[Gran Bretaña] [Un fármaco equino puede haber entrado en la cadena alimentaria.]
[Dan Bilefsky y Stephen Castle] El escándalo por la carne de caballo en la cadena alimentaria europea pasó el jueves de ser un caso de una etiqueta mal puesta a uno de seguridad de los alimentos ahora que autoridades de la salud pública en Gran Bretaña dijeron que un potente analgésico equino, potencialmente nocivo para la salud humana, “puede haber entrado en la cadena alimentaria” en Francia.
Funcionarios británicos trataron de tranquilizar a la opinión pública diciendo que el fármaco –fenilbutazona, o bute, un anti-inflamatorio usado comúnmente en caballos cojos- fue encontrado solo en diminutas cantidades en un pequeño número de cadáveres de caballos. De 206 cadáveres, 8 dieron positivo por bute, y apenas seis de esos cadáveres fueron exportados a Francia.
El fármaco también es usado para tratar la artritis en humanos. Grandes dosis del fármaco pueden causar potencialmente un trastorno sanguíneo fatal, anemia aplásica, en el que la médula del hueso deja de producir suficiente glóbulos.
Incluso antes del hallazgo, el escándalo había provocado una crisis en la industria europea de la alimentación. Alimentos congelados, incluyendo hamburguesas, lasaña, espagueti a la boloñesa y musaka, fueron retirados de los congeladores de supermercados en Gran Bretaña, Irlanda, Suecia, Francia y Alemania.
Pero los tests positivos del fármaco equino han hecho surgir nuevas preocupaciones, incluso en países como Francia, donde el consumo de carne de caballo es más aceptado que en Gran Bretaña, donde es tabú. A diferencia del ganado, que es criado para ser sacrificado en condiciones controladas, los caballos cojos o los antiguos animales de tiro que a veces son sacrificados para ser consumidos no conocen las mismas garantías de origen o calidad.
“Elementos criminales inescrupulosos han estado sacando provecho de estos desgraciados animales, aprovechándose de un sistema de pasaportes de caballos desesperadamente defectuoso, flojos controles de exportación de animales en los puertos, y mataderos dispuestos a poner en peligro el bienestar animal y la seguridad pública por una ganancia rápida”, dijo David Wilson, portavoz de la Sociedad para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales de Ulster, en Irlanda del Norte. El hallazgo de hamburguesas de vacuno congeladas sospechosas en Irlanda desencadenó la crisis.
“Muchos caballos considerados sin valor o que están enfermos están siendo reunidos en remotas granjas y subidos a vehículos para ser transportados a mataderos en Irlanda y en el Reino Unido”, dijo. “Después del sacrificio, muchos son procesados y entran sin ninguna dificultad en la cadena alimentaria europea”.
Expertos sanitarios dijeron que un humano tendría que comer quinientas o seiscientas hamburguesas al día exclusivamente de carne de caballo para verse afectado por el fármaco en el nivel encontrado en los cadáveres.
La policía que está investigando acusaciones de que la carne de caballo fue mal etiquetada como carne de res, dijo el jueves que había detenido a dos hombres en Wales y un tercero en West Yorkshire, Inglaterra, el martes, por sospechas de fraude.
Controlando la seguridad alimentaria “desde la granja hasta el tenedor” en Europa ha sido una persistente preocupación durante dos décadas, desde que la crisis de la enfermedad de las vacas locas en Gran Bretaña arrojara al continente en una crisis y provocara la prohibición de la exportación de carne de res británica a Europa y Estados Unidos.
El escándalo actual ha dejado al descubierto una cadena de abastecimiento de carne tan turbia y compleja que funcionarios y expertos dicen que es fácilmente susceptible de fraude y manipulación por el crimen organizado. La retorcida ruta que va desde el matadero al plato ha llamado la atención sobre un débil sistema de rendición de cuentas en un mercado de casi quinientos millones de personas, donde los detallistas cotejan con numerosos vendedores de carne para encontrar las ofertas más baratas y no se realizan pruebas periódicas para autentificar los productos cárnicos.
“En un negocio de gran liquidez como la industria de la carne, hay amplias oportunidades para que delincuentes sobornen a funcionarios”, dijo Misha Glenny, experto en crimen organizado en Europa. “Las oportunidades de mercado crean oportunidades delictivas”.
Después de días de investigación, las autoridades francesas anunciaron el jueves que sospechaban de fraude a la empresa francesa Spanghero, que abastecía de carne –incluyendo grandes cantidades de carne de caballo- a Comigel, una empresa francesa cuya fábrica en Luxemburgo usaba la carne para hacer comidas congeladas que se vendían en supermercados en dieciséis países en toda Europa, incluyendo Gran Bretaña y Suecia. Dijeron que suspendería la licencia de explotación de Spanghero. La compañía negó hacer actuado mal.
Los investigadores franceses dijeron que la carne que vendía Spanghero a Comigel provenía de dos mataderos rumanos, en un cargamento que dijeron que mostraba señas de contener carne de caballo. El cargamento fue comprado por un comerciante holandés, que la revendió a un comerciante de alimentos de Chipre, que la envió a Spanghero.
“La investigación muestra que Spanghero sabía que la carne etiquetada como carne de res, podía ser carne de caballo”, dijo el jueves Benoît Hamon, ministro francés de economía social. “Había sólidos indicios”. Hamon agregó que las ventas de carne fraudulenta venían ocurriendo desde hacía varios meses, y en estas estaban implicadas 28 empresas y trece países.
Hamon dijo que Comigel debería haber sospechado que algo estaba mal. Aunque Comigel sostiene que no se dio cuenta de que la carne era de caballo y no de res, dijo, cualquiera en el rubro debería poder detectar la diferencia.
En una declaración, Spanghero dijo que era una víctima, no el perpetrador, del fraude. “Spanghero confirma haber pedido carne de res, haber sido llevado a creer que era carne de res, y haberla vendido creyendo que era carne de res, etiquetada adecuadamente, en conformidad con las regulaciones francesas y europeas”.
Chris Elliott, director del Instituto para la Seguridad Alimentaria Global, de la Universidad de Queen, Belfast, dijo que la compleja cadena de abastecimiento era vulnerable al fraude debido a que los contenidos de los cargamentos de carne no eran sistemáticamente verificados.
“Hay múltiples contratos en estas cadenas de abastecimiento, y los contratos son muy estrictos”, dijo. “Pero no hay ningún control. En realidad, se confía en que el documento que dice que las cinco toneladas de carne de res que has pedido, son carne de res. No hay ninguna verificación de la pista de auditoría.
Spanghero dijo previamente que demandaría a sus abastecedores rumanos, pese a que las autoridades francesas dicen que esos abastecedores actuaron de buena fe y etiquetaron propiamente su envío como carne de caballo.
“Hemos respetado todas las leyes sobre el etiquetado”, dijo en una entrevista Iulian Cazacut, director de la planta de empaquetamiento de carne en el miserable nordeste de Rumania. “No soy responsable de los errores de otros”.
Cazacut dijo que la compañía, que procesaba 427 toneladas de carne de caballo al año, compraba caballos que ya no eran útiles a campesinos de la localidad por cerca de sesenta centavos la libra, mucho menos que los cerca de 2.50 dólares la libra que se paga por la carne de res.
[Dan Bilefsky informó desde París, y Stephen Castle desde Londres. Contribuyó al reportaje George Calin, desde Bucarest, Rumania; Andrew Higgins, desde Bruselas; Douglas Dalby, desde Dublín; y Melissa Eddy, desde Berlín.]
23 de febrero de 2013
23 de febrero de 2013
©new york times
cc traducción @lisperguer