podría no haberlos? No se trata de lobos, coyotes o pumas problemáticos; son simplemente animales silvestres nativos que tratan de sobrevivir en sus propios territorios, en sus hábitats, como lo han hecho desde tiempos inmemoriales. Al introducir ganado vacuno, ovino y de otras especies no-nativas, indefensos, los ganaderos están ofreciendo su ganado, deliberadamente y a sabiendas, a los lobos.
¿Cómo se supone que un depredador salvaje resista convertir ese ofrecimiento en una comida fácil?
Incluso así, el hecho es que menos del dos por ciento de todas las pérdidas de ganado se debe a los lobos. Incluso lobos en tierras nacionales agrestes.
Eso debería decirnos algo.
Punto 2: ¿qué hay de verdad en que, según reclaman los ganaderos, los caballos salvajes erosionan los pastizales y destruyen las tierras nacionales imposibilitando su uso por el ganado doméstico?
Los caballos salvajes recorrían Norteamérica mucho antes de que llegáramos nosotros. Ahora los ganaderos los encuentran inconvenientes. Y los ganaderos en tierras públicas son la principal razón por la que los empleados del gobierno son llamados a “sacrificar selectivamente” (léase matar y retirar) nuestros espectaculares caballos salvajes, que son vistos como “competencia por la tierra de pastoreo”, para que el ganado introducido, no-nativo e invasivo, pueda ser engordado de modo barato (y enviado más tarde a una muerte demostrativamente espeluznante en nuestros mataderos).
Es el ganado doméstico, no los caballos salvajes ni otra fauna silvestre nativa, el que erosiona la tierra de pastura. Las especies nativas vivían aquí miles de años antes de que trajéramos nuestro ganado, y los pastos eran ricos y abundantes. Al ganado doméstico no-nativo no le toma mucho tiempo arruinar todo eso.
Como resultado, nuestra fauna silvestre nativa (que nos pertenece a todos) es sacrificada para mantener a especies que no está preparado para sostener, para aplacar a una minoría de usuarios consuntivos y una polémica industria. (El problema podría ser incluso más grave. Lea The Mustang Conspiracy, un inquietante informe sobre lo que está pasando realmente en territorio de los caballos salvajes y su relación con los intereses petrolíferos de BP.)
Los ganaderos incluso cercan las escasas fuentes de agua en el desierto para que el ganado pueda beber, dejando morir de sed a los caballos salvajes y otra fauna nativa.
Nuestros dólares están siendo usados para aniquilar nuestra preciosa fauna silvestre a favor de los intereses económicos de una elite minoritaria que probablemente tampoco es estadounidense. Y no son solamente lobos y caballos salvajes los sacrificados. También se sacrifica a castores, perros de las praderas, zorros, osos, coyotes, pumas, comunidades vegetales nativas, y especies de aves que los ganaderos y los agricultores encuentran inconvenientes. Incluso el icónico bisonte americano, símbolo de la majestuosidad del Oeste, fue rescatado después de estar al borde de la extinción por un heroico plan de largo plazo. Ahora, en un asombroso cambio de política, los bisontes están siendo eliminados para beneficiar a los ganaderos que operan en tierras públicas, incluso pasando por encima de las legítimas protestas de los indios estadounidenses que tienen un vínculo espiritual con ellos.
A medida que aumentan las masacres de lobos, bisontes y caballos salvajes en el oeste de Estados Unidos debido a la implacable presión del ganado, y las presiones de la industria petrolífera y de la caza, los activistas medioambientales y de la conservación y la fauna silvestre están presenciando con creciente alarma cómo las necesidades de unos pocos nos ponen en peligro a todos, y retrotraen décadas de progreso en la conservación y restauración del balance ecológico y la biodiversidad en Estados Unidos.
¿No Hay Nada Más Sagrado Que el Todopoderoso Dólar?
Los lectores deberían saber que estas tierras, apartadas originalmente para ser conservadas, intocadas, sin ninguna huella humana, a perpetuidad, para la salud y sustentabilidad del planeta y sus habitantes, no debían ser modificadas nunca y menos para convertirlas en un monocultivo de pastizales reservado exclusivamente para la crianza de ganado doméstico. Idealmente, tampoco debería haber leñadores, ni mineros, ni cazadores, ni tramperos, ni caminos, ni otros usuarios consuntivos.
