[Kaufman, Texas, Estados Unidos] [Fiscal de Texas había jurado cazar a la “escoria” que había asesinado previamente a otro fiscal. En la imagen, la casa de Mike McLelland, fiscal de distrito del condado de Kaufman. Él y su esposa fueron encontrados muertos el sábado. Se sospecha que fueron víctimas de una venganza de la pandilla criminal autodenominada Hermandad Aria.]
[Manny Fernández, Michael Schwirtz y Serge F. Kovaleski] Después del asesinato a plena luz del día de su fiscal asistente hace dos meses, Mike McLelland, el fiscal de distrito del condado rural de Kaufman, respondió con un estallido de una airada bravuconada, llamando a los perpetradores “escoria” y jurando que los atraparía.
Funcionarios dijeron que los asesinatos parecían estar vinculados, pero no estaba claro cómo.
Ex oficial del ejército que sirvió en Iraq durante la Operación Tormenta del Desierto, McLelland llevaba un arma y no se dejaba intimidar, de acuerdo a un amigo y a la prensa local, pese a que su esposa expresó inquietud, preocupada de que su marido también pudiera corre peligro.
“Espero que la gente que hizo esto esté mirando, porque estamos totalmente seguros de que vamos a encontrarlos”, dijo en una rueda de prensa horas después de que su fiscal asistente fuera asesinado. “Los vamos a sacar del hoyo donde están escondidos. Vamos a capturarlos y dejar que la gente del condado de Kaufman los juzgue con todo el rigor de la ley”.
El sábado noche las autoridades encontraron a McLelland, 63, y su esposa Cynthia, 65, asesinados a tiros en su casa en Forney, Texas, en el condado de Kaufman. Los asesinatos galvanizaron a los agentes de policía y asustaron los desconcertados residentes locales, muchos de los cuales todavía están consternados por el asesinato del fiscal asistente, Mark E. Hasse, 57, el 31 de enero. Ese caso no ha sido resuelto.
La policía dijo el domingo que habían reforzado las medidas de seguridad de los funcionarios locales y reforzarían la seguridad en el edificio del tribunal del condado. La corte debe abrir el lunes, pero el despacho de McLelland seguirá cerrado.
“Es inquietante para la comunidad policial y para la comunidad en general”, dijo el sheriff David A. Byrnes en una rueda de prensa el domingo. “Es por eso que estamos esforzándonos por asegurar a la comunidad que estamos protegiendo la seguridad pública y continuaremos haciéndolo”.
Las autoridades dijeron que era demasiado pronto para decir si las muertes de McLelland y su esposa estaban relacionadas con el asesinato de Hasse, el fiscal jefe de delitos graves del condado. Pero el asesinato de dos fiscales en un condado de 106 mil habitantes en menos de ocho semanas es para muchos funcionarios más que una coincidencia.
“Estoy tratando de enfatizar a la gente que permanezcan tranquilos”, dijo el alcalde Darren Rozell, de Forney, a unos veinticuatro kilómetros al noroeste de Kaufman, sede del condado. “Fue un ataque premeditado, no un ataque fortuito”.
Un funcionario policial dijo que los investigadores creían que los asesinatos a tiros de los dos fiscales estaban relacionados, pero que parecen haber sido cometidos por personas diferentes, quizás del mismo grupo o con la misma afiliación. Se recuperaron casquillos de bala en el lugar donde fueron asesinados los McLelland, pero no en la casa de Hasse, lo que indica que su o sus asesinos tienen más experiencia, dijo el funcionario.
Funcionarios de varias agencias locales, estaduales y federales –incluyendo al FBI, los Texas Rangers y la policía del sheriff del condado de Kaufman- están trabajando en el caso. El sheriff Byrnes dijo a periodistas que sus alguaciles habían sido llamados a la residencia de McLelland poco después de las seis de la tarde del sábado, y que los cuerpos fueron hallados dentro. No aclaró si había indicios de que las puertas hubiesen sido forzadas.
Las autoridades dijeron que en el asesinato de Hasse uno o dos pistoleros descendieron de un sedán gris o plateado, abrieron fuego y se marcharon. Testigos dijeron a los investigadores que el asesino o asesinos tenían sus rostros cubiertos y llevaban ropa oscura y chalecos antibala. No se ha detenido a nadie. Los investigadores de nueve agencias están abocados a la búsqueda de pistas.
McLelland dijo a la Associated Press hace menos de dos semanas que desde el asesinato de Hasse portaba un arma todo el día, incluso cuando salía a pasear a su perro. Dijo que había instado a sus empleados a estar alertas. “La gente que trabaja en este campo deben estar mejor preparados, porque en el futuro lo van a necesitar”, dijo en una entrevista con la AP.
“Yo llevo la delantera porque, básicamente, soy un soldado”, dijo, refiriéndose a su carrera de veintitrés años en el ejército.
Tonya J. Ratcliff, asesora de impuestos del condado de Kaufman, y amiga de los McLelland, dijo que la pareja estaba alerta, pero no obsesionada con la seguridad.
“No me causaron la impresión de estar mirando por sobre el hombro todo el tiempo”, dijo.
Los McLelland tenían cinco hijos, uno de los cuales es un agente de policía de Dallas.
McLelland creció en un rancho en Wortham, Texas, “y aprendió el oficio de vaquero a temprana edad”, de acuerdo a su biografía en la página web de la fiscalía de distrito del condado de Kaufman. Estudió historia en la Universidad de Texas en Austin. Además de su carrera en el ejército, había sido abogado defensor y juez especializado en casos de salud mental.
