[Alpine, California] [Meatball ha sido un chollo para este santuario animal. El oso negro que antes merodeaba libremente por los accidentados vecindarios de Glendale, La Crescenta y Montrose, ahora es una celebridad que recauda fondos para el santuario Leones Tigres & Osos (Lions Tigers & Bears) al este de San Diego. En la imagen, Meatball tomando un baño en una cuba en Alpine.]
[Tony Perry] Para un animal cuyos principales objetivos en la vida eran simplemente llevarse algo al estómago y quizá echarse una siesta arriba de un árbol, el oso negro bautizado como Meatball [Albóndiga] ha mostrado un impresionante capacidad para influir su mundo y la gente que vive en él.
Cuando empezó a merodear atrevidamente por los vecindarios de las colinas de Glendale, La Crescenta y Montrose, inicialmente los propietarios estaban encantados, pero luego empezaron a alarmarse.
Cuando funcionarios de la fauna silvestre le dispararon dardos con un tranquilizante y lo reubicaron más adentro en los bosques, el oso no escatimó esfuerzos para encontrar el camino de vuelta a los suburbios.
Y ahora que es un invitado de un santuario animal en este montañoso villorrio a 64 kilómetros al este de San Diego, nuevamente está modelando su entorno: esta vez de un modo que le ha cosechado admiración, no alarma.
Bobbi Brink, fundadora del santuario Leones Tigres & Osos, explicó el fenómeno Meatball en una carta a sus partidarios. “Nunca soñé que tendríamos una ‘celebridad’”, escribió, bromeando a medias.
Con la llegada de Meatball en agosto, Brink y su santuario de diez años recibieron repentinamente un nivel de atención que se extendió más allá del condado de San Diego y de la cerrada red de los santuarios animales de Estados Unidos.
Después de todo, no muchos animales exóticos pueden reivindicar el honor de haber aparecido en ‘The Rachel Maddow Show’ en MSNBC, en el británico Sky News y en el Jewish World de San Diego, entre otros lugares. Todavía menos pueden felicitarse de tener su propia cuenta en Twitter.
Con Meatball, han aumentado las campañas de recaudación de fondos, eventos especiales y visitantes en Leones Tigres & Osos. Los adornos navideños que muestran a Meatball con una capa de Santa Claus fueron particularmente populares.
Incluso una pequeña crisis por el plan para recaudar fondos a través de la venta de mechones de Meatball no logró desacelerar el boom. “Debería meterme en problemas más a menudo”, dijo Brink.
Cuando el Departamento de Caza y Pesca de California llamó por primera vez a Brink para hablar sobre el alojamiento de Meatball, se suponía que la residencia sería temporal, mientras se realizaban las negociaciones para una osera permanente en un santuario de osos de 291 hectáreas cerca de Denver.
Pero ese plan aparentemente ha sido paralizado por una ley de Colorado que prohíbe mantener en santuarios a animales silvestres capturados. A menos que las cosas cambien, Meatball ha encontrado aquí un hogar permanente.
Meatball ha engordado y pesa ahora cerca de 272 kilos. No le fastidian ni el graznido de la gansa (Juanita) ni el cuacuá del pato (Daffy, por supuesto), a los que tiene de vecinos. Sin embargo, no le ha tomado simpatía a su vecino más próximo: Sugar Bear, otro que llegó recientemente. La construcción de una relación entre dos osos puede tomar años, dijo Brink.
Como varios otros machos en Leones Tigres & Osos, Meatbal ha sido castrado para poder manejarlo mejor. Sus gónadas fueron enviadas al Zoo de San Diego para disección e investigación.
Brink, que creció al este del condado de San Diego, pensó en fundar un santuario animal en 1990 cuando ella y su marido estaban viviendo en Texas y hacían planes para abrir un restaurante. Revisando los anuncios clasificados de los diarios, Brink vio numerosos clasificados de gente que vendía o compraba animales exóticos.
“Me quedé boquiabierta”, dijo.
