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[St. Louis, Estados Unidos] [Pero dejan morir a otras].

[Leslie Kaufman] Con sus fluorescentes ojos amarillos y matas de pelo emergiendo directamente por detrás de las orejas, Bonner y Etienne parecen dos viejos locos. Son dos inquietos y parlanchines lémures conocidos por sus elaborados rituales, que incluyen acicalarse y rebuznar en todo el este de Madagascar.
Ahora decenas de estos lémures de collarín blanquinegro están siendo criados aquí en el Zoológico de St. Louis y otros zoológicos en Estados Unidos como parte de un proyecto más amplio para impedir su extinción.
Pero Ozzie, un macaco cola de león, nunca será padre. En el pasado, los cola de león prosperaban en la canopia de las selvas tropicales de India, utilizando su color natural oscuro para desaparecer en lo más alto de la selva. Aunque sólo quedan cerca de cuatro mil viviendo en estado salvaje, ninguno del grupo de Ozzie podrá reproducirse. Los zoológicos estadounidenses están a punto de renunciar al intento de salvarlos.
A medida que la cantidad de especies en peligro de extinción aumenta vertiginosamente, los zoológicos son cada vez más llamados a rescatar y mantener a esos animales, y no solamente para crías prestigiosas, como los pandas y los rinocerontes, sino también para los mamíferos más pequeños, ranas, pájaros e insectos cuyas poblaciones se están desplomando repentinamente.
Sin embargo, para conservar a los animales efectivamente los funcionarios de zoológicos han concluido que deben reducir las especies bajo su custodia y dedicar más recursos a unos pocos escogidos. El resultado es que los funcionarios de zoológico, usualmente amantes de los animales, están bajo una creciente presión para hacer fríos cálculos sobre qué animales deben ser rescatados con más urgencia. Algunos días, la carga se siente menos como Noé construyendo el arca y más como Schindler haciendo una lista.
Los lémures en este zoológico están siendo salvados en parte debido a un bien financiado programa de rescate de la fauna poco común de Madagascar, un país insular. En contraste, aunque St. Louis ha mantenido macacos cola de león desde 1958, otros zoológicos empezaron a deshacerse de ellos en los años noventa debido a que portan una forma de herpes que es fatal para los humanos. Con sólo una población envejecida en cautiverio en Estados Unidos, se espera que un grupo asesor de especies de los zoológicos norteamericanos ponga pronto en una lista de eliminación gradual a los animales.
Si hay críticas, es que los zoológicos no están redefiniendo su misión de pasar del espectáculo a la conservación con suficiente rapidez.
“Nosotros como sociedad tenemos que decidir si es ética y moralmente apropiado exhibir animales con propósitos de entretención”, dijo el doctor Steven L. Monfort, director del Instituto Smithsoniano de Biología de Conservación, del Zoológico Nacional en Washington. “En mi opinión, ese modelo fracasó. Debe haber un rol explícito para que los zoológicos defiendan a las especies”.
Monfort quiere que los zoológicos recauden dinero para la conservación de la fauna salvaje y convertir ese proyecto en tan importante como construir instalaciones más elegantes para sus colecciones de animales cautivos. Los zoos, dijo, deberían construir instalaciones –no necesariamente abiertas al público- que sean suficientemente espaciosas como para acoger a manadas enteras de animales de modo que se puedan dar conductas reproductivas más naturales. Y debería otorgarse menos énfasis a animales que son atracciones populares pero que sobreviven perfectamente bien en su hábitat natural, como los elefantes africanos y los leones marinos de California, dijo Monfort, agregando que deberían ser remplazados por animales en urgente necesidad de ser rescatados.
Muchos directores de zoológico dicen que esa redefinición tan radical no es necesaria y que cada zoológico hace un trabajo valioso incluso cuando sólo conserva apenas algunas especies.
Pero Monfort no está satisfecho. Quiere que todos los zoos de la Asociación de Zoológicos y Acuarios, centro de control de crisis, centro de rescate, educación en fauna silvestre, tamarinos león dorado, Brasil, Jeffrey P. Bonner, leones marinos son una de las atracciones más populares y su recinto estaba deteriorado. El dinero también tenía que ser gastado en nuevos baños públicos y en la extensión del aparcadero, lo que quiere decir que las prioridades formuladas -como crear mayor espacio para la reproducción de especies en peligro y un estanque congelado para las morsas- tuvieron que ser archivados.
“Estamos siempre buscando un equilibrio entre los sentimientos del público y las necesidades de conservación”, dijo Bonner. “Si me preguntas por qué tenemos camellos, yo diría que necesitamos que la gente vea algo interesante en la parte de atrás del zoológico en invierno, y ellos están siempre fuera”.
Hoy, hay 214 zoológicos acreditados en Estados Unidos, desde diminutas atracciones de tres hectáreas hasta destinos de renombre mundial como el Zoo de San Diego, cuyo presupuesto anual se acerca a los doscientos millones de dólares. La principal organización que vincula a estos zoológicos es la Asociación de Zoológicos y Acuarios. Desde 1985, ha fijado normas más altas, elevando el nivel del cuidado animal, conservación en el terreno y programas cooperativos de reproducción.

