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[Claudio Lísperguer] [Las autoridades suelen acusar a los ciudadanos de ser culpables de problemas imaginarios (como la sobrepoblación canina) y ofrecen soluciones derechamente criminales. ¿Qué entienden las municipalidades por tenencia responsable?]

El concepto tenencia responsable forma parte del mobiliario ideológico con el que las autoridades, y algunos incautos, pretenden solucionar problemas de nuestra relación con las mascotas que nadie sabe a ciencia cierta en qué consisten exactamente. Por lo general, las autoridades exigen que los dueños de mascotas asuman las responsabilidades que conlleva la tenencia o propiedad. Para el Servicio de Salud Metropolitano del Ambiente (SESMA) la tenencia responsable de mascotas es “el conjunto de obligaciones que adquiere una persona o familia cuando decide adoptar una mascota para asegurar el bienestar de los animales, de las personas y del entorno” y como el compromiso de satisfacer las necesidades básicas de la mascota en cuanto a su alimentación, espacio y entorno, limpieza y desinfección, cuidados sanitarios y cariño y respeto. Un dueño responsable, dice SESMA, no “abandona a su mascota [ni] permite que deambule libremente en la calle [ni] permite que se alimente de basura o desperdicios [ni] permite que se reproduzca descontroladamente”. Un dueño responsable “evita que su mascota pueda transformarse en un riesgo para la salud de la familia, vecinos, otros animales o el ambiente”.
Esta y otras definiciones circunscriben la responsabilidad del cuidado de las mascotas exclusivamente a sus dueños. Tal parece que las municipalidades, por ejemplo, por definición no podrían actuar nunca de manera irresponsable en cuanto al trato que dan las mascotas en espacios públicos. La razón es más bien de burocracia lingüística: como estrictamente las municipalidades no son dueñas de mascotas mal podrían maltratarlas. Pero es evidente que las autoridades también deberían respetar las reglas pertinentes de la tenencia responsable, especialmente las que guardan relación con el maltrato.
Pese a la majadera insistencia de las autoridades de que los dueños de mascotas las tratan de manera irresponsable, los casos más escandalosos e inhumanos en cuanto al trato dado a las mascotas en situación de calle, por ejemplo, son precisamente las autoridades. Son los alcaldes los que mandan a sus subordinados a sacrificar clandestinamente a los chuchos de la calle, procurándoles muertes indignas y arbitrarias y dejando sus cadáveres a la vista de todo el mundo –a veces incluso en la puerta de templos y escuelas- como una suerte de escarmiento y enfermiza demostración de poder (por ejemplo, recuérdese la matanza de San Joaquín, ordenada ilegalmente por su alcalde, Sergio Echeverría).
Justamente este alcalde, que en realidad debería estar siendo procesado por esa y otras matanzas ordenadas por él (se dice que ha seguido enviando a sus funcionarios a matar perros), se ha propuesto organizar charlas de tenencia responsable para los vecinos de su comuna en una iniciativa que es bastante ridícula. Este alcalde es el peor ejemplo de tenencia responsable. ¿No llama la atención que un alcalde que no tiene ni el más mínimo respeto por la vida animal, que manda matar clandestinamente a los perros de la calle y que expone sus cadáveres al público o comete impunemente sus matanzas a la vista de todo el mundo, crea que puede dar lecciones de tenencia responsable a la comunidad? ¿No es él que debería seguir esos cursos, preferentemente en la cárcel donde esperamos que termine?
Con estas iniciativas lo que se pretende es culpar a la comunidad de la presencia de perros en la calle, que las autoridades tienden a definir de mala fe como perros abandonados, pese a la ausencia de investigaciones y pese a las evidencias de que en realidad la mayoría de ellos son perros perdidos, que no necesitan que se los mate sino que se los ayude a rencontrarse con sus familias humanas. Las personas que abandonan a sus mascotas son una ínfima minoría y es evidente que se trata de personas que saben que actúan mal o cometen un delito. Que lo cometan de todos modos se debe fundamentalmente a la liviandad de las penas, a que los jueces no toman en serio este delito y a las dificultades de demostrar la propiedad de un perro en un país donde no existe ni la obligatoriedad del registro canino ni una policía animal. Esas autoridades pues, muy al estilo nazi, pretenden castigar a toda la comunidad por los delitos de unos pocos y hacernos creer que la ciudadanía es la fuente de sus problemas.
