[Lahore, Pakistán] [Reflejan las contradicciones de su país.]
[Richard Leiby] Un clérigo es un terrorista prófugo que predica que Estados Unidos es el peor enemigo de Pakistán, empecinado en “exterminar a todos los musulmanes” con la ayuda de su otro enemigo de toda la vida: los judíos. Su nombre es Hafiz Mohammad Saeed.
El otro clérigo recuerda con caiño sus años en Estados Unidos, donde conducía un Chevy Suburban y se alió con un prominente rabí para fomentar la tolerancia religiosa. Su nombre es Hafiz Muhammad Masood.
Masood, 54, y Saeed, 62, son hermanos. Sus caminos conspicuamente diferentes ilustran la naturaleza a menudo contradictoria de Pakistán mismo, un país que se comporta tanto como amigo que como enemigo de su principal patrocinador, Estados Unidos –y frecuentemente al mismo tiempo.
Pese a que se dice que muchos paquistaníes repudian la política exterior de Estados Unidos, muchos buscan ansiosamente oportunidades para sí mismos y sus hijos en Estados Unidos. Masood era uno de ellos, y vivió durante veintiún años en el área de Boston.
Hoy es el portavoz de la organización benéfica religiosa con sede en Lahore, Jamaat-ud-Dawa (Partido de la Verdad), que encabeza su hermano. Para Estados Unidos es una organización terrorista vinculada a los atentados en Mumbai en 2008 y ha ofrecido diez millones de dólares por pistas que conduzcan a la detención o condena de Saeed. Masood ha negado las acusaciones.
A diferencia de su exaltado hermano, Masood es de un natural tranquilo y bienhumorado. Domina con facilidad los dialectos estadounidenses, usando expresiones como “una sola talla para todos” y “no es no”.
Masood retornó a Pakistán a regañadientes, después de declararse culpable de violar su permiso de estadía en 2008. Dejó atrás su cómoda posición como imam en el Centro Islámico de Nueva Inglaterra, así como a su esposa y sus ocho hijos.
“Creáme, me encanta la vida en Estados Unidos, y en muchos aspectos”, dijo Masood contemplativamente, sentado en un tranquilo cuarto al otro lado del patio de la espaciosa mezquita de dos niveles donde su hermano mayor lanza sus diatribas contra Estados Unidos, India e Israel. “La gente es muy lógica, son muy abiertos, y yo encontraba el trabajo islámico muy, muy agradable en la sociedad americana”.
El mundo sabe mucho sobre Saeed y otra organización que fundó calificada como terrorista por Estados Unidos: Lashkar-i-Taiba, o el Ejército de los Piadosos. Funcionarios dicen que Lashkar-i-Taiba llevó a cabo el ataque de tres días en Mumbai, matando a 166 personas, incluyendo seis estadounidenses, y es responsable de varias otras mortíferas operaciones contra India. La recompensa de diez millones de dólares pone a Saeed en la misma categoría de terroristas fugitivos que el jefe talibán Mohammad Omar.
Son muchos menos lo que han oído hablar de Masood, cuya posición de quince años en el centro islámico en Sharon, Massachusetts, le cosechó elogios por aproximarse a otros credos. Sus partidarios, incluyendo a miembros de la sinagoga local, dijeron que el juicio por inmigración se derivaba de prejuicios anti-musulmanes.
“Era una influencia positiva en la comunidad, y no creo que deportarlo haya tenido algún sentido”, dijo el rabí Barry Starr, del Templo de Israel en Sharon. “Creo que es todo un caballero, una persona amable, una persona de paz”.
En opinión de Masood, la acusación en su contra representaba la clásica culpabilidad por asociación. “Cuando quieran encontrarte algo, lo harán”, dijo, riendo a carcajadas.
En largas conversaciones, Masood, un hombre bajo y fornido con una barba que le llega hasta el pecho, rara vez pareció enfadado o amargado, pese a que tuvo que abandonar todo lo que había alcanzado en Estados Unidos: su familia, una casa de cinco dormitorios en una propiedad de 2.3 hectáreas, tres coches, un hermoso jardín y acceso a la piscina y a la cancha de tenis en los terrenos del centro islámico.
“Perdí mi vida mundana”, dijo Masood. “La perdí para siempre”.
Paranoia de Tiempos de Guerra
“Hafiz” es el título que se otorga a aquellos que han memorizado todo el Corán. Saeed, Masood y su hermano menor, Hamid Mahmood, todos ganaron esa distinción, así como sus dos hermanas.