La pareja desechó la idea del restaurante, y así empezó la obra de vida de Brink. Leones Tigres & Osos se remonta al 2 de septiembre de 2002, cuando Brink volvió a Alpine con Raja y Natasha, dos tigres de Bengala cuyos dueños estaban ansiosos por encontrarles mejor alojamiento que el redil de suelo de cemento donde habían estado viviendo.
Diez años después, la población consiste en 55 animales de diecisiete especies, incluyendo cuatro tigres de Bengala, un leopardo, tres linces, tres leones africanos (Bakari y sus hermanas Suri y Jillian), un serval africano (un felino de tamaño medio, esbelto y moteado), un puma y un perro Presa Canario llamado Hobie. También hay tres caballos, un cerdo barrigón, dos llamas y varias aves.
Junto al recinto donde Bakairi está sentado majestuosamente y ruge de vez en vez para exhibir su dominancia masculina, Brink explicó la filosofía de Leones Tigres & Osos.
“No compramos, no criamos, no vendemos y comercializamos animales”, dijo. “Nos dedicamos estrictamente al rescate y a proveer un hogar para toda la vida”.
California tiene reglas más estrictas que cualquier otro estado, excepto en lo que se refiere a la propiedad privada de animales exóticos. Leones Tigres & Osos es visitado regularmente por inspectores del estado que revisan las rejas, las medidas de seguridad y la salud de los animales.
Brink, 46, ha sido uno de los directores de santuario a nivel nacional que ha pedido leyes más severas para restringir la propiedad privada de animales exóticos, que se cree son varios miles. Esas leyes o no existen o son inefectivas en muchos estados.
En 2011 el propietario de una granja animal en el campo de Ohio, en un acto de venganza contra sus vecinos y autoridades, liberó a tigres, leopardos y leones de sus jaulas, obligando a los funcionarios a perseguir y matar a casi cincuenta animales silvestres. Después de la declaración de Brink y otros directores de santuarios, la Legislatura aprobó un proyecto de ley, firmado por el gobernador, prohibiendo la posesión de algunas especies y otorgando poderes fiscalizadores al Departamento de Agricultura del estado.
Brink también presionó al Congreso a favor de un proyecto pendiente patrocinado por el representante Howard «Buck» McKeon (republicano de Santa Clarita) y la representante Loretta Sánchez (demócrata de Garden Grove) para proporcionar supervisión federal y prohibir la posesión y crianza en cautiverio de algunas especies.
Un camino largo y lleno de surcos, salpicado de letreros Keep Out [Prohibida la entrada], conduce al santuario ubicado en las 38 hectáreas que poseen Brink y su marido, Mark, que es dueño de una firma de pintura de coches. Tres portones eléctricos bloquean el acceso a cualquiera que no conozca los códigos numéricos.
En el pasado en el sitio había una parada de diligencias y más tarde fue un rancho de ovejas. Su dirección postal es Alpine, pero para los lugareños el lugar, aledaño al Bosque Nacional Cleveland, es conocido como el Valle de Japatul.
La recaudación de fondos sigue siendo una prioridad en Leones Tigres & Osos. Las cuentas de la comida y otros costes giran en torno a los treinta mil dólares al año. El santuario, una organización sin fines de lucro, no recibe ayuda del gobierno.
Más allá de las preocupaciones por el dinero y la política, Brink supervisa minuciosamente la salud de cada uno de los animales, asistida por varios veterinarios de la localidad. La semana pasada envió un email de alerta sobre Raja, que ya estaba en tratamiento de Celebrex por su artritis, que puede sufrir una afección cardíaca y podría necesitar una ecografía y medicación.
El revuelo en los medios que provocó Meatball ha ayudado a recaudar fondos para un hábitat mucho más grande para los cinco osos negros. Aunque el proyecto está en construcción, todavía necesita diez mil dólares.
Brink tiene confianza en que el dinero estará pronto disponible, gracias al carisma de ese inquieto Ursus americanus que ahora recibe sus comidas en un plato, lo que sólo es justo.
“Meatball ha sido muy bueno con nosotros”, dijo.
14 de marzo de 2013
4 de febrero de 2013
©los angeles times
cc traducción @lisperguer