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[East Lansing, Michigan, Estados Unidos] [Cuando la presa de uno es también una plaga depredadora. Entre el cerdo doméstico y el jabalí. La señora de la foto representa otro modo de aproximarse.]

[Erica Goode] Al principio, pensó que era un ciervo, quizás el macho de grandes antas que había visto ese día y esperaba capturar alguna vez. Pero mientras se acercaba Steve Davenport, más parecido le parecía la amenazadora masa oscura detrás de su casa en el maizal.
A cuatro metros y medio, vio el largo y erizado morro. Entonces vio la pezuña.
“Se parecía cada vez más a un cerdo”, dijo. “Nunca oí hablar de nada semejante. Sentí pánico”.
En estados sureños como Texas, encuentros en el patio trasero con cerdos ferales se han convertido en rutina. Los jabalíes –máquinas de comer malhumoradas que pesan más de doscientos kilos- recorren las calles de la ciudad, chocan con carros, desentierran cementerios y arrancan todo de raíz y ofrecen ideas para realities de televisión como Hog Hunters.
Pero las guerras por los cerdos se están trasladando al norte. En Michigan, Nueva Hampshire, Nueva York, Dakota del Norte, Ohio, Oregón y Pensilvania –estados donde no hace mucho los únicos cerdos eran de la variedad de Charlotte´s Web- funcionarios del estado se apresuran para enfrentarse a una invasión de bestias de la tierra itinerantes que rompen los campos, excavan los caminos, destruyen las tierras húmedas, matan al ganado, difunden enfermedades como pseudorabia y, de vez en vez, atacan a humanos.
En 1990, menos de dos millones de cerdos silvestres vivían en veinte estados, de acuerdo a John J. Mayer, el encargado del grupo de ciencias medioambientales en el Laboratorio Nacional Río Sabana en Aiken, Carolina del Sur, que estudiaba las poblaciones del estado. Esa cifra ha crecido ahora a seis millones, con avistamientos en 47 estados y poblaciones establecidas en 38 –“una explosión nacional de cerdos”, dice Mayer.
Se cree que los cerdos se dispersaron después de escapar de cotos privados de caza y durante transportes ilegales organizados por cazadores furtivos a través de las fronteras de los estados. Expertos en especies invasivas calculan que son responsables de más de $1.5 billones de dólares solo en daños a la agricultura, llegando en 2007 a trescientos dólares por cerdo. El Departamento de Agricultura está tan preocupado que ha solicitado doscientos millones de dólares adicionales para su programa de Servicios de Vida Silvestre en 2014 para abordar el problema.
Existe un amplio acuerdo de que los cerdos son indeseables –como la carpa asiática, que amenaza con invadir los Grandes Lagos, pero mucho más grande, más violento y montado en cuatro patas. Pero los intentos de erradicarlos o contenerlos han sido obstaculizados por la falta de una política nacional para enfrentar a las especies invasivas como un todo, la lentitud de los estados a la hora de reconocer los problemas y los conflictos entre agencias sobre cuál de ellas es la responsable.
“Como país no hemos pensando en el problema de las especies invasivas, y simplemente nos hemos enfrentado a desastre tras desastre”, dijo Patrick Rusz, director de Servicios de Vida Silvestre en el Michigan Wildlife Conservancy. Rusz, que viaja por el estado educando a los granjeros sobre la amenaza que representan los cerdos salvajes y estimulándolos a poner trampas en sus tierras, es un tan ávido enemigo de los cerdos que en las primera fases de la invasión de Michigan, se dejaba caer en bares a espiar a cazadores que pudieran haber localizado a invasores porcinos.
Al menos en Michigan, dijo Rusz, los cerdos parecen ir ganando: se calculan entre tres mil y cinco mil y están creciendo. Los cerdos silvestres prácticamente emulan a Houdini, son capaces de excavar cualquier cosa o de encaramarse sobre cualquier barrera; los expertos en cerdos se enorgullecen de decir: “si una valla no contiene el agua, tampoco contendrá a un marrano”.
Permitir que los cazadores les disparen durante todo el año, como en Michigan y otros estados, no es sí mismo suficiente para limitar la población, dijo Rusz. Así que las trampas son un importante componente del control de los cerdos silvestres, así como la prohibición sobre la tenencia y crianza de animales.
Pero prohibiciones estaduales como la orden contra especies invasoras de Michigan de 2011, que prohibieron la propiedad de jabalíes silvestres rusos y otros cerdos ferales, han sido rechazadas por cotos de caza y otros negocios.
“El caos resultante es uno de los cien peores animales invasivos del planeta, y al mismo tiempo una de las especies de gamo más deseables”, dijo Mayer said. “Es una situación del tipo Jekill y Hyde, pero con cerdos silvestres”.
