[Estados Unidos] [No se ve otra cosa a corto plazo de ofrecer más ayuda efectiva al impresionante número de víctimas de agresión sexual en las fuerzas armadas. Editorial NYT.]
[Estados Unidos] [No se ve otra cosa a corto plazo de ofrecer más ayuda efectiva al impresionante número de víctimas de agresión sexual en las fuerzas armadas. Editorial NYT.]
Esa es la deprimente verdad del estudio del Departamento de Defensa dado a conocer el martes, que calcula que veintiséis mil personas en las fuerzas militares fueron agredidas sexualmente en el año fiscal 2001, desde las diecinueve mil del año anterior en el mismo periodo.
Los que pensaban que la crisis no podía empeorar, se equivocaron.
Como en otros años, sólo una pequeña fracción de las agresiones fue denunciada -3.374 en 2012, en comparación con 3.192 en 2011. El estudio, realizado por sondeos anónimos, sugiere que la gran mayoría de las víctimas de agresiones sexuales no denunciaron los ataques por temor a represalias o por falta de confianza en que la justicia militar proceda contra los delitos.
Apenas dos días antes de la liberación del informe, el funcionario a cargo de los programas de prevención de la agresión sexual en la Fuerza Aérea, el teniente coronel Jeffrey Krusinski, fue detenido en el condado de Arlington, Virginia, y acusado de agresión sexual, agravando la impresión de que las fuerzas armadas son incapaces de abordar esta crisis.
“Esta detención habla montones sobre la calidad y efectividad de los intentos del departamento para abordar la plaga de agresiones sexuales en las fuerzas armadas”, dijo el senador Carl Levin, de Michigan, presidente demócrata de la Comisión de Fuerzas Armadas del Senado, el martes refiriéndose al Departamento de Defensa.
Respondiendo a cargos por agresión sexual durante el arresto del coronel Krusinski en un estacionamiento del domingo, la senadora Claire McCaskill, demócrata de Missouri y ex fiscal, expresó escepticismo de que “alguien pueda ser acusado de esa conducta con un completo extraño y no tener nada en su expediente”.
Krusinski está reteniendo la nominación de la teniente general Susan Helms para ser vicecomandante del Comando Espacial de la Fuerza Aérea, mientras busca más información sobre la decisión del general Helms de revocar una decisión del jurado en un caso de agresión sexual el año pasado.
El nuevo informe del Pentágono y la detención del coronel Krusinski han mostrado que los intentos de prevención de la agresión de la Fuerza Aérea son una broma absurda. Cualquiera hayan sido los pasos adoptados el año pasado para reducir las desenfrenadas agresiones son claramente inadecuados.
El problema es qué hacer ahora. Mientras no haya un programa que ofrezca una cura total, los cambios ofrecer a las víctimas de agresión ayuda bajo la forma de asesoría especial para víctimas –como han propuesto los senadores Patty Murray, demócrata de Washington, y Kelly Ayotte, republicana de Nueva Hampshire– hacen sentido.
La propuesta más promisoria viene de la senadora Kirsten Gillibramd, demócrata de Nueva York. Tiene la intención de presentar una moción la próxima semana que arregla un grave error en el tratamiento de casos de agresión entre las fuerzas armadas. La medida remplazaría el actual sistema de adjudicar casos de agresión sexual tomando casos fuera de la cadena de comando de la víctima. Capacitaría a altos oficiales sin formación jurídica pero montones de conflictos para decidir si se puede formar una corte marcial contra subordinados e implementar un veredicto cuando finalmente se dicta.
El secretario de Defensa, Chuck Hagel, es partidario de eliminar el poder de los altos oficiales de revocar conclusiones de jurados en casos muy serios, pero, de momento, no ha respaldado el proyecto de Gillibrand que ampliaría su autoridad tanto para investigar como para perseguir judicialmente a fiscales militares imparciales. Su trabajo es arreglar la situación. Las reformas a medio camino no sirven.
Interrogado sobre el número de agresiones el martes, el presidente Obama dijo que las fuerzas armadas que participan en agresiones están “traicionando el uniforme que llevan”. Dijo que había dicho a Hagel que “tenemos que actuar con más decisión”. Ese es el mensaje correcto, pero en realidad cambiar el sistema exigirá liderazgo presidencial.
27 de mayo de 2013
7 de mayo de 2013
©new york times
cc traducción c. lísperguer