[Washington, Estados Unidos] [Informe secreto eleva la alarma sobre los puntos ciegos de inteligencia debido al énfasis puesto en al Qaeda].
[Greg Miller] Una comisión de asesores de la Casa Blanca advirtió al presidente Obama, en un informe secreto, que las agencias de espionaje de Estados Unidos estaban prestando insuficiente atención a China, Oriente Medio y otros puntos sensibles para la seguridad nacional debido a que se han concentrado demasiado en operaciones militares y asesinatos selectivos, dijeron funcionarios estadounidenses.
Presidida por influyentes figuras, entre las cuales el nuevo secretario de Defensa, Chuck Hagel, y el ex senador David L. Boren (demócrata de Oklahoma), la comisión concluyó, en un informe el año pasado, que los papeles de la CIA, la Agencia de Seguridad Nacional y otros servicios de espionaje, habían sido distorsionados por más de una década de guerras.
El documento confidencial llamó a efectuar el primer cambio significativo en recursos de inteligencia desde que empezaran a fluir pesadamente hacia los programas de contraterrorismo y zonas de guerra después de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Las conclusiones del Consejo Asesor en Inteligencia del presidente pueden indicar un punto de inflexión en la lucha contra el terrorismo. El documento fue distribuido entre altos funcionarios de la seguridad nacional en la Casa Blanca cuyas observaciones públicas en las últimas semanas sugieren que comparten algunas de las preocupaciones de la comisión.
John O. Brennan, ex asesor en contraterrorismo de Obama, que juró este mes como director de la CIA, dijo al Congreso en febrero que el presidente tenía la intención de evaluar la “asignación de misiones” de la agencia. Describió el alcance de la participación de la CIA en operativos letales como “una aberración de su función tradicional”.
Funcionarios de la inteligencia estadounidense advirtieron que es probable que cualquier corrección sea más gradual que de una vez. Una razón es el continuado temor a la amenaza que representa al Qaeda. Pero otra es la influencia acumulada de instituciones del contraterrorismo como el Centro de Contraterrorismo de la CIA, a medida que se han ido expandiendo en los últimos diez años.
Incluso Brennan dejó en claro que la CIA no renunciara a su flota de vehículos aéreos armados, diciendo en respuestas escritas entregadas a legisladores como parte de su confirmación, que la agencia tenía una larga historia paramilitar y “debe seguir siendo capaz de ofrecer esta opción al presidente”.
Sin embargo, el informe previamente confidencial del consejo asesor refleja una preocupación más amplia sobre aspectos centrales del modo en que las operaciones contraterroristas están siendo realizadas casi doce años después de que empezaran.
El año pasado, Brennan presidió un proyecto conjunto de varias agencias para imponer reglas más estrictas sobre el asesinato selectivo de sospechosos de terrorismo en el extranjero. En las últimas semanas, el gobierno se ha visto obligado a revelar detalles de los fundamentos jurídicos de los asesinatos selectivos de ciudadanos estadounidenses en el extranjero ejecutados por vehículos aéreos no tripulados en medio de la agitación que reina en el Congreso por el secreto que rodea esas decisiones.
La Casa Blanca también está sopesando si dar al Departamento de Defensa más control sobre la campaña de asesinatos selectivos y reducir el papel de la CIA, aunque funcionarios dijeron que el cambio podría tomar años y probablemente no incluiría las operaciones con drones en Pakistán.
El consejo de inteligencia está compuesto por catorce expertos, muchos de los cuales son ex altos funcionarios de gobierno. Se reúnen en secreto y tienen un amplio acceso a funcionarios y documentos de inteligencia.
Sus miembros se negaron a hablar sobre el contenido del informe, basándose en la naturaleza confidencial del trabajo del grupo. Pero varios de ellos expresaron profundos recelos sobre las crecientes operaciones paramilitares de la CIA y otras agencias de inteligencia.
“La comunidad de inteligencia se ha convertido de cierto modo en una operación de soporte militar”, dijo Boren, ex presidente de la Comisión de Inteligencia del Senado que es co-presidente del Consejo Asesor en Inteligencia. Boren dijo que el despliegue de personal y recursos de inteligencia se ha vuelto tan desequilibrado que “debe ser cambiado dramáticamente, como ocurrió a fines de la Guerra Fría”.