Menos Espacio para los Animales
Pero mientras la asociación puede anular la acreditación, lo que hace de tiempo en tiempo, tiene pocas atribuciones de fiscalización. Por esto, las decisiones sobre qué medidas deben orientarse hacia la conservación –desde cuántos animales en peligro salvar hasta cuánto dinero gastar en especies que todavía viven en su hábitat- son en gran parte adoptadas por cada zoológico en particular.
A medida que se elevan las normas para el cuidado animal y las instalaciones en los zoológicos son más grandes, con más exhibiciones en las que se reproduce el entorno natural de los animales, queda espacio para menos animales. En los años setenta, la casa de los primates en St. Louis albergaba 36 especies de monos y simios. Ahora tiene trece.
Y ese encogimiento de la lista de especies es probable que continúe por otra razón. Los zoos han entendido que para que los animales se reproduzcan con éxito en el largo plazo, sin correr el riesgo de cruzamientos endogámicos, deben mantener un pool genético mucho más amplio para cada animal. Hay 64 osos polares en cautiverio en los zoológicos estadounidenses, muchos menos que los doscientos que se consideran óptimos para la mantención de la población en cien años. Por eso los zoos han estado agregando ejemplares de algunas especies y deshaciéndose de otros al mismo tiempo. St. Louis dice que alberga a más de cuatrocientos animales, pero con 65 especies o subespecies menos que en 2002.
Cómo se distribuyen los espacios reducidos es más considerado y científico. A medida que aumentaban las presiones de conservación en los años noventa, la asociación empezó a formar grupos consultores con funcionarios de zoológicos que estudian familias de especies enteras y asesoran sobre cuáles deberían ser prioritarias y cuáles deberían ser retiradas por etapas.
Se consideran todo tipo de criterios, incluyendo la unicidad, nivel de peligro en el hábitat natural, importancia del rol ecológico del animal y si hay en cautiverio una población adecuada para una reproducción efectiva.
En lo esencial, los zoos reciben un menú de especies en peligro que la asociación trata de mantener y puede luego elegir de acuerdo a sus necesidades particulares. Pero a menudo las decisiones finales son a menudo tan pasionales como lógicas.
St. Louis, por ejemplo, ha destinado veinte millones de dólares –o el equivalente del cuarenta por ciento de su presupuesto operacional anual- a la construcción de una enorme exhibición de osos polares –incluyendo una capa de hielo artificial-, pese a que su último oso polar murió en 2009 y la Ley de Protección de Mamíferos Marinos prohíbe el retiro o rescate de osos de su hábitat natural. El zoo espera que en los cinco años que se necesitan para preparar la exhibición, pueda conseguir una excepción para importar osos huérfanos de Canadá o quizás hacerse con cachorros de osos cautivos.
Bonner reconoce que el proyecto de los osos polares contradice muchas de sus convicciones más prácticas sobre el papel del zoológico moderno. Insistió en que sus cuidadores gastan los limitados dólares que se destinan a la conservación en el terreno en animales en peligro que tienen más probabilidades de volver a su hábitat natural. Ahora que las capas de hielo están desapareciendo a una velocidad alarmante, los osos polares no encajan en esa descripción.
Pero justifica la excepción como una lección para el público del zoológico. “Quiero que la gente vea a esta bella criatura y pregunte: ‘¿Cómo pudimos dejar que ocurriera esto?’”
En un armario de herramientas en la parte de atrás del Insectario en St. Louis hay evidencias de que la creciente presión sobre los zoológicos. Bob Merz, director de invertebrados del zoo, saca del armario un contenedor de pollos vacío que podría ser usado para las sobras de la noche anterior. En lugar de eso, contiene capas de toallas de papel húmedas cubiertas de caracoles, cada uno de ellos no más grande que la uña de un dedo meñique.
“Ahora ese es su hábitat”, dijo.
El caracol partula es originario de la islas en rededor de Tahití en el Pacífico, pero un caracol carnívoro más grande, introducido para atacar a otras pestes que estaban destruyendo las cosechas, terminó diezmando a la especie. Los rincones y grietas de este zoológico están llenos de casos similares, muchos de los cuales empezaron cuando alguna organización de conservacionistas, un científico o una agencia oficial observaron que los animales estaban desapareciendo y no tenían dónde dejarlos. Muchos no son exhibidos y se cree que son los únicos miembros de sus especies que quedan en el planeta.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza calcula que casi un cuarto de los mamíferos corre el riesgo de desaparecer, posiblemente en el curso de las tres próximas generaciones. La situación es incluso más alarmante para los anfibios y las aves marinas. La organización, por ejemplo, ha constatado la desaparición de la rana maravilla [o de incubación gástrica] de Australia, que ingiere sus huevas, tiene el proceso de gestación en su estómago y finalmente escupe renacuajos.
El problema para los zoológicos es que incluso los animales pequeños necesitan más dedicación que un contenedor de plástico si se quiere retornarlos a su hábitat natural.
Varios cubos grandes de tierra son ahora el hogar del amenazado escarabajo enterrador americano, llamado así porque entierra los cuerpos de pequeños animales, como pájaros y ardillas, para poner sus huevas junto a estos. Antiguamente, los escarabajos, con sus brillantes marcas rojas, vivían en 35 estados. Para cuando el Servicio de Pesca y Fauna Silvestre de Estados Unidos los incluyó en la lista de especies amenazadas en 1989, se sabía que solo quedaba una población, en Rhode Island.
A petición del gobierno, el Zoológico de St. Louis, junto con un zoológico en Rhode Island, los han estado reproduciendo satisfactoriamente y retornándolos a su hábitat.
Merz dice que el esfuerzo valió la pena, porque el escarabajo podría jugar un papel indispensable en la cadena ecológica. Considera que seleccionar especies que vale la pena salvar similar a apostar sobre la vida y la muerte. “Es como mirar por la ventanilla de un avión y ver los remaches en el ala”, dijo. “Probablemente puedes perder algunos, pero no sabes cuántos, y realmente tampoco quieres saberlo”.
En 1989 los científicos se dieron cuenta de que las ranas del planeta estaban desapareciendo en cifras alarmantes. Dedujeron que cerca de un tercio de las cerca de las seis mil especies anfibias estaban en peligro de extinción, muchas de ellas diezmadas por un hongo de rápido crecimiento que se ha difundido en gran parte gracias al comercio y la venta de mascotas.
Después de eso, los científicos elaboraron un protocolo para determinar qué especies deberían ser rescatadas primero. Hasta el momento solo se ha evaluado el 42 por ciento de los anfibios del mundo. Pero zoológicos y acuarios lo han considerado y están poniendo en prácticas las recomendaciones del protocolo.
De momento sólo el diez por ciento de las especies anfibias que necesitan un rescate inmediato han recibido nuevos destinos. Sin embargo, muchos científicos, como Robert C. Lacy, especialista en reproducción conservacionista, cree que la movilización de la rana se convertirá en un modelo. Sí, dijo, hay innumerables debates morales y éticos. Por ejemplo, ¿se debería dar prioridad a los animales que no pueden sobrevivir fuera de los zoológicos o sólo a aquellos que necesitan un refugio temporal para recuperar sus niveles demográficos?