Su padre era un granjero, maestro islámico y respetado líder de la comunidad. “Se dedicaba a solucionar conflictos”, dijo Masood.
Su madre dirigía una escuela religiosa para niños. Con su apoyo, Masood aprendió el Corán, de memoria, a los diez años.
En 1965 estalló la guerra entre Pakistán e India sobre la disputada región de Cachemira, en el Himalaya. Pronto afectó a la aldea de la familia, a unos 193 kilómetros al oeste de Lahore.
En realidad, no hubo ningún enfrentamiento; era paranoia de tiempos de guerra.
Los rumores decían que espías indios podrían infiltrarse en el pueblo. Su objetivo: la cercana base aérea paquistaní en Sargodha. El adolescente Saeed creció convencido de que paracaidistas indios podrían descender en las cercanías.
Organizó un grupo de niños –treinta o cuarenta- para permanecer despiertos durante la noche, blandiendo palos para proteger la aldea, contó hace poco a un diario paquistaní.
“Todavía recuerdo que los niños se hicieron cargo completamente”, recordó Masood, que entonces tenía siete años. Su líder les instruyó que revisaran la vegetación para descubrir a los espías y estar alertas “ante cualquier actividad sospechosa”.
¿Capturaron a algún espía alguna vez?
“No”, dijo, riendo.
La Nueva Extrema Derecha
De jóvenes, Masood y Saeed sacaron sus diplomas en Pakistán y se convirtieron en maestros. El hermano mayor se concentró en estudios islámicos y literatura arábica, mientras la especialidad de Masood fue la economía islámica.
La ruta elegida por el menor le llevó a Estados Unidos con una visa de estudiante en 1987. Llevó a su esposa y sus cinco hijos pequeños, matriculándose primero en la Vanderbilt durante un semestre, y sacando luego su licenciatura y maestría en economía en la Universidad de Boston.
Saeed avanzó en una dirección diferente. Su beca de estudios superiores lo llevó a Arabia Saudí, donde estudió, a principios de los años ochenta, con el mismo profesor que alguna vez enseñó a Osama bin Laden.
Después de apoyar la lucha para expulsar a los soviéticos de Afganistán, Saeed fundó en 1990 Lashkar-i-Taiba para atacar a las tropas indias en la Cachemira. Durante años, el principal servicio de inteligencia paquistaní respaldó a Lashkar-i-Taiba como un agente contra India.
El apoyo oficial terminó cuando el entonces presidente Pervez Musharraf ilegalizó la organización en los meses posteriores a los atentados del 11 de septiembre de 2001. Pero todavía goza de su respaldo tácito.
Después de la prohibición, Saeed se distanció de la organización militante y dijo que ya no existía. En lugar de eso, ahora Jamaat-ud-Dawa, que muchos investigadores describen como una fachada piadosa detrás de la cual Saeed ha metido a Lashkar-i-Taiba. Pero no se puede negar que ha cosechado buena voluntad en Pakistán por sus escuelas, sus programas contra la pobreza y las clínicas, así como su trabajo de ayuda para las víctimas de inundaciones y terremotos.
Saeed ha estado periódicamente bajo arresto domiciliario, pero no ha sido condenado nunca por ningún delito. Ha insistido en que no tiene ningún vínculo con Lashkar-i-Taiba.
En cuanto a los atentados en Mumbai, Saeed fue exonerado por la Corte Suprema de Pakistán, que declaró que “el lobby indio” urdió esos cargos.
En tonos más amables, Masood se hace eco de las acusaciones de su hermano de que India, con ayuda de Estados Unidos, está conspirando para dominar Afganistán como un modo de intimidar a Pakistán. También califica la guerra contra el Talibán en Afganistán como ilegal e imperialista.
Muhammad Amir Rana, experto en extremismo, dijo que Jamaat-ud-Dawa está tratando de hacerse con otra identidad y construir una base política, pero que mantiene sus vínculos con los militantes.
La organización ha dejado en claro que se opone a los atentados dentro de Pakistán y condenó el reciente atentado a tiros del Talibán paquistaní contra la joven activista por la educación Malala Yousafzai. Pero por más moderado que pueda parecer Masood, dijo Rana, todavía representa a un grupo extremista que es “la nueva extrema derecha de Pakistán”.
