[Bagdad, Iraq] [Masacre de soldados sirios aumenta el riesgo de expandir el conflicto. La foto muestra zonas dañadas en Deir al-Zour, una ciudad al este del país, el domingo.]
[Duraid Adnan y Rick Gladstone] Más de cuarenta soldados sirios que habían buscado refugio temporal en Iraq huyendo de los paramilitares en la frontera, fueron ultimados el lunes en un ataque cometido por hombres armados no identificados cuando militares iraquíes transportaban a los soldados de regreso a Siria en un convoy de autobuses, informó el gobierno iraquí.
Al menos siete iraquíes murieron en el ataque, que parece ser el más grave desborde de violencia en Iraq desde que empezara el conflicto sirio hace dos años.
Ali al-Musawi, vocero del primer ministro Nuri Kamal al-Maliki, acusó a “grupos armados del lado iraquí y sirio” de coordinar el ataque, que describió como una emboscada. Dijo que Iraq desplegaría más fuerzas de seguridad en la frontera. Expertos en Oriente Medio dijeron que esa decisión aumentaba el riesgo de que los iraquíes se implicaran más directamente en el conflicto sirio, subrayando que amenaza con desestabilizar un territorio más amplio en la región.
“No permitiremos que los terroristas entren a territorio iraquí”, dijo Musawi en una entrevista telefónica. Dijo que la emboscada fue parcialmente la consecuencia de “discursos sectarios que fomentan el odio”.
El ataque amenaza con inflamar las tensiones religiosas que ya dividen a Iraq, donde la minoría suní simpatiza con la abrumadora oposición suní de Siria.
Musawi no especificó a qué grupos armados consideraba responsable del ataque, pero quedó claro que se refería a los militantes extremistas suníes asociados con al Qaeda en Iraq. Estas organizaciones se han envalentonado con el resentimiento popular suní contra Maliki, un chií que es acusado por sus críticos de tratar de marginar a la población suní de Iraq desde que terminara la ocupación estadounidense de Iraq en 2011.
El Frente Al Nusra, una fuerza insurgente suní en Siria que se ha hecho conocida por sus audaces ataques contra objetivos gubernamentales, tiene vínculos con al Qaeda en Iraq, y funcionarios estadounidenses la ha definido como organización terrorista. Pero muchos suníes iraquíes simpatizan con los insurgentes sirios, que son abrumadoramente suníes y cuyas relaciones de clan traspasan las fronteras nacionales.
“Varios de nosotros han estado diciendo que Iraq es el más afectado por la guerra en Siria”, dijo Joshua M. Landis, director del Centro de Estudios del Medio Oriente de la Universidad de Oklahoma y curador del blog Syria Comment, que ha hecho la crónica del conflicto sirio.
“En esa región, las tribus pasan derechamente por la frontera siria, y la mayoría de la gente está relacionada por parentesco”, dijo. “Participan todos de una sola lucha”.
Maliki no ha expresado su apoyo abierto del presidente Bashar al-Assad, de Siria, cuya secta minoritaria alauí es una rama del islam chií. Los aliados de Assad en la región son el gobierno de Irán, que es mayoritariamente chií, y Hezbolá, la organización militante chií que es una poderosa fuerza política en el Líbano.
Pero la semana pasada, Maliki advirtió que una victoria de la insurgencia siria podría crear un refugio extremista suní en Siria e incitar una pesadilla sectaria en su propio país así como en el Líbano y Jordania. Los tres países, junto con Turquía, son anfitriones de cientos de miles de refugiados sirios, la mayor parte suníes.
De acuerdo a algunas versiones de Musawi y otros funcionarios iraquíes mencionadas por agencias de prensa occidentales, los soldados sirios que fueron atacados cruzaron originalmente la provincia de Nínive, Iraq, durante el fin de semana para escapar de ataques de los paramilitares en el paso fronterizo de Yaarubiyeh. Al retornarlos, soldados iraquíes subieron a los sirios a un autobús con destino a otro paso fronterizo, en la provincia de Anbar, parcialmente para evitar las hostilidades de las que los sirios habían huido.