En Estados Unidos, “la bomba cerdo explotó después de 1990”, dijo Mayer, cuando los estados norteños empezaron a realizar cacerías de cochinos, la que había sido popular en los estados sureños. Entre otras razones, la carne es sabrosa, dicen los cazadores. En Texas y Florida, la mayoría de los cerdos ferales son descendientes de cerdos domésticos liberados en el bosque o híbridos. Los cerdos silvestres de Michigan fueron principalmente jabalíes salvajes rusos escapados importados desde Canadá para ser cazados en ranchos privados.
Las guerras políticas sobre cómo mejor controlar a los cerdos se han hecho violentas. En Pensilvania, la Comisión de Caza del Estado fue programada para votar por última vez este mes sobre una disposición para prohibir que los cotos privados trabajen con cerdos ferales. La disposición, dijo Cal DuBrock, director del Buró de Control de la Vida Silvestre del Estado, tenía la intención de impedir que el goteo de cerdos silvestres se convirtiera en diluvio.
“Todas nuestras contrapartes en el país han dicho: ‘Corte el capullo de raíz, de otro modo se alejará de usted”, dijo DuBrock.
Pero los legisladores del estado, espoloneados por dueños de cotos de caza y algunos cazadores, están a punto de aprobar una nueva ley que redefine el término “animal salvaje” para excluir al jabalí detrás de una valla, removiéndole efectivamente del alcance de la comisión. Ahora la comisión está enmendando y votará en junio.
En Michigan, los rosetones todavía duelen después de un feroz enfrentamiento sobre una prohibición del estado que opuso a granjeros (temerosos de sus cosechas) y productores de cerdos (preocupados por las enfermedades) contra los dueños de cerca de sesenta cotos privados que ofrecían cacerías de jabalíes y a algunos granjeros que se encargaban de los cerdos. La pelea se encarnizó tanto que llegado un momento el músico de rock Ted Nugent, que es propietario de un coto cerca de Jackson, se metió en la refriega, como hizo el comentarista conservador de Arizona, Mike Adams, que reclamó que la prohibición significaba que los inspectores de Michigan “darían patadas en las puertas de estos granjeros, dispararían a los cerdos y arrestarían a todos esos campesinos como si fueran delincuentes”.
Boris, el jabalí que Davenport mató detrás de su casa, jugó un importante papel. Su enorme cabeza y erizado pelaje fueron mostrados en una sesión legislativa sobre una moción que habría anulado la prohibición, substituido las disposiciones sobre el vallado y controles sanitarios de cerdos silvestres de corral. (El proyecto abortó en el Senado).
El problema se ha visto complicado aquí por una descripción ofrecida por el estado de las características físicas del jabalí ruso. Del mismo modo que diferentes razas de perros tienen un ancestro común, todos los cerdos descienden del jabalí, y caen todos bajo la especie. Pero los biólogos dicen que generaciones de crianza selectiva han resultado en cerdos domésticos que se ven muy diferentes a sus ancestros.
Las diferencias, dijo Rusz, son tan claras como las que hay entre un pit bull y un caniche.
“Es simple”, dijo. “El jabalí ruso –seguimiento global de la destrucción, daños a la propiedad, bancarrota y diseminación de enfermedades. Elmer el Gruñón en la granja, ninguno”.
Pero cinco querellas presentadas por los cotos de caza y pequeños granjeros porcinos han rechazado la orden de Michigan contra las especies invasoras, en la mayoría de los casos adelantando una parte del alegato de que un cerdo detrás de una valla es por definición un cerdo doméstico.
Entretanto, el Departamento de Recursos Naturales de Michigan se está querellando contra un coto de caza, el Renegade Ranch, por conservar al jabalí después de que la prohibición entrara en vigor la primavera pasada.
Ron McKendrick, propietario de un rancho de 91 metros, dijo que los jabalíes eran más baratos que el ciervo y el búfalo para los cazadores y hacían el ochenta al ochenta y cinco por ciento de sus negocios, dinero que perdería si la prohibición se mantuviera. (Un fallo de la corte le permite mantener los jabalíes y ofrecer cacerías hasta que se falle). “Sin las cacerías de cerdos, estoy perdido”, dijo.
Un viernes hace poco, un grupo de cazadores persiguió a un jabalí durante varias horas en el rancho de McKendrick, a través de bosques de pinos todavía envueltos en una blanca manta de nieve. Finalmente mataron al animal.
McKendrick alega que no debería ser penalizado por acciones de dueños de ranchos irresponsables que tienen vallas inadecuadas –un hoyo en su valla reforzada de tres metros que permitió que algunos jabalíes se escaparan, fue hecho por vándalos, dijo.
Mayer, que habló sobre la prohibición con funcionarios de Michigan, dijo que en la guerra contra las especies invasivas, algunas personas están destinadas a perder.
“Desgraciadamente, esta ley, que es por el bien común, terminará dañando a la gente. No hay ninguna duda sobre eso”, dijo. “Me pone feliz no ser político”.
23 de mayo de 2013
28 de abril de 2013
©new york times
cc traducción c. lísperguer

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