Otro panelista, el ex congresista Lee H. Hamilton (demócrata de Indiana) dijo que el espionaje tradicional “ha sufrido a medida que la CIA reposa cada vez más en el lado operativo”. Hamilton fue co-presidente de la Comisión 11 de Septiembre, cuyas conclusiones ayudaron a introducir cambios de gran alcance en la inteligencia, incluyendo la asignación de cuantiosos recursos para hacer frente a la amenaza terrorista.
Preocupado ahora de que el cambio fue demasiado lejos, Hamilton dijo que es hora de “reencauzar la posición de estar en pie de guerra que hemos tenido, la concentración en el contraterrorismo… y volver a las funciones tradicionales de recabamiento y análisis”.
Funcionarios de inteligencia estadounidenses reconocieron que en los últimos años han aumentado las exigencias a las agencias de espionaje, impulsadas por la agitación política asociada con la Primavera Árabe, la amenaza china del ciber-espionaje y la fragmentación de organizaciones militantes en África del Norte. La presión se ha visto complicada por presupuestos recortados o estancados de la mayoría de las agencias después de años de aumentos de dos dígitos.
Pero los funcionarios rechazan la sugerencia de que las agencias de espionaje hayan flaqueado en su capacidad de permanecer al corriente de los desarrollos.
Shawn Turner, portavoz de James R. Clapper Jr., director de la Inteligencia Nacional, dijo que pese a hacer frente “a los retos más variados y voluminosos de la historia reciente”, las agencias de espionaje de Estados Unidos continúan “recabando y analizando con éxito los datos de inteligencia que nos ayudan a protegernos de amenazas en el planeta”.
Funcionarios que han revisado el informe de la comisión, sin embargo, dijeron que este documenta numerosos puntos vulnerables de la inteligencia, creadas por el flujo de personas y recursos hacia zonas de guerra.
Las oficinas de la CIA en Iraq y Afganistán estuvieron entre las más grandes de la historia de la agencia, con miles de agentes, analistas y personal de apoyo asignados a recintos fortificados en Bagdad y Kabul y bases más pequeñas en las afueras de las capitales.
Estos despliegues se han reducido acorde el curso de las guerras. Pero Boren sugirió que hay un importante desequilibrio en “cuánto personal y expertos tenemos en lugares como Iraq y Afganistán versus otros países de gran importancia”.
La necesidad de mejores datos de inteligencia sobre China “no quiere decir que vayamos a terminar a puñetazos” con ese país, dijo Boren. “Pero en el largo plazo, ¿qué es más importante para Estados Unidos: Afganistán o China?”
Boren también advirtió que repetidos despliegues hacia zonas de guerra han torcido el adiestramiento de toda una generación de espías de después del 11 de septiembre de 2001. “De momento, casi toda su experiencia tiene que ver con lo que yo llamo apoyo militar”, dijo. “No tienen casi nada de experiencia en el recabamiento y análisis tradicional de las agencias de espionaje”.
Funcionarios de inteligencia estadounidenses enfatizaron que el contraterrorismo solo da cuenta de una pequeña fracción de sus recursos. Dijeron que cientos de analistas estudian los desarrollos políticos y económicos de China, así como decenas de otros temas.
Incluso en el punto más álgido de las guerras de Iraq y Afganistán, la CIA y la Agencia de Inteligencia de Defensa establecieron divisiones destinadas a monitorear Irán y su presunto interés en fabricar una bomba nuclear, dijeron funcionarios. Pero esos esfuerzos se ven empañados por entidades concentradas en al Qaeda. El Centro de Contraterrorismo de la CIA tenía cerca de trescientos empleados para cuando los atentados del 11 de septiembre de 2001. En los últimos años su fuerza de trabajo ha rondado los dos mil funcionarios, casi uno de cada diez empleados de la CIA.
Preston Golson, portavoz de la CIA, dijo que después de los atentados terroristas a la agencia se le había pedido que asumiera una mayor responsabilidad. “Cumplimos con esas misiones y, con nuestra agilidad tradicional, continuaremos cumpliendo con nuevos y tradicionales roles y retos de inteligencia”, dijo.
[Karen DeYoung contribuyó a este reportaje].
4 de abril de 2013
20 de marzo de 2013
©washington post
cc traducción c. lísperguer