Las autoridades suelen definir lo que llaman el problema con los perros de la calle subrayando temas como las fecas en los espacios públicos, el rompimiento de las bolsas de basura, el peligro para la salud pública, el imaginario peligro de la sarna, las peleas por la comida, los ataques contra los transeúntes, el aseo y ornato de las calles, etc. Sin embargo, para muchos ciudadanos, el mayor problema es la situación de precariedad de los perros en situación de calle, que vivan sin los cuidados y el calor de un hogar humano y para quienes la única o mejor solución es su adopción por alguna familia humana.
Por la misma razón, y para inducir soluciones erradas, y sin el menor fundamento, insisten las autoridades en describir a los perros en situación de calle como abandonados, negándose siquiera a considerar que las evidencias indican que la mayoría de ellos son simplemente perdidos. El énfasis en que se trata de perros abandonados tiene por propósito culpabilizar a la población y ofrecer soluciones autoritarias, entre las cuales el sacrificio, justificado por el mezquino razonamiento de que la comunidad no puede encargarse de la irresponsabilidad de otros. Si entendieran que se trata de perros perdidos, es evidente que las soluciones serían enteramente diferentes.
El hecho de que esos perros de la calle terminen en su gran mayoría adoptados en refugios familiares, y que otros, que no han podido ser adoptados, sean alimentados y cuidados en la calle por las madrinas de barrio -las viejas locas, las organizaciones de base, las agrupaciones franciscana- es una demostración formidable de que es escandalosamente injusto acusar a la ciudadanía de ser irresponsable. Irresponsables son las autoridades que creen que la solución es matar a los chuchos de la calle, o someterlos a otras violencias, en lugar de ayudar a esos grupos ciudadanos y atacar las causas del abandono, o buscar la manera de facilitar el rencuentro familiar.
Peor aun, estos cruzados de la tenencia responsable hacen todo lo posible por aniquilar el espíritu de piedad que anima a los ciudadanos y les incitan y quisieran obligarles a tratar a los animales de las maneras incluso criminalmente más irresponsables, prohibiendo so pena de multas que se los alimente o cuide en la calle, o que se les construya casetas para que sobrevivan las estaciones frías. Estas violencias se encuentran en numerosas ordenanzas en las que como si tal cosa se llama a los vecinos a dejar morir de hambre a los chuchos de la calle, o de enfermedad, o simplemente de abandono. Y estas son las mismas autoridades que dicen que hay que tratar a las mascotas con cariño y respeto.
En Chile hay decenas de miles de refugios caninos familiares con cientos de miles de chuchos adoptados que vivían previamente en la calle. Sin estos refugios, el problema de los perros en la calle sería inimaginable. Yo creo que hay pocos pueblos en el mundo donde se trate a los perros con más piedad y cariño que Chile, donde las amenazas de las autoridades, sobre todos de las edilicias, no han logrado nunca impedir ni frenar este movimiento ciudadano. Debido a la enorme presión ciudadana, ningún partido, ningún político, se atrevería hoy en día, salvo casos aberrantes (que los hay, como el senador Ruiz Esquide), a proponer abiertamente que los perros de la calle sean exterminados. La ciudadanía ha dejado en claro que no tolerará que se mate a las mascotas. Y decenas de miles de ciudadanos, en todas y cada una de las manzanas y calles del país, más responsables que todos los alcaldes y funcionarios y autoridades juntas, salen a calle todos los días del año sea a adoptar a los chuchos perdidos para cuidar de ellos en sus casas o alimentar y cuidar a los que no pueden ser absorbidos.
¿Tenencia responsable? Las autoridades tienen mucho que aprender.
[Foto viene del blog Cuba Out.]

[En la foto, funcionarios de la municipalidad de San Joaquín meten a una bolsa de plástico a un perro que acaban de matar por orden de su alcalde, Sergio Echeverría. El alcalde es responsable del sacrificio ilegal de decenas de perros. En ocasiones sus funcionarios han incluso entrado en casas particulares a sustraer perros para su ejecución.]

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