[Canadá] [Primer ministro canadiense Stephen Harper quiere reforzar seguridad pública persiguiendo a enfermos mentales.]
[Joel Boyce] El primer ministro canadiense y presidente del partido conservador, Stephen Harper anuncia medidas enérgicas contra la delincuencia, persiguiendo en particular a los enfermos mentales. Acaba de presentar un proyecto de ley titulado “Ley de Reforma del Criterio No Responsable Judicialmente” (Not Criminally Responsible Reform Act), un retroceso en la reforma de la lucha contra la delincuencia a los días en que los enfermos mentales no tenían garantía de servicios ni acceso a estos, y eran tratados como inadaptados, delincuentes o la escoria de la sociedad.
Hoy, cuando todavía puedes encontrar a la mayoría de los enfermos mentales (a menudo sin diagnóstico y ciertamente sin tratamiento) viviendo en las calles de cualquier ciudad norteamericana, la decisión de Harper amenaza con empeorar las cosas. Quiere implementar un sistema que esté diseñado para tratar a los enfermos, en lugar de abandonarlos para que se vuelvan víctimas de criminales más peligrosos.
El meollo del sistema actual es derivar a los que posiblemente no son judicialmente responsables de una acción en virtud de su trastorno mental, a un tribunal que incluya profesionales de la salud mental y del área jurídica, donde se tomen decisiones sobre la situación en salud mental del individuo.
Dependiendo de varios factores, “la necesidad de proteger al público contra personas peligrosas, la situación mental del acusado, la reintegración del acusado en la sociedad y otras necesidades del acusado”, esta persona podría ser ingresada en una institución de salud mental por un periodo especificado o indefinidamente. Su condición es revisada anualmente, y debido a que la seguridad pública es la primera en el listado, una persona que, independientemente, no es judicialmente responsable, será “ingresada” por mucho más tiempo que una persona en un juicio en un juzgado de justicia ordinaria.
En esto Harper está gastando mucha saliva, enmarcando el problema como un tema de “derechos de las víctimas”. Lo hace sonar como si esta ley fuera a afectar solamente a los psicópatas desenfrenados que han asesinado a once personas y las dejan cada vez en libertad porque “no son judicialmente responsables”. Harper piensa que está viviendo en Gotham City, donde el Guasón sigue escapándose cada mes del Arkham Asylum y atacando estadios con gas nervioso.
También parece ser que el actual parlamentario creó una nueva posición federal (en 2007, de hecho, aunque no he oído a nadie hablar sobre esto): un Ombudsman para Víctimas de la Delincuencia, los que al menos en este caso, está imitando la propaganda de Harper sobre la Ley de Reforma.
Pero dejando a un lado la venganza, y sí, me doy cuenta de que una cosa más grande todavía que debemos dejar de lado, especialmente puede fácilmente ser usada por políticos como Harper para mover a su electorado, ¿qué son los derechos de las víctimas? Creo que el derecho más grande es aquel compartido por todos los ciudadanos, los que no han sido tocados por un delito grave (al menos no todavía): el conocimiento de que el poder judicial hará todo lo que pueda para minimizar el riesgo de que ocurra de nuevo. Desde esa perspectiva, Harper no defiende los derechos de las víctimas.
Cifras Respaldan Tratamiento por encima de la Cárcel
Me basaré en las cifras que ofrece Peter McKnight en su excelente análisis en el Vancouver Sun: las tasas de reincidencia de personas con alguna enfermedad mental enviadas a la cárcel (cuando se aprovechan de ellas delincuentes profesionales y reciben tratamientos de salud mental deficientes) están por encima del cincuenta por ciento; la reincidencia de los que son declarados judicialmente no responsables y enviados a centros de salud adecuados es, asombrosamente, de menos del diez por ciento, y algunos estudios sugieren que el número podría tan bajo como tres por ciento.
Este es un programa asombrosamente exitoso. Es un raro rayo de esperanza en un poder judicial mal equipado y sobrecargado que aborda los síntomas de una enfermedad social que la sociedad es incapaz de enfrentar directamente. Es verdad que la justicia restaurativa carece de ese pequeño estímulo de nuestro cerebro que se logra cuando se alcanza la venganza, pero con nuestras prisiones ya sobrepobladas, la satisfacción de los deseos más oscuros de nuestras personalidades es un lujo que no podemos seguir pagando.
Las reformas propuestas por Harper desalentarán que los enfermos mentales acusados busquen un resultado semejante. Cambiando las revisiones anuales (el equivalente de una audiencia de libertad condicional) a una ocasión de cada tres años, Harper espera aumentar el periodo de tiempo que languidecerá un paciente rehabilitado, haciendo menos atractiva esta opción, y enviando a más de ellos a la cárcel por sentencias más breves. Muchos de nuestros enfermos mentales permanecerán por tanto sin diagnóstico, sin medicación y carne de cañón para el reclutamiento en pandillas violentas y criminales.
Esto conducirá no solo a un mal final para esos desafortunados individuos y, algo que Harper reclama falsamente que le preocupa, provocará más víctimas. ¿La parte positiva? Las “víctimas primero” es un lema bonito y simple para gritar distraídamente en tiempos de reelección.
14 de abril de 2013
28 de marzo de 2013
©care2
cc traducción c. lísperguer