La tierra y la vida que pertenecen a todos, no deberían ser destruidas por nadie.
El republicano Harold Ickes llegó incluso a retar a sus contemporáneos a poner freno a los intereses madereros y a asegurarse de que los parques naturales permanezcan sin caminos e impolutos.
Eso es lo que debieran ser las tierras públicas: sagradas, enteras, protegidas e intrínsecamente valiosas sin que puedan ser explotadas por nadie.
Ahora todo eso corre peligro.
Los lectores pueden tratar de justificar el actual cambio en las prácticas de control aduciendo que desde entonces las cosas han cambiado.
Eso es verdad.
La conservación de tierras nacionales intactas y funcionando, con comunidades animales y vegetales biológicamente diversas, es incluso más importante de lo que habíamos supuesto. El conocimiento de los sistemas ecológicos es ahora más profundo; por ejemplo, el beneficio de los bosques primigenios es mucho más importante de lo que habíamos pensado (i.e., se necesitan intactos la vida silvestre interdependiente, el fungo, los microorganismos, la marga, el mantillo, las raíces y árboles centenarios, y no son “renovables” en el sentido de que no son simplemente intercambiables con nuevas áreas jóvenes de crecimiento forestal).
Lo mismo ocurre con las praderas de hierbas altas, humedales, manglares -de hecho, mientras más lo pensamos, más nos damos cuenta de que no debemos entrometernos con el orden inherente de la naturaleza.
Estas tierras nacionales son necesarias por su valor intrínseco para la mantención de la salud de nuestra Tierra viva, y es mejor dejarlas lo más prístinas e intocadas como sea posible. Son para la fauna silvestre, las comunidades vegetales y animales enteras, para que podamos observar, aprender y apreciar, para no decir nada de su valor como lugar de descanso, para que la Tierra se pueda renovar y respirar.
Y nosotros.
Así que cuando un ganadero transporta su ganado a tierras nacionales y/o en hábitats de fauna silvestre, nuestros funcionarios de gobierno (con nuestros dólares) llegan al lugar y levantan vallas, retiran comunidades vegetales y animales nativas (incluyendo castores, perros de las praderas y aves), ayudan a crear pastizales (reduciendo deliberadamente la necesaria biodiversidad biológica) y luego estimulan la emisión de más permisos de pastoreo en tierras públicas no sólo compensando monetariamente a los ganaderos por las pérdidas de ganado por acción de depredadores nativos naturales, sino además organizando cuadrillas de exterminadores para terminar con los lobos y otra fauna silvestre una vez que se denuncia la presencia de depredadores.
Los ganaderos ni siquiera deben demostrar que han utilizado métodos no letales probadamente disuasivos (vallas, perros guardianes, vigilantes, etc.) antes de iniciar las cacerías de lobos.
Para este autor, eso se parece a una trampa: seducir a depredadores animales que no pueden resistir la tentación de una comida fácil para que caigan en su regazo, y luego castigarlos con la muerte (o, posiblemente, con su eventual extinción).
¿Qué se siente sobre la idea de sacrificar nuestra fauna silvestre en beneficio de hombres de negocios extranjeros? Swift Foods, que ahora es propiedad del productor de carne brasileño JBS S.A. (SAO; JBSS3), es el tercer productor de carne de res de Estados Unidos y posee el 18.5 por ciento del mercado estadounidense, y ha participado también en productos derivados del petróleo y en seguros, y ha estado implicado en una serie de acciones legales.
Así que no estamos hablando que pequeñas familias ganaderas del país.
También tenga en mente que el consumo de carne de res en Estados Unidos ha bajado firmemente desde 2002. También se ha reducido el “inventario” del ganado. Así que ¿por qué estamos exterminando a nuestra fauna silvestre y arruinando sus hábitats naturales para seguir estimulando la producción de ganado?
Además, los principales explotadores de recursos naturales y vida silvestre (madereros, cazadores, tramperos, compañías petroleras, urbanistas, etc., muchos de ellos propiedad de consorcios extranjeros) están intentando activamente modificar la legislación de protección del medioambiente de Estados Unidos a favor de lo que llaman su “uso justo” (como si no hubieran tenido acceso irrestricto a los recursos naturales del país, iniciando actividades que dañan el medioambiente, incluyendo humedales, praderas y bosques antiguos, lo que sería en realidad suficiente para encender al movimiento ecologista).
