[España] [Enfrentados a las deudas, la hipoteca y el desalojo, muchos españoles están enviando sus caballos al matadero].
[Kristina Chew] Los caballos españoles son las últimas víctimas de la persistente crisis económica del país. Con niveles de desempleo sin precedentes desde el régimen fascista de Franco en los años treinta –el desempleo juvenil es de cerca del 56 por ciento-, mantener un caballo es un lujo que es simplemente imposible. Una crisis inmobiliaria que devastó los bancos del país ha dejado a muchas personas sin poder pagar sus hipotecas y deudas, haciendo frente al desalojo o a la posibilidad de terminar viviendo en la calle.
Incapaces de pagar los costes de alojamiento y comida, y del cuidado de un caballo, muchos están deshaciéndose de ellos y enviándolos al matadero, un horrendo y trágico destino. Otros caballos simplemente son abandonados e incluso sacrificados ilegalmente, denuncian al New York Times defensores del bienestar animal. Sus cuerpos son descartados, a menudo después de la decapitación a medida que las cabezas de caballo son provistas de un implante con un microchip identificativo.
El número de caballos sacrificados en los últimos años en Andalucía, donde vive un tercio de todos los caballos de España, es asombroso. En 2011 se sacrificaron 6.256, pero el año pasado se mató a16.391 caballos –tres veces más. Activistas del bienestar animal de organizaciones que incluyen a la Asociación CYD Santa María reprochan que estas cifras están subestimadas pues, según la ley española, solo los caballos inscritos oficialmente pueden ser llevados a mataderos.
Muchos caballos fueron comprados en el punto álgido de los tiempos de apogeo cuando, como observa el New York Times, poseer uno era “visto por algunos como un modo de adquirir prestigio social y ser incluido entre los rangos de los terratenientes”. Un veterinario de caballos, Miguel Alonso, comenta que muchos compraron caballos sin entender claramente las responsabilidades y costes de mantener un caballo por cerca de trescientos euros al mes.
Un preparador de caballos de tercera generación, Alberto Martín, ha tenido que vender a mataderos cincuenta de sus setenta yeguas por apenas unos cientos de dólares. Algunos de los caballos han llegado a valer hasta veinticuatro mil dólares al principio de la crisis. “Tristemente hace más sentido sacrificar caballos por prácticamente nada antes que seguir pagando por su mantención, sabiendo que nadie quiere seguir comprándolos”, comenta Martín.
Un porcentaje mayor de los caballos sacrificados incluyen a caballos en la flor de la vida. El resultado es que “la calidad de la carne de caballo española es también mucho más alta que antes”, dice Luis Vázquez, director del departamento de inspección animal de Sevilla, capital de Andalucía. En un repugnante giro del destino, otras partes de Europa donde la carne de caballo es considerada una exquisitez –Francia e Italia- están sacando provecho, se podría decir, del faenamiento de tantos caballos españoles. La carne de caballo es consumida en muy pocos lugares en España misma; el Ministerio de Agricultura informa en realidad que las exportaciones de carne de caballo han aumentado seis veces desde 2011.
El faenamiento masivo de caballos en un país donde los caballos han sido criados y apreciados durante miles de años es otro angustiante signo de la recesión que España no ha sido capaz de superar. La Asociación CYD Santa María, de Málaga, que no recibe fondos públicos, facilita la adopción de caballos no deseados y alienta a la gente a denunciar a la policía casos de abandono de animales, en conformidad con las leyes de protección animal de la provincia –leyes que, en un continuado clima de medidas de austeridad que han sido particularmente severas para los presupuestos nacionales, están en peligro de ser severamente limitadas.
12 de abril de 2013
11 de abril de 2013
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cc traducción c. lísperguer