Estados Unidos ha expresado durante largo tiempo su irritación por la negativa de Pakistán a entregar a Saeed. Funcionarios paquistaníes, hablando a condición de conservar el anonimato, indicaron que el asunto se ha ido apagando ahora que Estados Unidos se concentra más en la red terrorista Haqqani, que opera desde las áreas tribales de Pakistán. La embajada de Estados Unidos en Islamabad no quiso comentar sobre Saeed.
Partida de Masood
Después de sus estudios en Boston, Masood se incorporó al centro islámico suburbano donde heredó una díscola congregación de tres mil musulmanes de varios países y creencias: suníes y chiíes, liberales y conservadores.
Se lo recuerda con particular cariño en la comunidad judía: una vez, cuando aparecieron pintadas de suásticas nazis en una sinagoga local, el imam y miembros de su mezquita ayudaron a blanquear las paredes.
Masood también introdujo un curso para lugareños interesados llamado Islam 101. Dijo que convirtió a cientos de personas a la fe.
En octubre de 2006, el mes de ayuno musulmán Ramadán coincidió con los Santos Días Supremos judíos. Miembros de la sinagoga de Starr y de la mezquita de Masood se reunieron para orar juntos y para el fin del ayuno de ocho horas diarias de los musulmanes.
“Fue un momento muy hermoso”, recordó el rabí.
Seis semanas después, Masood estaba en la cárcel, capturado en un operativo policial de ocho estados en la que el gobierno federal lo acusó a él y otros 32 de violaciones a la ley de inmigración.
Resultó que a principios de los años noventa, Masood había violado las condiciones de su visado de estudiante porque no había vuelto a su país de origen al cabo de dos años, como se exigía. Y, mientras solicitaba la residencia permanente, había mentido sobre los documentos diciendo que sí había salido del país.
Masood rechazó los cargos, determinado a permanecer en Sharon, pero finalmente confesó. Enfrentado a la deportación, dejó el país el día después de firmar un convenio.
Durante el interrogatorio, dijo Masood, agentes federales intentaron trazar nexos entre él y su hermano mayor. Dijo que no tenían ninguna relación y que no estaban en contacto.
“Jamaat-ud-Dawa y Lashkar-i-Taiba se formaron en mi ausencia”, dijo Masood. “Leí sobre ellos en el diario”.
El ex fiscal federal en Boston, Michael Sullivan, dijo que la acusación contra Masood se derivaba del fraude con el visado y nada más. “No se abrió ninguna investigación por culpabilidad por asociación”, dijo.
“Siempre Sospechoso”
Masood está convencido de que nunca le permitirán volver a Estados Unidos, donde su esposa y cinco hijos, que nacieron en Pakistán, están tratando de evitar ser deportados. (Sus otros tres hijos son ciudadanos estadounidenses).
“Incluso si me dejaran, siempre sospecharían de mí” –dobla los dedos para formar comillas dobles-, “como terrorista, extremista, el hermano de Hafiz Saeed”.
Hoy, además de dirigir la rama mediática de su hermano, dirige una mezquita y una escuela religiosa. No le pagan, dijo, aunque la congregación puso una casa a su disposición. Sobrevive con un pequeño negocio de bordados.
“Tengo un coche muy humilde”, dijo –un Toyota Corolla de diez años.
Tomó una segunda esposa, como permite el islam, y desde entonces ha tenido otro hijo, que tiene dos años. “Empecé mi familia desde cero”, dijo.
William Joyce, que representaba a Masood y su familia, dijo que el resultado del caso dejó al imam sin opciones. “Fue enviado de vuelta sin medios para sobrevivir”, dijo Joyce.
El abogado especuló que eso puede haber impulsado a Masood a trabajar con su hermano.
Pero Masood adujo un motivo diferente. “Pensé que nunca volvería a tener una vida tan buena como en Estados Unidos”, dijo. “Así que lo que me queda es solamente el más allá. Así que dedicaré el resto de mi vida a servir a la gente. Quizá aprenderé algo de Dios”.
El muecín llamó a la oración de la tarde, y los hombres de Jamaat-ud-Dawa empezaron a volver a la mezquita. Dentro, algunas horas antes, Saeed había leído un característico sermón. Aseguró a sus oyentes: “El fin de Estados Unidos y el Occidente está cerca, y el islam dominará completamente las tierras del planeta”.
Denunció el “engaño de la armonía interreligiosa” de Estados Unidos.
Y dijo: “Sabemos que los judíos están detrás de todas estas conspiraciones”.
El llamado del muecín se fue apagando. Masood se excusó amablemente y se fue a orar.
17 de febrero de 2013
28 de octubre de 2012
©washington post
cc traducción @lisperguer