Pero el bus, parte de un convoy militar iraquí, fue atacado cuando se acercaba al puesto fronterizo en Waleed por hombres armados con morteros, armas automáticas y bombas. La agencia France-Presse citó a un oficial del ejército iraquí, el teniente coronel Mohammed Khalaf al-Dulaimi, diciendo que al menos tres vehículos fueron destruidos.
La agencia estatal de prensa siria, Sana, no mencionó la emboscada, pero citó a Maliki diciendo que apoyaba una solución pacífica del conflicto sirio y que “el vandalismo y el uso de las armas no llevarán a ninguna parte”.
Las noticias de la emboscada se conocieron cuando los combatientes rebeldes sirios reivindicaron otros avances contra el gobierno el lunes, especialmente la ocupación de disputada ciudad de Raqqa, en el centro-norte del país, después de días de duros enfrentamientos. Vídeos de los paramilitares subidos a internet mostraron a los rebeldes destruyendo una estatua del padre del presidente Assad, Hafez, en la plaza mayor, para resaltar su victoria.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, una organización británica con una red de contactos en Siria, citó a un abogado en Raqqa diciendo que los rebeldes habían detenido al gobernador provincial, Hasan Jalali, y al secretario general de la regional en Raqq del gobernante partido Baath, Suleiman al-Suleiman. Si se confirma, estarán entre los primeros altos funcionarios del gobierno en ser capturados por los paramilitares.
No quedó claro el lunes pasado si los rebeldes seguirían controlando Raqqa, una estratégica ciudad en el río Éufrates. Pero si pudieran, sería la primera capital provincial completamente en manos de la oposición armada. Para el gobierno, la pérdida de Raqq reduciría las perspectivas de que las fuerzas armadas sirias, luchando ahora divididas en varios frentes, pudieran volver a ocupar extensas zonas del norte y este de Siria ahora en manos de los rebeldes.
Un activista contactado por teléfono en Raqqa, Abu Muhammad, dijo: “El único lugar que todavía está bajo control del gobierno, en toda la provincia de Raqqa, es el edificio de la seguridad militar”.
El lunes, activistas antigubernamentales informaron sobre pesados enfrentamientos en Homs entre paramilitares y soldados sirios respaldados por tanques y aviones de guerra.
Los enfrentamientos en Homs, una ciudad en el centro de Siria que había estado tranquila hasta hace poco, desvió la atención de la norteña ciudad de Alepo, donde los combates se han arrastrado durante días en los alrededores de la academia de policía Khan al-Asal. Los dos bandos en la guerra civil, la que se ha cobrado unas setenta mil víctimas, reconocieron las bajas mortales relativamente altas allá.
El diario oficialista Al-Watan acusó el lunes a los paramilitares de masacrar a 115 agentes de policía y herir a otros cincuenta en Khan al-Asal. El lunes, el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos dijo que doscientos soldados sirios y rebeldes habían muerto en los enfrentamientos.
En una entrevista publicada en el Sunday Times de Londres, Assad rechazó la sugerencia británica de que podría entregar más ayuda, incluyendo armas, a sus enemigos. Volvió a reafirmar su oposición a conversaciones de paz con rebeldes armados.
“¿Cómo le vamos a pedir a Gran Bretaña que juegue un papel [en un proceso de paz] cuando está determinada a militarizar el problema?”, dijo Assad. “¿Cómo vamos a esperar de ellos que reduzcan la violencia cuando envían pertrechos militares a los terroristas?”
El ministro de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, William Hague, dijo que las observaciones de Assad “pasarán a la historia como una de las entrevistas más ilusas que haya dado cualquier presidente en tiempos modernos”.
[Duraid Adnan informó desde Bagdad, y Rick Gladstone desde Nueva York. Hania Mourtada contribuyó al reportaje desde Beirut, Lebanon; Alan Cowell desde Londres; y un empleado del New York Times desde Damasco, Siria.]
6 de marzo de 2013
5 de marzo de 2013
©new york times
cc traducción @lisperguer