El monocultivo, la agricultura y la modificación de las tierras agrestes para destinarlas al cultivo es también una mala noticia para la Tierra, ya que resulta no solamente en pérdida de la biodiversidad sino también provocando sequías, la desertificación de la tierra, aumentando el contenido salino de las tierras cultivadas a través de la irrigación y del uso de fertilizantes derivados del petróleo, aumentan las malas hierbas y los insectos resistentes a los insecticidas. Y muchas otras cosas.
Es bastante malo que eso ocurra en tierras privadas, pero permitir que se derrame a nuestra área amortiguadora natural, a nuestro patrimonio y tesoro nacional, a los pulmones y el corazón de la Tierra, nuestras invalorables áreas agrestes pone en peligro no solamente el futuro de la naturaleza tal como la conocemos y necesitamos, sino también nuestro propio futuro.
¿Cuándo es suficiente? ¿Cuándo el resto de nosotros, que apreciamos y necesitamos las áreas agrestes y la vida silvestre para nuestras almas, por el bien de la Tierra viva, vamos a ser respetados y no se nos va a arrojar simplemente un hueso?
¿Cuándo aprenderá Estados Unidos a honrar, respetar y conservar su legado?
No es así como deberían ser nuestras tierras públicas, ni nuestros bosques nacionales, ni nuestros parques nacionales, ni nuestro futuro inmaculado.
Y ahora viene el tiro de gracia: los explotadores no solamente explotan; además cobran doble.
incluso si no lo puede probar, si un empresario ganadero denuncia que un lobo le mató a una vaca, no sólo recibe una compensación monetaria por la pérdida (algo que no ocurriría si la vaca simplemente muriera por condiciones climáticas adversas, enfermedad, parásitos, problemas de parto, por acción de otros depredadores o cualquier otra causa de muerte), sino también puede pedir la intervención de escuadrones de la muerte del gobierno (en helicópteros, nada menos) para que maten, entrampen, envenenen o maten a palos a todos los lobos del área –incluyendo muy probablemente lobos inocentes e incluso lobeznos que están todavía en sus madrigueras.
Y todo esto es pagado con el dinero de los contribuyentes, coman o no carne de res.
Los ganaderos deberían agradecer a los lobos por semejante trampolín para recibir los cheques del gobierno –en lugar de sacrificarlos.
¿Por qué se paga tanta compensación a los ganaderos cuando si alguno de nosotros sufriera una pérdida relacionada con nuestros negocios, si nuestro seguro no la cubriera, simplemente tendríamos que tragárnosla?
Así que piense:
Arreo y matanza de caballos salvajes.
Masacres de lobos, los depredadores nativos.
Retiro letal de fauna silvestre.
Destrucción de hábitats.
¿Todavía apoya el pastoreo de ganado privado en tierras públicas?
De nuestra correspondencia personal con Jim Wiegand, experto en la industria eólica y en aves de rapiña, cuando le pregunté sobre el pernicioso desarrollo de la industria eólica en tierras nacionales: “La industria eólica tiene enormes planes para expandirse en tierras públicas. En el proceso matarán muchas águilas y lo saben. Están justificando su expansión con motivos falaces, exagerando la población de águilas reales. Están calculando cuatro a cinco veces más águilas de las que existen”.
Toda la fauna silvestre está en riesgo gracias a los intereses especiales que hacen negocios rentables en nuestras tierras públicas.
El desarrollo industrial de la energía eólica seguramente ejercerá más presión sobre estos sensibles paisajes, así como sobre los lobos, caballos salvajes, águilas y otras criaturas cuyos hábitats debíamos proteger. Entre el pastoreo del ganado, el desarrollo de servicios públicos, la industria maderera, la minería y otros usos destructivos de la tierra que debía ser conservada y protegida para las generaciones futuras, nuestros nietos corren el riesgo de no llegar a ver nunca un lobo, ni un águila ni un caballo salvaje.
Es hora de que redactemos acuerdos para proteger nuestras tierras públicas, para prohibir sus usos destructivos y explotadores.
12 de febrero de 2013
31 de agosto de 2012
©examiner
cc traducción @lisperguer