Brutales Consecuencias
Cuando se toman esas decisiones, las consecuencias pueden ser brutales. Durante veinte años, los celadores del Zoológico de St. Louis trataron de entender los hábitos de las gacelas mhorr, la delicada subespecie de pelaje rojo bajo su cuidado. Los animales habían sido sacados de las praderas que rodean el Sahara con crecientes instalaciones ganaderas. En esa época nacieron en el zoológico dieciocho cachorros –una tasa razonable. Pero con menos de cincuenta mhorr en zoológicos en Norteamérica, no había suficiente diversidad genética para reproducirse sin correr el riesgo de los cruces endogámicos.
Así, en 2008, un grupo consultor norteamericano aproximado sobre la viabilidad de las especies con pezuña recomendó que los animales fueran retirados gradualmente de los zoológicos norteamericanos para dar cabida a otra subespecie de gacela con perspectivas más prometedoras.
Martha Fischer era directora de ese grupo consultor, pero también estaba a cargo de los animales con pezuña en St. Louis, y sabía que tendría que tendría que enviar a los otros zoológicos los animales con los que se había encariñado. Si no pueden ser reproducidos en Europa, donde reside la población cautiva más grande, las gacelas mhorrs probablemente se extinguirán.
Pese a que Fischer aceptó las conclusiones de su propia consultoría, le dio largas, dijo sobre la idea de deshacerse de las gacelas –en parte porque le preocupa el futuro de lo animales en un hábitat natural.
“Es fabuloso poder ayudar a otros animales, pero los sigo echando de menos”, dijo Fischer, suspirando. “Teníamos experiencia y éramos buenos con ellos, y ellos eran espectaculares”.
8 de agosto de 2012
28 de mayo de 2012
©new york times

cc traducción c. lísperguer

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