Doug Lowe, fiscal de distrito del cercano condado de Anderson, describió a su amigo y colega como un “hombre grande y rudo” que amaba a su familia, comer y la justicia, aunque no necesariamente en ese orden. Lowe dijo que la muerte de McLelland había causado consternación, pero no pánico, entre los fiscales del norte de Texas.
“Somos un grupo muy unido”, dijo Lowe. “Es un golpe no sólo contra Kaufman, sino contra todos los fiscales de Texas. No creo que nadie en mi grupo sienta temor. No vamos a dejar que esto afecte la persecución de los tipos malos”.
Pero en Forney, una ciudad de quince mil habitantes a unos 32 kilómetros desde el centro de Dallas que es conocida como la capital de las antigüedades de Texas, muchos residentes se mostraron inquietos. Entre la vegetación del vecindario de McLelland, un hombre que vive a una cuadra de la casa del fiscal dijo que lo había conocido bien, pero no quería hablar con periodistas por miedo a poner en peligro su seguridad.
Rebecca Bennett, que también vive en el área, dijo: “Este es un vecindario bonito y muy apacible. Si oyes un tiro, es que es el 4 de Julio o hay alguien matando a una serpiente”.
Una de las aristas que están siendo exploradas por los investigadores es si el asesinato de Hasse fue cometido por miembros de la Hermandad Aria –una pandilla de una cárcel de Texas. Fiscales del despacho de McLelland colaboraron en la investigación de la pandilla, incluyendo un caso reciente que dio un importante golpe a los cabecillas del grupo.
En ese caso, las autoridades federales anunciaron en noviembre que un gran jurado en Houston había imputado a más de treinta cabecillas y otros miembros de la pandilla racista por cargos de conspiración para participar en un grupo de extorsionistas. Funcionarios federales dijeron que los acusados también fueron imputados por su participación en tres homicidios, múltiples intentos de homicidio, secuestros y asaltos y conspiración para distribuir metanfetamina y cocaína.
Las acusaciones se derivaron de una investigación dirigida por una fuerza especial conjunta que incluía a los fiscales del condado de Kaufman y otras tres fiscalías. En diciembre, el Departamento de Seguridad Pública de Texas emitió un boletín en el estado advirtiendo a los funcionarios que la Hermandad Aria estaba planeando tomar represalias contra el personal policial que había ayudado a construir las acusaciones.
Hasse fue asesinado el mismo día que dos miembros de la Hermandad Aria de Texas -Ben Christian Dillon, alias “Tuff,” de Houston, y James Marshall Meldrum, alias “Dirty,” de Dallas — se declararon culpables de los cargos por extorsión en la Corte de Distrito Federal de Houston.
Mark Potok, del Southern Poverty Law Center, una organización sin fines de lucro de Alabama que estudia a los grupos de odio, describió a la Hermandad Aria de Texas como la pandilla supremacista blanca probablemente más violenta del país. Es conocida por haber cometido cerca de cien asesinatos y diez secuestros desde que fuera fundada en los años ochenta, dijo. Los cabecillas de la banda, que no está relacionada directamente con la Hermandad Aria mayor, han ordenado a miembros de la banda a matar a otros miembros que cooperaron con la policía, y cortarles un dedo como prueba, dijo Potok.
Las autoridades dijeron que no había pruebas de que el grupo estuviera implicado en los asesinatos de Hasse y los McLelland.
Los investigadores también han estado estudiando posibles vínculos entre el asesinato de Hasse y la muerte de Tom Clements, el alcaide de la cárcel estatal de Colorado, que fue asesinado a tiros en su casa el 19 de marzo.
El sospechoso del asesinato de Clements, Evan S. Ebel, 28, murió después de una persecución policial a alta velocidad y un tiroteo con agentes de la policía de Texas y alguaciles del sheriff en el noroeste de Dallas el 21 de marzo. Hubo varios informes de que Ebel se había incorporado a la pandilla supremacista cuando estaba en la cárcel de Colorado, pero las autoridades dijeron que todavía estaban investigando posibles conexiones.
Agentes de policía de Colorado Springs hablaron el domingo con investigadores de Texas, pero funcionarios dijeron que era demasiado pronto como para determinar si los asesinatos en Colorado y Texas estaban conectados. Sin embargo, Paula Presley, vicesheriff del condado de El Paso, Colorado, definió la muerte de McLelland como “muy, muy preocupante” y dijo que había provocado alerta en partes de Colorado.
Aquí en Kaufman la preocupación se volcará en la seguridad del personal como nunca antes, dijeron algunos residentes, especialmente la de los funcionarios de gobierno.
Los fiscales “están siempre implicados en casos peligrosos”, dijo Ratcliff, amiga de los McLelland. “Para ellos, eran cosas que iban con el oficio”.
Ahora, dijo, la pregunta que se hace todo el mundo es: “¿Quién es el siguiente?”
[Manny Fernández informó desde Kaufman, y Michael Schwirtz y Serge F. Kovaleski desde Nueva York. Con el reportaje contribuyeron Jack Begg, de Nueva York; Michael S. Schmidt, de Washington; Jack Healy, de Denver; y Lauren D’Avolio, de Kaufman].
5 de abril de 2013
1 de abril de 2013
©new york times
cc traducción c. lísperguer